Aquella mañana, se levantó algo más inquieto de lo habitual. En su opinión, todas las mañanas tenían algo especial, se consideraba un hombre libre. Para él la libertad no era hacer lo que uno quiere, sino querer lo que uno hace.
Esa era la máxima que le había trasladado su padre cuando, 10 años atrás, decidió matricularse en la escuela de Ingenieros Industriales de su ciudad natal. Recordaba la conversación que mantuvo con su padre como si fuera ayer, y los valores que le trasladó: compromiso y esfuerzo por encima de obligación y sacrificio.
Por eso esa mañana estaba más excitado de lo habitual, la semana pasada le habían comunicado que desde el próximo lunes pasaba a ocupar el puesto de Director de Operaciones y por lo tanto, miembro del Comité de Dirección.
Pensaba que desde esa posición podría poner en marcha algo que, como Jefe de Operaciones, estaba realizando. Buscar la efectividad y la eficiencia de los equipos a través de la confianza en los mismos y de darles traslado de la responsabilidad en sus actuaciones.
Se miró al espejo y mientras se anudaba la corbata nueva que se había comprado para la ocasión, un escalofrío le recorrió la espalda. Ahora empezaba a jugar en la “champion”, ¿sería capaz de estar a la altura de sus nuevas responsabilidades?, ¿qué indicadores serían válidos para verificar su primera inquietud?, hasta la fecha gestionaba proyectos y procesos, ahora su fuerte sería gestionar personas ¿cómo podría medir lo que para él era un intangible?
Esas dudas no hacían más que causarle cierta angustia y esa desazón le repercutía en una sensación de ahogo, por ello, decidió aflojarse el nudo de su flamante corbata nueva, se refrescó la cara, se volvió a mirar al espejo y, como los grandes toreros, salió de su casa con paso firme para entrar en el “coso” de su nueva función.
Llegó pronto a la oficina y se encontró con Pedro Castejón, el hasta hoy Director de Operaciones, que se retiraba tras 25 años de servicio, a sus nuevos menesteres como pescar y jugar al golf.
Pedro, le recibió con una sonrisa y después de darle los buenos días y repetirle su enhorabuena por el nuevo puesto, él, en cualquier caso, había sido uno de los promotores de dicho ascenso, le dijo: bienvenido al “club de los necios y cretinos”.
Aquella frase, en principio, le pareció lapidaria, llevaba ya más de tres años trabajando con él y sabía que la mayoría de las veces, cuando hablaba, “no daba puntadas sin hilo”. Por ello, lejos de ofenderse, le preguntó ¿a qué te refieres?.
Pedro le miró y después de un breve silencio empezó hablándole, y con tono serio, le dijo- “ten cuidado con los malos hábitos, destrúyelos antes de que ellos te destruyan”.
¿A qué te refieres? -Le inquirió el nuevo Director de Operaciones.
Vas a iniciar un nuevo camino. No olvides nunca que, a partir de ahora, siempre estarás en la rampa de salida, nunca pienses que has llegado a tu meta. Declárate vulnerable y abierto a confesar tu desconocimiento, estate siempre abierto a preguntar, a informarte, y, preparado para aprender, ninguna decisión que tomes será igual a otra, los matices en tus actuaciones determinarán el éxito de tus decisiones.
Muéstrate siempre abierto al aprendizaje, – continuó argumentándole Pedro. La resolución de problemas y conflictos lo único que determinarán es tu capacidad reactiva frente a ellos.
Si muestras una actitud proactiva en la toma de decisiones, entonces siempre tendrás puesto el foco en la solución, y ello, te ayudará a desarrollar al máximo, tanto tu potencial, como el de los que te rodean.
Lo peor que te puedes encontrar en tu función, es la necedad. Esta se puede manifestar de diferentes maneras, como estar ciego a tu propia incompetencia, ó sentir miedo a declarar tu ignorancia. Hay también algunos casos que se manifiestan de manera expresa, cuando reconocemos nuestra incompetencia, pero no la declaramos y nuestro orgullo nos impide pedir ayuda.
Permíteme dejarte un pequeño legado, fruto de mis años de servicio, no es nada voluptuoso, pero a mí me ha valido, y espero que a ti también te ayude.
