RRHH Digital. Nada más levantarme abrí la ventana y miré al cielo, estaba completamente despejado, entraba fresco, ¡bienvenido otoño! Dije para mí. Preparé el desayuno a la vez que pensaba en el día que tenía por delante, iba a escalar cerca de Madrid. Una sonrisa se dibujaba rápidamente en mi cara, llevaba dos años escalando, y me sentía feliz de haber descubierto la escalada. Casi de inmediato sentí un nudo en la boca del estómago y me quedé quieta, reflexiva… “¿cómo se me dará hoy?, no consigo relajarme escalando, el miedo me acompaña todo el tiempo y no disfruto las vías. Casi voy porque me gusta el campo, mis amigos, y… bueno, también me gustan los retos.
Ahora recuerdo el otoño pasado, en esa época, estaba deseando hacer algo diferente, quizás un cambio vocacional, y lo inicié pero me había parado a medio camino. El miedo se había hecho fuerte en mí, la prudencia y el inmovilismo estaban al acecho mientras las dudas y contradicciones bañaban todo mi ser. Sabía que tenía un buen trabajo, bien pagado, acorde a lo que había estudiado…, esto me hacía sentir bien aunque había otra parte dentro de mí que no se sentía del todo conforme. Mi espíritu emprendedor tenía sueños que quería cumplir, pero el miedo me frenaba a lanzarme al vacío, como el que a veces siento escalando las vías que he elegido.
Así es como la inspiración y la fuerza de mi escaladora interna me abrieron nuevas formas de ver la vida cuando inicié el proceso de crear dos maravillosos proyectos a la vez, por fin, como free-lance.
Ahora estoy dispuesta a darlo todo y a no vacilar, en medio de la nada y al tacto de la roca, sé que como escaladora siempre debo seguir adelante, y es como una fuerza que llega sin esperarla, un toque especial que lo transforma todo: mis miedos al fracaso y al rechazo, la falta de confianza en mí, mis dudas permanentes y mi forma de escalar…
Hoy, me levanto, abro la ventana para dejar entrar el aire fresco y sonrío al ver que hace buen tiempo. Agradezco en mi interior esta nueva oportunidad para salir al monte a escalar. Cierro un momento los ojos, y me imagino escalando, veo mis movimientos armoniosos, mi cara relajada, escalo con fluidez, concentrada en cada paso, mirando siempre hacia arriba. Abro los ojos, inspiro profundamente y voy a preparar la mochila. Mientras lo hago recuerdo que el último día estuve escalando una vía deportiva que todavía no tengo encadenada. Es preciosa, así que quiero volver a hacerla, recuerdo los vuelos del último día y sonrío, estoy feliz porque lo di todo. Y ahora, pensando en el otoño pasado, me digo ¡bravo! Ya tengo ¡el toque mental que me faltaba!
Para vivir plenamente nuestra vida, desarrollando nuestro potencial, viviendo nuestros sueños, es necesario que estemos dispuestos a afrontar nuestros miedos, en el trabajo como en el deporte, el temor a fracasar se hace presente con mucha intensidad, pero ahora tenemos la suerte de contar con técnicas y métodos que nos ayudan a superar con facilidad estos miedos. El toque mental que faltaba está en la reprogramación de nuestra mente subconsciente, la depositaria de nuestros miedos más profundos.
1 comentario en «El toque mental que faltaba»
Totalmente de acuerdo.
Ha sido un placer leer este escrito. Es motivador, ilusionante y anima a que reflexionemos y afrontemos nuestros temores.
Me ha encantado .
Un saludo.
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