RRHH Digital. Otra imagen para la Historia. Otra vez campeones de Europa. La Selección sub-21 nos ha dado una nueva alegría al convertirse en campeona del Europeo sub-21 que se ha disputado en Dinamarca.
El tarareo “campeones, campeones” ya es una constante en el fútbol español. Y es que parece que no tenemos límites. Todo es posible con esta generación de deportistas incansables, luchadores y guerreros que engancha victorias y colecciona momentos inolvidables. Después de que la Selección absoluta ganara la Eurocopa de 2008 y el Mundial de Sudáfrica 2010, ahora los chicos de Luis Milla tomar el relevo asegurándose una plaza en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 y conquistando el Europeo sub-21 tras ganar a Suiza por 2 a 0, un sueño que los goles de Ander Herrera (39) y el magnífico tanto de Thiago Alcántara (81) han hecho posible.
El equipo dirigido por Luis Milla está unido, y eso se nota, son cómplices, y eso se siente, son compañeros, y eso pone las cosas más fáciles. Luis Milla tiene un alto sentido de la responsabilidad, así como una preocupación por la formación humana y técnica de sus futbolistas y por transmitirles una idea sana de la competición que les ayude en sus carreras deportivas. Estas inquietudes guían su meticuloso trabajo, basado en los detalles, en esos pormenores que decantan la balanza a favor de un conjunto o de otro, como hemos podido apreciar.
El entrenador halcón
Para el seleccionador sub-21 es crucial «saber transmitir a los futbolistas lo que esperas de ellos. Es decir, establecer una comunicación muy clara y transparente y una relación cercana es una misión fundamental para el seleccionador»*.
«Me baso mucho en el trabajo táctico durante los entrenamientos porque tenemos poco tiempo. El orden es básico para aprovechar al máximo el tiempo. Me gustan mucho los ejercicios en los que los chicos tienen que pensar y entender el juego para tomar las decisiones más adecuadas de forma rápida, tras una lectura de lo que sucede en el campo en ese momento. Es decir, aquel equipo que actúe de forma ágil y sepa interpretar los detalles tiene un gran camino del éxito recorrido»*.
El entrenador tiene que perfeccionar sus habilidades de comunicación para poder llegar a un buen entendimiento con todos y cada uno de sus jugadores. Un entrenador competente es un buen conocedor de los mecanismos de enganche y motivación de sus jugadores.
Aunque los objetivos generales se puedan explicar en grupo, un entrenador debe saber que no todos van a interiorizar el mensaje de la misma manera y, por tanto, debe averiguar el punto de vista desde el que un jugador aceptará el mensaje para que se comprometa con el proyecto, se motive y salga con mente de ganador al campo.
Cada jugador tiene una posición y una responsabilidad específica en función de sus habilidades, pero la fuerza del equipo depende de cómo se combinen las capacidades de cada jugador, y esto es tarea del director del equipo, cuyas capacidades de liderazgo deben estar siempre en primer plano.
La capacidad de observación es una habilidad característica de los grandes directores de equipos. La observación individual y grupal, de altos vuelos y rasa, es una habilidad que se entrena. ¿Para qué sirve? Para disponer de toda la información posible del terreno en el que se desenvuelven.
Al igual que un halcón, un entrenador activo debe moverse para ver el bosque desde arriba a la vez que está dentro. Proyectar su visión desde gran altura le ayudará a:
• Detectar el talento.
• Advertir los problemas con anterioridad.
• Recoger la parte positiva de los jugadores inconformistas, al no quedarse sólo en el detalle.
• Tomar decisiones con la mente fría.
Cuando en un proyecto, sea de la naturaleza que sea, el equipo advierte que el líder tiene el control de su funcionamiento, en el sentido de que no deja nada al azar, la estrategia está clara y los objetivos son compartidos por todos, es decir, que existe un orden y un significado, cada uno de los miembros, desde el convencimiento, se centra en su misión, sin desviar su atención a otros puntos que les puedan dispersar. La tranquilidad de estar en un entorno armado y sólido, dirigido por alguien que sabe hacia donde va, mitiga los conflictos que puedan surgir.
Si, por el contrario, las premisas descritas no se dan, el equipo será un caos porque el proyecto no tiene un rumbo claro y, en lugar de avanzar, sus miembros estarán dando vueltas sobre sí mismos sin más motivación que cumplir el expediente. Aquí no hay desarrollo grupal ni progreso individual y el interés por el proyecto es muy bajo.
En este tipo de ambientes los integrantes del equipo maquillan su participación, por lo que la rentabilidad del equipo es nula, no hay ilusión ni diversión, y, por supuesto, el esfuerzo es mínimo, con lo que el rendimiento se resiente.
Los mejores se acabarán marchando porque no hay ningún atractivo en el entorno de trabajo que les haga estar satisfechos y sentirse realizados. No hay compromiso, como mucho, existe el conformismo, el peor enemigo para el interés y la motivación.
Casi un año después de que la Selección absoluta levantara la Copa del Mundial de Sudáfrica, España vuelve a lanzar sus destellos rojizos, aunque esta vez hayamos jugado de blanco. Enhorabuena.
©Helena López-Casares Pertusa
Directora Altodirectivo.com
Twitter: @ADirectivo
*Extracto de la entrevista de Luis Milla del libro Equipos 10 de Helena López-Casares con la colaboración de Ángel Rodríguez, director de deportes de Onda cero.
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