El 2024 tocó a su fin. Arrancamos un 2025 con el pensamiento puesto en seguir mejorando como profesional y como persona.
Ha sido un año lleno de aprendizajes y reflexiones. Un año en el que he tenido el honor de compartir una visión diferente sobre la gestión del talento, la felicidad, el liderazgo y la sostenibilidad. Bueno, no sé si ha sido diferente, pero lo que sí tengo claro es que ha sido mi visión.
Hemos cerrado un año intenso y es un buen momento para reflexionar sobre la importancia del tiempo, del liderazgo y de la necesidad de trabajar por un futuro más sostenible, competitivo y equitativo, de la importancia de ir “enchufado por la vida”.
Vivimos en un mundo que parece moverse a una velocidad vertiginosa – esto va muy deprisa -, donde la urgencia muchas veces nos roba la oportunidad de detenernos y valorar lo esencial. Esta prisa constante nos aleja de la reflexión necesaria para tomar decisiones verdaderamente significativas.
Como líderes, como profesionales y, sobre todo, como personas, debemos aprender a mirar más allá de la inmediatez y priorizar aquello que realmente construye, donde la ética y la coherencia deben estar presente en cada una de las decisiones profesionales y personales que tomemos. Como dice mi maestro Juanjo Almagro “cuando el capital se vuelve impaciente, el directivo se vuelve indecente”.
El liderazgo no es un título ni un privilegio; nace desde la responsabilidad y el compromiso. Liderar significa inspirar, comunicar y actuar con coherencia. Es comprender que nuestro impacto va más allá de los resultados a corto plazo y que cada decisión tomada hoy puede transformar el mañana.
Necesitamos líderes que sepan equilibrar la urgencia con la reflexión, que entiendan que la verdadera innovación nace del trabajo en equipo y de un compromiso genuino con el bienestar de las personas. El gran Xavier Marcet lo traslada perfectamente con dos maravillosas reflexiones:
– “La cultura de las empresas no se cambia con discursos, se transforma gracias a líderes que dan ejemplo. La coherencia entre lo que dices y lo que haces es lo que te lleva a la autenticidad, porque la única forma de transformar organizaciones es con el ejemplo, especialmente en la parte más difícil de modificar, que es la cultura”
– “Liderar es cuando el verbo influir sobrepasa al verbo mandar”
Un buen líder tiene como responsabilidad obtener el máximo rendimiento de su equipo y, el máximo rendimiento, se obtiene cuando el empleado está motivado y comprometido con su trabajo.
Las personas motivadas no solo son más productivas, sino también más creativas y resilientes. La motivación intrínseca, aquella que surge del sentido y propósito en el trabajo, es el motor que impulsa a los equipos a superar los retos y a perseguir metas ambiciosas. Para los líderes, fomentar este tipo de motivación implica reconocer los logros, valorar las contribuciones individuales y colectivas, y ofrecer oportunidades para el desarrollo personal y profesional.
La felicidad, por otro lado, nos recuerda que somos más que nuestras responsabilidades y metas. Es un ingrediente esencial para el bienestar y la productividad, y también una elección consciente. Aunque no siempre podemos controlar las circunstancias, sí podemos elegir nuestra actitud y la manera en que enfrentamos los retos. Crear espacios donde las personas puedan desarrollarse plenamente y encontrar significado en lo que hacen no solo es beneficioso para ellas, sino también para las organizaciones. Las empresas que invierten en la felicidad de sus equipos no solo mejoran su clima laboral, sino que también incrementan su competitividad al atraer y retener talento de calidad.
No se puede forzar a una persona a ser feliz, ni lo puede ser siempre. Pero sí podemos crear entornos que ayuden a conseguir un entorno adecuado.
Para las organizaciones, el bienestar y la motivación de sus equipos son palancas fundamentales para la competitividad. Estudios recientes confirman que los empleados felices y comprometidos son un 31% más productivos, tres veces más creativos y diez veces más comprometidos con los objetivos empresariales. Estos resultados no solo benefician a las empresas, sino que también contribuyen a un tejido empresarial más fuerte y resiliente.
La sostenibilidad también debe ocupar un lugar crucial en nuestras reflexiones. No hablamos solo de responsabilidad ambiental, sino de una forma integral de entender la vida y los negocios. La sostenibilidad empieza con pequeñas acciones que, sumadas, generan grandes cambios. Es un compromiso que trasciende las cifras y se convierte en una filosofía de trabajo y de vida. Cuidar de nuestro entorno, tanto natural como humano, no es solo una opción, es una necesidad ineludible si queremos construir un futuro más justo.
El mundo empresarial no está exento de estas lecciones. Debemos liderar con el ejemplo, fomentando culturas organizacionales que prioricen el equilibrio, la empatía y la colaboración. No se trata solo de alcanzar metas, sino de hacerlo de una manera que enriquezca a las personas y a la sociedad. Trabajar para personas, más que con personas, es una filosofía que nos impulsa a buscar siempre lo mejor para quienes nos rodean.
Entre nuestros compromisos de año nuevo pongamos el de construir con intención y propósito. Que cada decisión que tomemos sea una inversión en un futuro mejor, no solo para nosotros, sino para las generaciones que vienen. Que cada acción refleje nuestros valores más profundos y que cada día nos acerque un poco más a la versión más plena de nosotros mismos. “la grandeza de las organizaciones y las sociedades es hacer a las personas libres, cultas y responsables.” (Gracias Pilar Llácer por traerme esta reflexión)
Así comienzo el 2025, con la convicción de que el liderazgo humano, la sostenibilidad, la motivación y la felicidad no son solo objetivos deseables, sino imperativos que debemos abrazar. Vivamos con pasión, lideremos con propósito y construyamos juntos un mundo más humano, competitivo, sostenible, pero, sobre todo, seamos felices al lado de aquellos que nos provocan una sonrisa sin pedir nada a cambio y están en los momentos que más lo necesitamos.
Mi gran amigo Juanma Quelle lo tiene muy claro “Viniste al mundo a ser feliz, no te distraigas”.