RRHH Digital. El otro día un amigo me comentaba que echaba de menos el escaso ojo clínico de algunos médicos, altamente especializados, que sólo sabían de su especialidad, teniendo un conocimiento de ciudadano común, fácilmente accesible a cualquiera hoy en día en Internet, de otras especialidades médicas. Ese conocimiento especializado venía suministrado por técnicas sofisticadas que suministran máquinas de alta tecnología.
A los pocos días, leía en The Times que el Dr. Verghese, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, unas declaraciones que me reafirmaban en mi opinión: “una mayor presencia de la tecnología no implica necesariamente que vaya a haber una mejor asistencia sanitaria…la facilidad con la que se mandan pruebas, radiografías y resonancias magnéticas ha hecho que se atrofien las capacidades mas básicas de los médicos para examinar el cuerpo de un paciente,….Puede ser una lección de humildad ver a médicos en África y Sudamérica detectar fluidos alrededor de los pulmones de los pacientes haciendo presión en el pecho con los dedos y escuchando el estetoscopio.”
El ojo médico implica por parte del médico no sólo conocimiento sino sabiduría. La sabiduría de esos médicos a los que hace referencia el Dr. Verghese y tantos otros médicos de familia, capaces de integrar una amplia información sobre la vida, la historia, los hábitos y costumbres del paciente junto por supuesto a su historia clínica, las enfermedades padecidas, teniendo también en cuenta en qué momento del desarrollo del paciente se han producido, y las consecuencias originadas. El ojo médico supone amplios saberes médicos que integraban también la información procedente de distintas especialidades, que permiten establecer conexiones entre las distintas fuentes.
Creo que resulta de especial importancia saber trasladar la sabiduría del ojo clínico al terreno del coaching para no caer en los errores que estamos poniendo de manifiesto.
¿Cómo?
Resulta fácil imaginar un/a coach que mediante eso que llamamos la escucha activa hace las preguntas adecuadas en sus distintas modalidades, para llegar a conocer y a hacerse una imagen bastante certera de la historia que el cliente trae, sus metas, sus expectativas, su historial de éxitos y sus fracasos. Un/a coach que no se deja llevar por modas de herramientas que se ofrecen en el mercado como altamente sofisticadas aunque en realidad no lo sean, sino que utiliza un repertorio variado de técnicas sencillas, sabiendo extraer la información pertinente para posibilitar que el/la coachee identifique sus áreas de mejora y de cambio y se plantee los planes de acción que le hagan cumplir sus objetivos.
Un/a coach atento a su cliente a lo largo de las distintas sesiones, de manera que sepa integrar la información que le aporta el/la coachee en un momento dado con informaciones producidas en sesiones anteriores. Un/a coach capaz de reflexionar sobre su práctica profesional antes, en o después de cada sesión, con el fin de no contaminar la historia del cliente con su propia historia, sus estereotipos, sus prejuicios, o sus estimaciones. Un coach que supervisa sus sesiones.
En definitiva, hablamos de un/a coach que presta atención no sólo a la letra sino también a la música de la canción que aporta el/la coachee, la persona que se sienta enfrente suyo. Y que además conoce el repertorio de canciones de esa persona.
1 comentario en «El ojo clínico en el Coaching»
Un buen artículo que transmite reflexión, sabiduría y sentido común.
Los dos últimos párrafos dejan ver la sensibilidad de quien ha escrito el artículo.
Gracias José Luis.
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