No hace mucho tiempo, en el reino de los animales, propusieron carreras entre ellos para estar preparados y en forma frente a posibles adversidades venideras que parecían inminentes.
Si, ya lo sé, usted ya sabe quien gano la carrera, ha oído la fabula de la liebre y la tortuga y supone o presupone que va a ocurrir algo parecido. O sea que ya de por descontado como va a terminar esta carrera.
¿Y si quiere conocer que ocurrió y como pudo ser de otra forma le invito a que siga leyendo?
Ajeno a todo esto que habíamos comentado antes, el avestruz se dirigió a la línea de salida con sus mejores botas de correr para hacer una carrera impecable. Miro sonriente a lo lejos a la meta.
Observo a derecha e izquierda, para ver a quien se enfrentaba. No vio a nadie. ¿Qué raro estoy solo? Miró arriba. Miró abajo y ¡allí estaba él! Él, era un pingüino. Con cara de sorpresa mirando de nuevo de arriba abajo, cuando se mira como todo sabemos “de arriba abajo y de abajo arriba”, miró al pingüino.
Le habían emparejado con un pingüino. ¡No se lo podía creer! Como podía ser eso, los dos iban sobre dos patas, tenían pico, ponían huevos, tenían dos alas que no les permitía volar pero él era un avestruz, nada que ver con un pingüino y menos a la hora de correr en tierra.
El pingüino miro al avestruz y con un gesto cariñoso le saludo con su pequeña ala. El avestruz hizo lo mismo y saludo al pingüino, aunque con desgana.
El pingüino comenzó a prepararse para la carrera, comenzó su calentamiento, hizo flexiones, saltó sobre sus pies, hizo rotaciones. Parecía que iba en serio.
El avestruz le miraba atónito y más que nada por no desentonar, comenzó a hacer lo mismo, aunque entendía que no tenía mucho sentido, comenzó su calentamiento, movió sus alas arriba y abajo, derecha e izquierda, estiró las patas, las flexiono, hizo extensiones, saltó sobre sus pies, hizo rotaciones.
El árbitro se acerco a la línea de salida. Se pusieron en posición.
El avestruz con su pata izquierda doblada, la derecha hacia atrás, el cuerpo pegado al suelo, parecía una flecha a punto de ser disparada.
El pingüino no tenía esta postura tan distinguida como el avestruz para la salida y se preparo como mejor supo y pudo.
El árbitro subió la pistola: preparadooooos, listooooos.
Y BANG sonó el pistoletazo de salida.
Allí salió el pingüino con su paso típico avanzando y avanzando sin mirar atrás quería ser el primero y llego el primero.
Al atravesar la línea de meta hizo un gesto con su ala derecha de arriba abajo a la vez que decía BIEEEEEENNNNNN lo conseguí, se dio media vuelta y vio el camino que había recorrido.
A lo lejos, al principio del recorrido, en la línea de salida estaba el avestruz.
Fue en ese momento, cuando el pingüino estaba mirando hacia la salida, cuando el avestruz saco la cabeza del agujero y miro hacia la meta, su objetivo.
Y ya saben ustedes lo que ocurrió. El pistoletazo de salida asusto al avestruz, metió la cabeza debajo de tierra y espero a que pasara el “temporal” y el pingüino de esta forma gano con facilidad la carrera.
Reflexión que no moraleja. En tiempos de bonanza, todos damos lo mejor de nosotros, es muy fácil tomar decisiones, cambiar el rumbo, seguir tomando decisiones.
Más importante, más complicado, es tomar buenas decisiones y poner en valor todo nuestro talento en momentos difíciles, en momentos de tensión, en momentos de crisis que es cuando realmente se necesita.
Y esto no se hace solamente porque alguien diga que: hay que aumentar la productividad, reducir los gastos, reducir el personal, producir más o cambiar la constitución.
