Durante mi trayectoria profesional he podido trabajar mano a mano en empresas con una vocación increíble en poner a las personas en el centro, y no hablo de una “happy cultura” o de un “todo vale” hablo de entender que, sin las personas, probablemente, el éxito de esas empresas sería más bien escaso.
También he podido ver y vivir cómo muchas organizaciones, que parecían humanas en su discurso, en los momentos clave no lo demostraron.
Estas experiencias me han hecho reflexionar en numerosas ocasiones sobre qué significa cuidar a las personas en el ámbito laboral.
En un mundo donde el talento es el motor del crecimiento de las empresas, la compensación laboral ha evolucionado más allá de una cifra en un contrato de trabajo.
Antes, la estabilidad laboral, la antigüedad en una empresa, la posición y el sueldo, eran las principales prioridades. Hoy en día lo es el simple hecho de estar bien y sentirse bien, es decir, la salud mental, el desarrollo como personas y la conciliación dejando atrás ese dicho de “vivir para trabajar”.
Cada vez escucho con más frecuencia que las empresas empiezan a tomar medidas, como apoyo psicológico, políticas de conciliación, formación en emociones, en situaciones complicadas e incluso en cómo gestionar una conversación difícil. Y es que es TAN importante… No nos olvidemos que en España más del 70% de la población ha experimentado ansiedad y más de un 30% sufre algún problema de salud mental, por no hablar de la cantidad de personas que viven situaciones muy complejas a las que se les suma un ambiente hostil en su trabajo o no cuentan con el apoyo necesario para poder avanzar en su carrera.
Y aunque es cierto que, numerosas empresas se suman a este tipo de acciones, todavía queda mucho recorrido. Ojo, no se trata de olvidarnos de que las empresas necesitan cumplir unos objetivos, adecuarse a unos presupuestos o tener márgenes positivos. Se trata de que ambas piezas clave, personas y objetivos empresariales, puedan converger e ir armonizados. Se trata, sin que suene egoísta, de conseguir que, en la estrategia empresarial, la persona ocupe un lugar en el que pueda aportar su máximo para llegar a esos objetivos.
Aquí es donde entran en juego los departamentos de personas quienes tienen una responsabilidad enorme en esta transformación: Deben conseguir implantar culturas donde hablar de salud mental no sea un tabú, donde el desarrollo sea real, las formaciones sean eficaces y donde el equilibrio entre vida y trabajo sea real y no un eslogan del “employer branding”.
Los departamentos de personas, junto con el inexcusable apoyo de la Dirección, deben ser capaces de diseñar, implantar y mejorar políticas de bienestar que sean coherentes con el día a día de las organizaciones y con su estrategia de negocio.
No debemos caer en la trampa de quedarnos en titulares y fomentar acciones poco realistas. De nada sirve crear programas de desarrollo si luego tienes equipos sobrecargados, o implantar políticas de conciliación si, a la hora de solicitarlo, se ve como una falta de compromiso o un rendimiento bajo.
Todo esto puede ser complicado, pero en mi experiencia he visto como, cuando un equipo se siente valorado, escuchado, apoyado, trabajando en un ambiente sano, aunque exigente, esos resultados que se esperan son muchísimo mejores.
Y cuando hablo de complicado también me refiero a que es un error pensar que apostar por el bienestar significa poner en riesgo los objetivos, nada más lejos de la realidad. Las organizaciones cuya cultura realmente se enfoca en cuidar a las personas, tienen equipos mucho más implicados, comprometidos, motivados y, por ende, mucho más productivos.
Hay una anécdota que me inspira mucho; En los años 60, J.F. Kennedy, en una visita a la NASA, saludó a un conserje que estaba trabajando. El presidente le preguntó cuál era su trabajo y él respondió: “Estoy ayudando a poner un hombre en la Luna”. Esta historia me invita a pensar que, si hacemos lo que realmente nos importa, si las empresas logran conectar a las personas con un propósito real y, al mismo tiempo, ofrece bienestar, las convertirán en auténticos motores de valor y, así, tendrán la clave del éxito.
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