Si preguntamos a la gente sobre lo qué entiende por flexibilidad laboral encontraremos muchas y dispares respuestas. Los sindicatos pondrán el foco en la capacidad que han de tener las empresas para que sus empleados concilien su trabajo con su vida profesional. Y los empresarios hablaran del margen que han de tener para poder gestionar adecuadamente sus plantillas acorde con sus necesidades organizativas en cada momento.
Ambas cosas son conciliables, si se tiene voluntad. La flexibilidad horaria o el teletrabajo es posible y una tendencia imparable. Y las formulas que nos ofrece la normativa laboral para que las empresas gestionen sus recursos humanos en relación a sus necesidades son muchas: horas extraordinarias, contratos por tiempo y obra determinado, empresas de trabajo temporal, etc.
Pero, ¿es realmente este el debate cuando hablamos de flexibilidad laboral? ¿No será este un diálogo de sordos o insuficiente?.
Recientemente el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, dijo que la economía española tiene una tarea acuciante en el mercado de trabajo, en el sentido de que para reducir la «elevadísima tasa de paro es necesaria mayor flexibilidad laboral». Es más, según él, “los efectos positivos de esa mayor flexibilidad en el mercado de trabajo se verían reforzados si, además, se tomaran medidas con el fin de aumentar la competencia».
En el actual entorno económico, el mercado laboral español es de los menos sensibles a la actividad económica. Como podemos apreciar por las estadísticas de empleo, los empresarios evitan contratar temporalmente y desde luego, lo que no desean es adquirir compromisos laborales a largo plazo.
¿Y cuáles pueden ser las razones de la insensibilidad actual a la contratación laboral? Sin duda, la incertidumbre es un factor importante. Pero, también, los costes “adicionales” son un factor de resistencia a la contratación. Las empresas, con unos márgenes económicos estrechos, por un lado, no ven alicientes en los actuales costes por cotización a la seguridad social cuando contratan aprendices; y por otro lado, los costes de despedir a los empleados con antigüedad se consideran muy elevados.
A nadie le gusta perder derechos adquiridos y la posición del actual gobierno y sindicatos afines en defensa del estado del bienestar social es entendible… pero, ¿hasta cuánto tiene que crecer el desempleo y los compromisos económicos de la seguridad social para que se ponga en marcha una reforma laboral que flexibilice fehacientemente el mercado laboral?. Realmente, se puede y debe discutir de la flexibilidad laboral pero, más allá, de la conciliación personal-laboral. Es más, si queremos que el bienestar social sea sostenible, habrá de adaptarse a la realidad económica social.
Es por ello, que una reforma laboral en profundidad es la garantía de la sostenibilidad del bienestar social. Y para ello, además de trabajar en dar mayor flexibilidad al mercado laboral, reduciendo frenos a la contratación y la desvinculación laboral, así como en la conciliación de la vida personal y laboral, se ha de trabajar en dotar de mayor poder a la empresa en la gestión de sus compromisos laborales en relación con su viabilidad y en la revisión del sistemas de pensiones para «atajar» los costes derivados del envejecimiento de la población.
¿Alguien piensa que no es urgente hacer una verdadera reforma laboral que flexibilice el mercado laboral, de mas autonomía a los entes productivos y asegure las pensiones a futuro?. Y en su caso, ¿el actual Gobierno está en condiciones de hacerlo?
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