Abrió un cajón de su escritorio y le entregó un cuaderno. No lo abras ahora, le expresó de manera solemne, -sólo utilízalo cuando verdaderamente te encuentres en la encrucijada de tener que tomar decisiones y actuar conforme a las mismas.
Se estrecharon la mano y se despidieron, como ocurre en la mayoría de los casos, con un “….mucha suerte y espero que nos veamos pronto….”
Se quedó pensando en las palabras de Pedro, esperó que este se marchara y, antes de entrar en la sala para la reunión, no pudo reprimir su curiosidad y abrió el cuaderno.
En la primera hoja solo había una frase “De necios a aprendices”, la segunda hoja empezaba con una lista:
¿Cuáles son tus enemigos del aprendizaje?
1.No sé decir no sé
2.No sé que no se: Ceguera cognitiva
3.No tengo tiempo, ¡quiero aprenderlo ya!
4.Quiero tener todo claro todo el tiempo
5.A continuación, completa con aquellos que pienses que puedes añadir a esta lista
6.………………………………………
Finalmente, piensa: ¿Qué puertas te han abierto y/o cerrado?
El resto del cuaderno estaba en blanco.
8 comentarios en «La conjura de los necios»
La semana pasada tuve la oportunidad de compartir unas jornadas de convivencia con empleados y agentes de la zona. En el evento, participó un animador, que no se cansaba de repetir; «No somos responsables de la cara que tenemos, pero si somos responsables de la cara que ponemos».
Tu artículo me ha recordado esta frase, o tal vez esta frase me pensar en tu artículo, pero lo cierto es que la solución está en uno mismo. Gracias.
Gracias José Manuel. Este artículo además de ameno, refuerza ese RETO que los que trabajamos con PERSON@S debemos perseguir escribiendo esas páginas en blanco de nuestros respectivos cuadernos. Me quedo especialmente con esta parte del relato: Buscar la efectividad y la eficiencia de los equipos a través de la confianza en los mismos y de darles traslado de la responsabilidad en sus actuaciones.
Cordiales saludos
Gracias Amigo por el bonito regalo, por esto es un bonito regalo.
Un abrazo para vosotros y también para mis colegas.
José Manuel, esta historia es la de muchas personas, estas cosas nos pasan a todos en la empresa y en la vida. Todo es extrapolable.
Me encantaría saber que le pasa a el protagonista dentro de un tiempo.
Nos lo vas contar?
José Manuel y toda la relación de colegas. Ciertamente esto es real como la vida misma: el sudor ante una nueva situación, el miedo a lo desconocido, la suficiencia como mecanismo de defensa (lo has llamado ceguera cognitiva) También me ha encantado el comentario Ángel. Llevo todo el día poniendo cara de optimismo, de buen rollo, de confianza en el futuro. No nos podemos permitir el lujo de poner cara de alpargata al salir de casa. Tenemos otros enemigos a partir del nº 6 (la ansiedad, la impaciencia, el querer tener siempre la razón, el no ponernos en el lugar del otro, el no salir, el refugiarte en un despacho, la aversión al cambio, el no estar informado, etc)
Gracias por el artículo:
Creo que el verdadero cambio es la actitud de servicio hacia los demás para conseguir que saquen lo mejor de si mismos…
Como siempre, se aprende mucho de todo lo que tienes que contar y que decir. Me apunto a seguir leyendo qué le pasa a nuestro prota dentro de un tiempo 😉
Abrazos, gracias de nuevo y hasta pronto.
Os habla el «abuelo» como siempre nos dices esto es un regalo y yo añadiría que se trata de un magnífico.
Me quedo con el estar abierto o al desconocimiento y estar también abierto al aprendizaje
Como decia Sócrates, solo se que no se nada
Jose Manuel gran historia que como siempre nos hace sentirnos el protagonista y ponernos en su tesitura. Particularmente creo que, como aquel anuncio de Mercedes en el que la vida transcurre al revés, la vida es caprichosa y nos obliga a afrontar los retos cuando aún no tenemos esa perspectiva de «observador» que te da la experiencia. Sólo después de vivirlo se puede escribir lo que Pedro Castejón escribe, y sólo después de sufrirlo se puede entender lo que el protagonista sufre. En este caso, y como estará asesorado por el magnífico personal de Persona, no será el Ignatius Reilly de la gestión de persona: peleado con el mundo.
Abrazo y a escribir muchos más….
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