1 de noviembre de 2024
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Solidaridad, Responsabilidad y Resultados

Solidaridad, Responsabilidad y Resultados

RRHH Digital. Es evidente que desde hace algún tiempo las acciones empresariales en el marco de lo que comúnmente se denomina Responsabilidad Social Empresarial pasan por momentos de confusión y descrédito. A salvo de algunas excepciones relevantes –pero en todo caso todavía sin ser regla general- el ámbito de la RSE no ha consolidado todavía en nuestro país un modelo de actuación claro y definido. En la mayoría de los casos las actividades desarrolladas se han centrado estrictamente  en cómo cumplir, con los mínimos costes, las normativas legales.

Digámoslo claramente, muchas actividades de RSE se han desarrollado bajo un enfoque estricto de marketing, llega la crisis y lo pone todo patas arriba.

Lamentablemente hoy nos encontramos con que en muchas organizaciones todavía, –aunque contemos con algunas excepciones relevantes- términos como igualdad, derechos humanos, diversidad, conciliación, sostenibilidad, biodiversidad, etc sean palabras huecas y faltas de contenido.

Lo “responsable” es hoy utilizado para organizar un curso, una publicación, un estudio, resultando difícil en este complejo entramado distinguir y transformar lo relevante de lo que no lo es, lo que se hace por mero voluntarismo, de lo que ya está incardinado y forma parte del ADN empresarial. La RSE sólo va a resultar creíble cuando los procedimientos no suplanten los valores, las apariencias a las conductas, la comunicación a la percepción, la acción social a los principios, las memorias a los hechos, las expectativas a las realidades.

Al mismo tiempo –coincidiendo con el interés demostrado por los medios de comunicación en el concepto- han aparecido en el entorno de la RSE o Responsabilidad Social Corporativa un gran número de consultores, cátedras, observatorios, clubs, masters, agencias, índices, laboratorios etc, sin que, por el contrario, los realmente implicados en este tipo de temas: gobierno, interlocutores sociales y organizaciones sociales se hayan “sentado” a definir cómo articular todo este conjunto de actuaciones en el día a día real de las organizaciones. Aún me resulta increíble la poca sensibilidad que se dispensa, todavía hoy, en determinados entornos sindicales por actividades de RSE bien enfocadas, orientadas y que aportan valor.

Y todo ello en un contexto en el que resulta razonable pensar que la situación que estamos viviendo impone una serie de medidas de contención del déficit que incide en la reducción de presupuestos en el conjunto de las administraciones públicas, tanto en inversiones, gastos de personal y como no en el gasto social. De hecho estamos viendo algo que hasta hace poco tiempo era impensable, a saber: administraciones autonómicas proponiendo recortes relevantes en una fase claramente electoral.

Es posible que el estado del bienestar que construimos entre todos en los últimos 40 años del siglo XX sea una realidad que debamos de replantearnos, Desde luego los niveles de cobertura social que hemos sido capaces de crear para determinadas capas sociales no tiene parangón en la historia y no sabemos si, lamentablemente, vamos a poder mantenerlas en el futuro. No sé si vamos a poder transmitir a las generaciones futuras ámbitos de bienestar que nosotros hemos podido disfrutar.

Mientras que el grado de seguridad que hemos sido capaces de ofrecer a las capas sociales menos favorecidas ha sido sin duda muy notable, esta cobertura ha sido el elemento fundamental que ha permitido establecer y consolidar un estado en el que los elementos de cohesión social han sido sin duda muy relevantes. Mantener esto va a resultar difícil. Los hechos ocurridos recientemente este verano en Inglaterra son claramente una muestra de las dificultades y de los problemas que están latentes en nuestro entorno..

Este tipo de programas se han financiado contra los impuestos de las clases medias y contra deuda pública, algo que no va a poder mantenerse en el futuro. Hay quien afirma, y no le falta razón que tales coberturas aparte de representar una motivación para determinados colectivos, han supuesto disfunciones relevantes en el comportamiento de los agentes económicos, la competitividad del conjunto de nuestras economías y que nos han llevado a alcanzar unos déficits públicos fácilmente sostenibles en épocas de crecimiento pero que resultan poco mantenibles en situaciones de crisis.  Los recortes en el gasto público en servicios sociales son, están siendo ya muy relevantes y pueden ser base para graves conflictos sociales si no somos capaces de encontrar alternativas.

Al margen de que determinados niveles de gasto son de imposible mantenimiento en el futuro cercano, debemos plantearnos si los niveles de cobertura e igualdad alcanzados, que sin duda suponen un éxito social evidente, pueden al mismo tiempo ser insostenibles, injustos y probablemente poco competitivos. Son muchos los que podemos estar empezando a pensar que muchos ciudadanos cuentan con niveles de protección social inclusive sobredimensionada.

En la actual situación el nuevo estado del bienestar debe de asumir la exigencia de racionalidad del gasto social, no su desmantelamiento o abolición. Un balance adecuado de derechos y obligaciones en el estado del bienestar futuro debe de destacarse como garante de sostenibilidad, y corregir determinados comportamientos individuales y colectivos excesivos que permite comportamientos probablemente cuestionables. Lo que la sociedad debe de comprender es que ante la reducción de los presupuestos sociales, también es necesario un esfuerzo para corregir las actitudes individuales inaceptables y la conciencia social al respecto de que estas actitudes no han de ser punibles.
 
Por todo ello, de una parte el mantenimiento sino incremento de las necesidades sociales, y por otra la corrección del nivel de recursos y por tanto de las partidas de inversión y gasto en los ámbitos sociales por parte del conjunto de las administraciones públicas, resulta cada vez más necesario articular elementos de relación entre el mundo empresarial/organizativo y el social. Poca cosa se ha hecho, lamentablemente, para acercar, vincular y unir a  dos mundos que se necesitan pero que, lamentablemente hoy siguen campando por sus “anchas”. Me refiero evidentemente a la falta de relación de contacto, de  convivencia entre lo que denominaríamos mundo social y mundo organizacional.

En resumen: hemos de gestionar los temas de RSE pensando en que no es tan sólo una moda, una normativa legal que hay que cumplir, un elemento más utilizable para el marketing y tomando en consideración que no puede, por otra parte, dejarse al amparo de la buena voluntad. Para ello es necesario vincular a los tres términos que dan título a este artículo: Solidaridad, Responsabilidad y Resultados.

No podemos olvidarnos de que las necesidades serán probablemente mayores o más elevadas por lo que de un lado es necesario el compromiso social de los ciudadanos, por otra el compromiso del mundo empresarial y necesariamente será necesario arbitrar incentivos fiscales necesarios para que este compromiso empresarial resulte sostenible. La existencia de un compromiso empresarial unido a la exigencia de planteamientos de productividad y eficacia en la gestión de los recursos públicos limitados con los que vamos a contar, son los elementos clave sin nos que será imposible encontrar un balance adecuado que permita hacer responsabilidad sostenible.

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