Ante situaciones de crisis, el avestruz mete la cabeza debajo de tierra porque así ha respondido durante miles y miles de años y ante una situación de tensión es su respuesta inicial, es su fisiología corporal y no lo puede evitar.
Esta súper – preparada para la carrera tiene fuerza, velocidad y sin embargo no arranca en el momento clave, en el momento de tensión, de crisis.
Trabajar y REMODELAR la fisiología corporal, con la cual venimos respondiendo desde hace miles de años porque es nuestra naturaleza humana, el no responder con pánico, huyendo, paralizándonos o irritándonos ante situaciones de tensión: en una reunión, negociación, ventas o situaciones familiares, etc. es nuestro trabajo.
Todos. TODOS, tenemos nuestros puntos de disparo, unos más otros menos, unos se los conocen y otros aun no saben que los tienen y cuáles son. Paradójicamente los que están a su alrededor si lo saben y cuando nos lo tocan saltamos.
Perdemos la claridad mental, nos ofuscamos, hacemos o decimos cosas que no diríamos en un estado normal, de lo cual luego nos arrepentimos y gastamos un MONTÓN de energía y tiempo en reparar aquello que hicimos.
Cuando entrenamos al avestruz, no podemos impedir que meta la cabeza en el agujero pues son millones de años de su fisiología los que le “obligan” a hacer eso.
Nosotros entrenamos al avestruz para que sea rápidamente consciente de que ha metido la cabeza utilice alguna de nuestras sencillas técnicas para inmediatamente sacar la cabeza y salir disparada hacia la meta pues todas las posibilidades están en su mano.
6 comentarios en «La carrera entre el avestruz y el pingüino»
Sí,,, parece que en momentos difíciles las respuestas pueden estar bastante condicionadas por el estrés.
Tengo una amiga que ahora ha tenido un problema laboral y puedo asegurar que no solo te puedes equivocar, sino que cuando tienes que tomar una decisión «te bloqueas» y al final no tomas ninguna y los tiempos te atropellan. Eso es lo que le ha pasado.
La fábula me ha hecho reflexionar un poco. ¿Y ese bloqueo natural puede vencerse o por lo menos matizarse? ¿Fácilmente?
Gracias por el artículo Rafael.
Creo que el bloqueo natural ante situaciones difíciles puede vencerse, aunque no es nada fácil.
En este caso concreto, ante las mismas circunstancias y en diferencia clara de oportunidades, el pingüino, en cambio, saludó cortésmente a su rival, se preparó con humildad (no así el avestruz), ganó la carrera y se ilusionó por el éxito increíblemente conseguido. Superó sin ninguna dificultad los momentos de tensión que él también soportaba.
Me preguntaría: ¿qué es lo que en el fondo provoca reacciones tan distintas ante situaciones que no controlamos o que nos desbordan?. Difícil cuestión.
Un saludo
Muhas gracias por el artículo. Realmente es una historia muy ilustrativa, que te enseña a confiar y a perseverar en tu acción y desde lugo si confias y te mantienes constante en un sentimiento de felicidad e ilusión -como la que muestra el pinguino que a pesar de su pequeñez y aparentes limitaciones (patas cortas, etc), no desiste de hacer su carrera- tu realidad se transforma armoniosamente y las barreras y obstáculos se desvanecen como si fueran de humo para dejar paso a la totalidad de las posibilidades, que casi siempre superan lo mejor que te podias haber imaginado.
Bonjour Rafael,
Adoro estas comparaciones entre el mundo biologico y el mundo empresarial (o cualquier grupo social humano en general).
A veces olvidamos que las organizaciones humanas estan sometidas al proceso de evolucion de las especies, al igual que los otros organismos vivos.
Asi que mas biomimetismo y menos ingenieria, si queremos sobrevivir.
Firmado : Un ingeniero reconvertido a la psicologia de las empresas.
Excelente!, claramente una enzeñanza constante a la madurez laboral y empresarial que todos deberiamos apostar.
A beses komo kakita jajaxd
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