Liderar no va de organizar tareas y mandar, ni de dar buenos discursos o ser el “jefe guay”. Liderar es sentarte frente a alguien y tener esa conversación que es fundamental y que nadie quiere tener.
Un buen líder es aquel capaz de:
- Decirle a alguien que algo no está funcionando.
- Aclarar los problemas sobre las expectativas, incluso cuando es incómodo.
- Gestionar un conflicto antes de que explote.
- O arreglar un malentendido sin causar un conflicto.
No es fácil, a todos nos da miedo equivocarnos, sonar borde o que la otra persona se lo tome mal. Es mucho más fácil quedarse callado, pero aquí va una verdad incómoda: en esas conversaciones es donde se lidera de verdad.
Porque si evitas la conversación, el problema no desaparece, solo se hace más grande y más complejo de gestionar. Lo que podría resolverse en 5 minutos acaba convirtiéndose en un problema de confianza irresoluble. De hecho, según un estudio de Crucial Learning, el 80% de a gente está evitando al menos una conversación difícil en el trabajo.
Los buenos líderes, en cambio, saben que esas conversaciones, aunque sean incómodas:
- Arreglan problemas antes de que sea tarde.
- Crean confianza entre las personas.
- Y, sobre todo, conectan a los equipos de verdad.
Porque liderar no va solo de dirigir, va de conectar. Y esas conexiones, las más profundas, nacen de lo incómodo, lo difícil y lo que otros prefieren evitar.
No necesitas las palabras perfectas ni un manual de “cómo hablar sin cagarla”. Solo necesitas tener esa conversación. Con empatía, con claridad y con la idea de que liderar no es evitar lo incómodo, sino afrontarlo de manera constructiva.
¿Te animas a tener esa conversación que llevas tiempo posponiendo?