RRHH Digital. En el desarrollo profesional de un directivo exitoso hay un momento en el que está de moda: si sonríe muestra su inteligencia, si ríe es un tipo cordial, si se enfada es porque sabe estar serio, y si grita es porque tiene carácter. En la empresa se genera la corriente de opinión “fulanito es genial”. Si nadie pone remedio fulanito llega a creerse genial, y comienza a pensar que él sabría ser el mejor director general, el mejor director comercial, sabría organizar las políticas de recursos humanos de la manera más eficiente, sabría plantear como nadie los proyectos, ser el mejor operario, o el limpiador más eficiente de toda la compañía.
El mito de Narciso tiene varias versiones, pero siempre trata de un hermoso joven incapaz de amar, y tanto se ama que se enamora de su propia imagen reflejada en el agua, lo que finalmente le lleva a la muerte, convirtiéndose su cuerpo en la flor llamada Narciso.
Si a nuestro directivo lo promocionan a puestos relevantes antes de haber madurado con la experiencia, antes de haber aprendido todo lo necesario, antes de haber vivido épocas de bonanza y crisis traumáticas, corre el riesgo de convertirse en Narciso: demasiado enamorado de sí mismo como para tener en cuenta a los demás en su toma de decisiones. Es entonces cuando no le tiembla el pulso al tomar una decisión traumática, y la empresa aplaude, poniéndole todavía más de moda. El problema ha comenzado, no porque no le tembló el pulso al tomar la decisión traumática, sino porque la tomó sin considerar todas las variables de su decisión y desconocer cómo funcionan las personas. Nuestro Narciso comenzará a tomar decisiones y relacionarse con los demás como si fuera el centro del universo, distanciándose cada vez más de la realidad. Le han regalado tanto los oídos que sólo es capaz de escuchar sus propias ideas, esas que ha fraguado en una vida laboral limitada. Ya sólo es capaz de amar su imagen reflejada en el agua, a mucha distancia de los problemas y las personas.
El viaje de Narciso finalmente le enfrenta a tres posibilidades. La primera es abandonar la empresa porque, considerándose capaz de dirigirla, y considerando la velocidad de su carrera profesional, pretende que le den el puesto de Director General antes de cumplir los 30 años. La segunda es la promoción a un puesto en el que pueda seguir deslumbrando a todos con su porte genial, pero alejado de la toma de decisiones realmente operativas para la empresa, como Director de Desarrollo Innovador de Proyectos y Medios Transversales. La tercera es simplemente caer en el olvido, que deje de estar de moda, apalancarlo en su puesto de trabajo y pedirle mediocridades y proyectos rutinarios.
Una pena cualquiera de las tres alternativas, porque se ha convertido en una bonita flor que no dará los frutos que esperaba él mismo y la empresa.
Todos conocemos a Narcisos, jóvenes con gran potencial que la empresa ha subido a velocidad supersónica, no dejándoles madurar, y que en lugar de desarrollar equidad en el análisis de los problemas, han desarrollado incapacidad de ver a los demás. Con el tiempo la empresa se da cuenta de su error, y el joven acaba muriendo convirtiéndose en una preciosa flor (un buen recuerdo porque se ha ido a otra empresa, un puesto rimbombante carente de impacto, o un olvido con la apostilla “este es un genio”).
La responsabilidad sobre las personas está en el Departamento que las gestiona, los especialistas: Recursos Humanos. Las empresas necesitan un Departamento de Recursos Humanos con planificación estratégica de los mismos, tener planes específicos de desarrollo de talento, gestionar correctamente la comunicación y los estilos de liderazgo dentro de la Compañía, y acompañar a los jóvenes con procesos de mentoring que les permitan crecer a la velocidad adecuada.
6 comentarios en «Narciso, el principio del fin»
Me ha parecido un buen artículo hasta el último párrafo. Responsabilizar solamente a RRHH me parece una visión un tanto limitada. ¿Dónde está la responsabilidad de Narciso? ¿Dónde está la responsabilidad del jefe de Narciso, que supuestamente debe gestionar a su equipo con un liderazgo que permita que Narciso no tenga una falsa visión de sí mismo pero que le permita desarrollarse profesionalmente? RRHH pone los medios para que se gestionen a las personas, pero quien trabaja a diario con ellas es el jefe. La responsabilidad será en todo caso compartida.
¡Qué injusta es la vida con el pobre Narciso! Dejemos de buscar la responsabilidad en los demás, nuestro desarrollo profesional es nuestra responsabilidad. Si cae en el olvido y es tan bueno como cree, ¿por qué no se cambia de empresa?
Don Lorenzo:
Buen artículo, como siempre.
¡Cuanta razón tienes!
Enhorabuena.
Un artículo con mucho fundamento. Sobre todo en aquellas empresas, en las que se prima y prioriza al jóven con muchas aptitudes, pero pocas actitudes. Esas actitudes, que nos vamos forjando en nuestro desarrollo profesional y que inevitablemente nos las da la experiencia. Muy buen artículo!!
Muy buen artículo Lorenzo, la verdad es que todos conocemos algún Narciso y es una pena que la falta de inteligencia emocional del «Narciso» en cuestión y la falta de criterio de RRHH (si es que existe dicho Departamento) terminen echando a perder una carrera prometedora para el joven productiva para la empresa y cordial para su compañeros/as.
Enhorabuena, seguiremos leyendo tus artículos.
Lorenzo ha descrito muy bien lo que pasa cuando no hay una Política de Desarrollo y Planificación de Carreras implantada. Cosa que es muy normal en las empresas de nuestro país. Luego pasa lo que pasa.
Muy buen artículo!!
¡¡Me ha encantado!! 😉
De todas maneras, me sumo al comentario de Rafael «¿dónde está la responsabilidad de Narciso?» Es cierto que un buen entorno las cosas serían un poco distintas pero…
Mi mujer (una de las mejores profesionales de la salud que he conocido) siempre dice, que el día que deje de querer aprender y se crea superior, estará acabada… Ojalá nunca perdamos la humildad, la curiosidad y las ganas por escuchar y aprender 😉
Un saludo
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