Cualquier despido se debe gestionar con el máximo respeto y sabiendo que es un momento en el que la empresa se retrata en sus valores y en su humanidad.
Pero además, cuando la persona a la que se le comunica una salida es una referencia para la compañía, un decisor clave o un líder, tiene implicaciones específicas que requieren una planificación y un cuidado especial.
Ya existe mucha literatura sobre la importancia de elevar la experiencia del off boarding al mismo nivel del on boarding. Gestionar el ciclo completo del talento supone cuidar la experiencia del empleado hasta el último momento y esto incluye su desvinculación, sea voluntaria o forzosa. Por muchos años que alguien lleve en una compañía la huella que deja en su memoria esa última conversación, y las facilidades que se le ofrezcan para dar el siguiente paso fuera de la compañía, definirá su experiencia como empleado. Gestionar con empatía y planificación una desvinculación, puede abrir puertas a relaciones duraderas y beneficios mutuos.
En el caso de que la desvinculación sea de un directivo el proceso puede plantear diversos desafíos: por un lado, supone un reto a nivel individual en cuanto a la gestión de su transición profesional y al mismo tiempo trasciende a la persona impactando en la organización en su totalidad.
Son asuntos que no se pueden improvisar. Una gestión adecuada requiere un plazo para planificar y alinear mensajes de manera que todas las partes queden protegidas. Se deben establecer objetivos, timings y expectativas sobre cómo será el proceso de off- boarding. No se debe olvidar tampoco el impacto en el equipo que puede resentirse en cuando al nivel de compromiso y productividad de sus miembros.
La situación ideal se produce cuando la planificación de la salida se hace con un tiempo suficiente como para poder traspasar el conocimiento y se genera un espacio para la gestión emocional del cambio, del legado y de la marca personal del directivo saliente. La comunicación del mensaje de salida debe cuidarse mucho tanto interna como externamente para mantener el equilibrio de los intereses de todas las partes y minimizar los riesgos de la salida de una persona que ocupa una posición estratégica.
Todo el proceso de salida también se facilita cuando en los acuerdos se contempla un acompañamiento profesional en la transición profesional. Un asesoramiento personalizado e integral para acompañar el proceso de cambio hacia un nuevo proyecto profesional o hacia la jubilación. En LHH cada año acompañamos a casi 300 directivos que valoran muy positivamente contar con un equipo de profesionales capaces de dar respuestas a sus inquietudes y de darles soporte de forma holísitica.
En un mundo donde el talento y la marca personal son clave, un offboarding cuidado no es solo una cuestión de empatía, sino una inversión estratégica en la credibilidad y el futuro de la compañía.