Las crisis tienen una capacidad única de mostrarnos lo esencial, de poner a prueba no solo nuestras capacidades operativas, sino también los valores que proclamamos como organización. La reciente DANA que golpeó a la Comunidad Valenciana fue un ejemplo perfecto de ello. Más que un desafío logístico o económico, fue una prueba de humanidad para Clicars.
Ese día comenzó como cualquier otro: una visita rutinaria a nuestras instalaciones de Massanassa, reuniones y la preparación para una jornada más de trabajo. Pero las alertas meteorológicas se convirtieron rápidamente en imágenes de una tragedia en desarrollo. En cuestión de horas, lo que normalmente sería una revisión de procesos y objetivos se transformó en un esfuerzo de coordinación y cuidado humano.
En un desayuno con varios empleados hace unas semanas, alguien me preguntó: ¿Cómo hago para que el equipo sepa qué hacer cuando ocurre algo como esto, que ni nuestras peores previsiones tenían en mente? Mi respuesta es clara: tener siempre las prioridades definidas. Para nosotros, este orden marcó la diferencia:
La seguridad de nuestro equipo y clientes. Nos aseguramos de que todos estuvieran a salvo, ofreciendo alojamiento temporal, días adicionales de descanso y vehículos de sustitución. Escuchar a nuestros compañeros agradecer estas medidas y saber que, mientras otros no recibían apoyo, ellos podían contar con nosotros, fue profundamente conmovedor.
Apoyar a nuestros clientes. Nos pusimos en contacto con quienes habían recogido sus coches o esperaban entregas para entender su situación y ofrecerles alternativas, como descuentos significativos y entregas gratuitas a domicilio.
Recuperar la normalidad. Aunque nuestras instalaciones quedaron inundadas, alquilamos espacios cercanos para mantener el servicio. Fue un esfuerzo colectivo donde cada miembro del equipo puso de su parte.
En conversaciones con nuestros compañeros en Valencia, algo resonó profundamente: “Todo es mucho peor de lo que vemos en la televisión”. Esta frase no solo nos motivó a actuar internamente, sino que nos llevó a lanzar una campaña solidaria para apoyar a más de 200 familias afectadas. En colaboración con Mensajeros de la Paz, entregamos vehículos y recogimos donaciones, demostrando que, incluso en la adversidad, podemos contribuir a algo más grande.
La resiliencia de nuestro equipo fue extraordinaria. Compañeros de áreas como recepción y recursos humanos asumieron tareas inesperadas, desde entregar vehículos hasta proponer soluciones logísticas. Su compromiso y solidaridad son un recordatorio de que la fortaleza de una empresa reside, siempre, en su gente.
Las lecciones que nos deja esta experiencia son profundas:
- La empatía es el mejor plan de crisis. Más allá de protocolos, es la conexión humana lo que guía las decisiones correctas.
- La cultura no se improvisa. La solidaridad que vimos no surgió de la nada; es el reflejo de una cultura construida con propósito.
- Las empresas son agentes de cambio. Más allá de lo económico, tenemos la responsabilidad de marcar una diferencia positiva.
- La resiliencia como ventaja estratégica. Adaptarnos y cuidar de todos, incluso en la adversidad, refuerza nuestra capacidad para superar retos.
Hoy, mientras retomamos nuestras operaciones en Valencia, me siento orgulloso del equipo que hemos construido en Clicars. La DANA nos recordó que las empresas no son sus oficinas ni sus productos. Son, y siempre serán, las personas que las hacen posibles.