RRHH Digital. Según el diccionario de la real academia española, reformar, en su primera acepción, es “volver a formar, rehacer”, en la segunda dice que es “modificar algo, por lo general con la intención de mejorarlo”.
Las reformas que tan cacareadamente, porque parecemos gallinas o pollos sin cabeza, necesita nuestro país deben ser de la segunda acepción, ya que suponemos que se abordan en la creencia de que con ellas se mejorará algo.
Hablando de la reforma educativa y de la reforma laboral, yo percibo una similitud pasmosa. Al reflexionar sobre mi propia vida laboral, pienso que debe ser que nunca he vivido una reforma, que lo mío ha sido cuestión de revoluciones, ¡ya es suerte!
En sentido irónico, en los 90 pasé mi primera revolución, un grupo internacional compró la Compañía para la que trabajaba y en consecuencia se “reformó” el plan estratégico, precisamente hicieron eso, cambiar los horarios y los departamentos de sitio, unos desaparecíany otros cambiaron (mejor no les cuento lo que supuso una nueva orientación estratégica, pero supongo que se lo imaginan). Cuando la consultora en la que trabajaba a mis 35 años se vende a otra más grande, eso es lo que pasó, se “reformó”, me fui. Cuando la empresa que capitaneaba fue comprada por otra más grande aún, lo que hice fue una “reforma”: donde había 120 quedaron 90, donde los presupuestos se hacía calculando 10 variables, ahora utilizábamos 15 y donde utilizábamos 10 reportes pasamos a utilizar 5 (en 2 años nos parecíamos a lo que habíamos sido como un anciano de 100 años se parece a sí mismo con 6 meses)
Dejo los ejemplos, pues mi vida, al menos profesional, ha sido y es, una revolución según los conceptos nacionales de reforma.
Vamos a reformar la Educación, pues eso: cambiamos un curso, quitamos unos contenidos, ponemos otros, más o menos alumnos, más o menos presión sobre una materia. Veremos como queda la foto. Vamos a reformar el marcado de Trabajo, pues eso: cambiamos unos contratos por otro u otros, bajamos o subimos los días por indemnizaciones, metemos o quitamos unos u otros supuestos, centralizamos o descentralizamos la negociación colectiva, y alguna “cosilla” más. Veremos como queda la foto.
Les puedo asegurar que si en mi trayectoria profesional, los cambios por los que he pasado hubiera hecho este tipo de reformas haría mucho tiempo que nadie me dejaría escribir en sus periódicos o revistas.
Reformar es efectivamente cambiar algo, en un proceso ordenado, explicado y que tiene en cuenta los daños colaterales del cambio. Ese algo no es la estructura o el proceso, es la ESENCIA, los PRINCIPISO BASICOS de ese proceso con el que, por la razón que sea, no nos sentimos satisfechos o, aun estándolo, creemos que podemos estarlo más.
Las reformas que necesita nuestra sociedad, son de ESENCIA, de PRINCIPIOS.En esa esencia la más importante es la educativa, que con los años afecta a la laboral.
¿Cuáles son los valores en los que queremos formar a nuestros hijos? No hablo de ideología ni de sentimientos religiosos. Hablo de valores, en los que seguramente seríamos capaces de encontrarnos todos: la responsabilidad, la escucha, el emprendimiento, la autoestima, la atención a lo que se hace, el esfuerzo por alcanzar un objetivo,… ¿Cómo conseguir que esto sea así?¿Qué proceso debemos desarrollar para asegurar que esto pase?¿Cuáles son los puntos de supervisión de alumnos y profesores?¿Qué norma de control de calidad hemos de implantar para ello? ¿Además del conocimiento, cómo conseguimos que este se adquiera potenciando unas conductas determinadas? ¿Cómo se refuerzan esas conductas en estadios superiores de estudios, por ejemplo la formación profesional o la universidad?
Lo importante no son los conocimientos sino lo que vamos a hacer con ellos. Ahí está la reforma, y no en contenidos, años o estructuras de los contenidos.
