El año de 2025 ya está en marcha y la gran pregunta que muchos se formulan es cuáles serán las claves que marcarán el rumbo empresarial durante el nuevo periodo. Aunque siempre es arriesgado jugar a adivino, éstas son algunas de las grandes tendencias que muy posiblemente veremos durante este año con el que completaremos el primer cuatro del Siglo XXI.
- IA: La Inteligencia Artificial fue una de las grandes protagonistas de 2024 y no parece que vaya aabandonar el foco durante este nuevo año. De hecho, es de esperar que lo haga con mucho mayor protagonismo. Y es que, si el año pasado se caracterizó por una paulatina entrada de desarrollos de IA Generativa, como Chat GPT, Copilot y muchosotros, en la operativa diaria de departamentos y empresas de todo el mundo, probablemente, una vez superado ese periodo de testeo y adaptación, asistamos a la consolidación definitiva de estas aplicaciones en las dinámicas empresariales.
- Automatización de procesos de los departamentos: Otra de las tendencias ya en marcha y que con toda seguridad continuará avanzando en los próximos meses, impulsada precisamente por el poder las tecnologías exponenciales, es la automatización de procesos. Se trata de una palanca fundamental de la competitividad empresarial que no solo mejora de forma significativa la productividad de las empresas, reduciendo sus tiempos y costes operativos, sino que también repercute en la calidad del trabajo y en el clima laboral. Y es que, al quedar liberados de las tareas más rutinarias y repetitivas, los empleados pueden dedicar su tiempo y su talento a aquellas otras funciones en las que realmente pueden marcar la diferencia y aportar valor, lo que repercute positivamente en su desarrollo y nivel de satisfacción.
- Formación continuada: Hablando de talento, la formación, a través de acciones upskilling y reskilling, tendrá una importancia capital en el futuro inmediato del trabajo, convirtiéndose en el punto central sobre el que gravite la empleabilidad de los profesionales. Una formación que estará caracterizada por la total libertad y flexibilidad en cuanto a formatos y temáticas, desde los programason the job, hasta los talleres presenciales convencionales, pasando por las píldoras multimedia asíncronas y en formato online. Y una formación que pondrá el acento en buscar un equilibrio entre las competencias digitales y las habilidades más humanistas, como las de comunicación, y con una orientación longlife learning.
- Diversidad: La diversidad permite a las compañías incrementar su capacidad de respuesta ante unos desafíos cada vez más complejos y multidimensionales. Además, en un mercado laboral español con grandes desequilibrios y en el que las elevadas cifras de desempleo coexisten con una carencia de profesionales en ámbitos tecnológicos, la diversidad y la inclusión se prefiguran como dos de los ejes que marcarán el signo de las contrataciones y que permitirían solucionar ambos problemas. Para ello, deben suceder dos cosas simultáneamente. Por un lado, se necesita orientar los esfuerzos de formación a cubrir esa brecha digital que dificulta la empleabilidad de un amplio segmento de la población. Por otro, las empresas deben ampliar su espectro a la hora de buscar profesionales para ocupar posiciones tecnológicas.
- Flexibilidad laboral: La flexibilidad laboral seguirá presente en las organizaciones, si bien se está detectando una ligera tendencia hacia la vuelta a una mayor presencialidad en los sistemas híbridos. Una situación que podría ser temporal y que estaría motivada, paradójicamente, por los cambios organizativos que provoca la irrupción de la tecnología en la mayoría de los procesos. Es de esperar que una vez completada es curva de aprendizaje de los profesionales en su convivencia con los últimos desarrollos exponenciales, el teletrabajo vuelva a ganar vuelo.
- Sostenibilidad: La sostenibilidad, en el sentido más amplio del término, teñirá de verde las actividades empresariales del futuro inmediato. Una sostenibilidad que abarcará, por supuesto, las cuestiones ambientales, y buscará la reducción de la huella ambiental de las compañías. Pero que también impacta en el plano social, en el financiero, en el de gobierno corporativo o en de cumplimento normativo. Las compañías que están llamadas a triunfar en 2025 serán, en definitiva, compañías comprometidas y alineadas con las cuestiones que preocupan al ciudadano y a los consumidores, y cuyos comportamientos guarden una coherencia con la imagen que proyecten al exterior en ese sentido.