RRHH Digital. El planteamiento estratégico y la formulación de la estrategia empresarial implican dibujar y asumir con claridad el “qué queremos ser”, “dónde queremos estar”, “qué queremos conseguir”, “cómo lo vamos a lograr” y “con qué recursos”, a partir de una determinada situación presente que necesariamente ha de evolucionar, si queremos seguir compitiendo en unos mercados cada vez más complejos, dinámicos, globales y competitivos.
Esta es la razón principal por la que el directivo asume un rol importante, tanto por sus aportaciones a la definición estratégica, como por su protagonismo en el proceso de implantación de las estrategias y en el desarrollo operativo de las mismas.
Así, la visión estratégica ha de constituir necesariamente una característica intrínseca del directivo, pero es cierto también que este ha de verse inmerso constantemente en un proceso de toma de decisiones ante situaciones que son consecuencia de la implementación de las estrategias, y que, inevitablemente, se sitúan en su “terreno de juego”.
Este rol protagonista obliga al directivo a tener una visión integradora del conjunto de la actividad empresarial, y es aquí donde los programas formativos de desarrollo directivo contribuyen a proporcionar dicha visión global y a potenciar su perfil mediante la adquisición o actualización de conocimientos, la utilización de técnicas y herramientas, y el desarrollo de habilidades propias de la función directiva.
La creatividad, la innovación, el dinamismo, el sentido de la anticipación, la conducción de personas, a veces algo de trasgresión (por qué no), son atributos importantes para dar respuesta al mercado, en un marco ético y deontológico que siempre debe estar presente en la praxis directiva.
A partir de aquí, cabe plantearse: ¿al directivo se le forma o se le ayuda o asesora ante situaciones concretas? Entendemos que ambas visiones deben estar presentes en la metodología de la formación directiva. Es necesario adquirir, complementar y/o actualizar el marco teórico, pero es tanto o más importante, si cabe, trabajar con este perfil una casuística práctica asimilada a su cotidianeidad, provocando una reflexión profunda y aportando otras visiones que puedan enriquecerle y facilitar su proceso de toma de decisiones.
Desde ESIC, BUSINESS & MARKETING SCHOOL, entendemos la formación directiva en ese sentido. El Programa Integral de Desarrollo Directivo (PIDD), por tanto, no busca la especialización funcional, sino que tiene como objetivos principales proporcionar esa visión global e integradora, de gran alcance, de la actividad empresarial, realizando un constante “feed-back” entre estrategia y operativa, y el fortalecimiento del perfil directivo de forma transversal mediante el desarrollo de habilidades directivas, en sesiones “in door” y “out door” y la inmersión constante en un proceso de toma de decisiones.
Metodológicamente, el programa PIDD aporta elementos que garantizan la cobertura de estos objetivos principales. Por un lado, el desarrollo de un proyecto estratégico de viabilidad empresarial para un horizonte temporal de tres años (visión global).
Por otra parte, un proyecto de mejora directiva, basado en un proceso de “coaching” directivo y personalizado, en el que se ayudará a autodiagnosticar el perfil directivo de los asistentes, se identificarán aspectos susceptibles de mejora, se les proporcionarán herramientas y planes de acción para trabajar los aspectos mejorables y se realizará el correspondiente seguimiento para constatar el cumplimiento de los objetivos de mejora, y, si corresponde, reorientar en función del nivel de dificultad encontrado en la implementación de las acciones previstas.
Además, se fomentará la aportación experiencial entre los asistentes, creando para ello un entorno adecuado en los períodos residenciales, y provocando encuentros de debate sobre temas de rotunda actualidad empresarial y directiva mediante la presencia de figuras relevantes en el orden empresarial, económico y/o social.
En definitiva, se hace necesario diseñar la formación para ayudar al directivo a que afronte las situaciones propias de su ámbito profesional con objetividad. Así, el enfoque de la formación directiva ha de apoyarse en un “mix” de aptitudes y actitudes, en el que el componente actitudinal debe tener un mayor peso específico. El aspecto práctico de la formación ha de basarse, por tanto, en una constante provocación de la reflexión, que debe verse favorecida por la interacción y las aportaciones de todos los actores que intervienen en la escena formativa.
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