Cambiemos en el párrafo anterior educación por empresa. Esos mismos valores, son los que empresarios y trabajadores desarrollamos para tener un mercado laboral más productivo, para enfrentar situaciones complicadas como la actual. Todavía no nos hemos dado cuenta de que las relaciones laborales (el marco de la reforma) se aplica sobre las personas que están en una organización, pero las empresas no son personas, SON LAS RELACIONES ENTRE LAS PERSONAS QUE LA COMPONEN. El marco laboral solo regula la relación entre los roles que despeñamos en las organizaciones y la relación de estos roles con el empresario, ¿dónde está la persona?
Tomemos una empresa que cambia su proceso comercial, cambia por tanto la estructura, pero mientras no cambie la conducta de las personas que transitan por ese nuevo proceso no avanzará (¿puede ser este un motivo por el que reformamos educación y mercado de trabajo y no avanzamos?) La empresa necesita que su trabajadores, los comerciales, sus jefes y sus directores, asuman cada uno su parte de responsabilidad, sean emprendedores y tomen riesgos, no pierdan el sentimiento del aprendiz, se escuchen entre ellos, se acepten con son, se comuniquen sin miedo y sin agresividad, se olviden de las quejas y tengan una actitud positiva ante los retos que cada día se plantean. El trabajador no puede sentirse victima de algo y el empresario deber velar para que eso sea así.
Lo mismo pasa en las aulas.
La reforma del mercado de trabajo comienza en la reforma de la educación. La diferencia entre un universitario español y un americano del norte está en la conducta, no en los conocimientos.Nosotros entramos en la universidad pensando en que oposición haré o para que empresa trabajaré, el estadounidense piensa en el negocio que desarrollará. Es cuestión de conducta, y esto determina las relaciones entre las personas y por supuesto las relaciones laborales. Esa es la esencia de una reforma laboral.
No soy muy dado a parafrasear, pero ustedes me perdonarán que en esta ocasión lo haga, pues ilustra de manera sobresaliente mi mensaje. Albert Einstein solía decir que” locura es pretender obtener resultados diferentes haciendo siempre lo mismo”. Apliquen esto a las muchas reformas que hemos desarrollado en los últimos 35 años, son todas más de lo mismo, número arriba o abajo, cláusula más o menos. Seguiremos teniendo el mismo resultado.
Hace unos días uno de nuestros ministros más destacados decía, “les quiero ver preocupados, no es cosa del gobierno de la nación, les quiero ver preocupados a ellos”, se refería a la deuda de una Comunidad Autónoma. A mi me gustaría que en vez de estar preocupados estuvieran ocupados.Para ocuparse hay que ser responsable y quien es responsable de algo puede llegar a ser culpable. Si no somos capaces de responsabilizarnos de algo por una posible mancha, si no somos parte del problema nunca seremos parte de la solución. Luego, o borramos de nuestra cultura el vicio nacional de echar la culpa a otros (desde el colegio) y nos hacemos responsables de nuestros objetivos o seguiremos por la misma senda, unos informes Pisa demoledores y unos índices de productividad bajísimos, con la consiguiente rigidez del mercado laboral, de las relaciones entre personas.
En el último año he tenido la suerte de participar y “saborear” el esfuerzo de grandes organizaciones por dar ese paso, cambiar la conducta, consiguiéndolo. Si ellas lo han hecho ¿Por qué no lo va a hacer la educación nacional u otras organizaciones?
La mayor reforma laboral, la más innovadora y la que puede darnos frutos en el medio plazo es la reforma de la educación. Una reforma de las que aplicamos en las empresas para conseguir resultados distintos.
1 comentario en «Que no te engañen, aquí nadie reforma nada»
Realmente esta opinión me parece de las más coherentes de las que he leído, en relación con los dos temas, reforma de la educación y reforma laboral.
Me parece que el planteamiento de intentar que todos nos sintamos parte de algo, en este caso podría ser de la empresa en la que trabajamos, y parte importante y responsable, no que se de un enfrentamiento entre empresario y trabajador, es fundamental.
Es obligación de ambas partes para sentirse integrado, y aquí todo se plantea como si fueramos enemigos irreconciliables, y de esa manera el barco se hunde, pues cada uno remamos en una direción.
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