En nuestra reciente reunión anual de INAC EMEA, he tenido la oportunidad de reflexionar sobre la escasez de talento. Europa se enfrenta a una importante escasez de personal cualificado en varios sectores, como las TIC, la industria, la sanidad, y la construcción, donde las tasas de vacantes han alcanzado máximos históricos (2,9 % en 2022), agravados por los cambios demográficos y las exigencias de las transiciones ecológicas y digitales (fuente: Comisión Europea).
Mientras las empresas de todo el continente luchan por encontrar el talento adecuado, la automatización está cambiando el panorama. ¿Cómo puede Europa mantenerse a la vanguardia? La solución no está únicamente en las máquinas o la tecnología. El verdadero cambio radica en cómo integrar el talento con innovaciones como la automatización para impulsar el futuro.
Como consultores, vemos de primera mano cómo está cambiando el mercado laboral. Las empresas necesitan talento más que nunca y nos está resultando difícil encontrarlo localmente. Sectores clave como la tecnología, la sanidad y la fabricación avanzada requieren conocimientos especializados que, lamentablemente, no siempre se encuentran en Europa. Así pues, a medida que avanza la automatización y las máquinas empiezan a hacerse cargo de tareas repetitivas, el valor del talento es esencial y además se está redefiniendo.
A primera vista, la automatización parecía algo lejano, una herramienta que sustituiría puestos de trabajo y eliminaría la necesidad de personas. Sin embargo, cuando miramos más de cerca, nos damos cuenta de que es todo lo contrario. Tecnologías como la IA y la automatización pueden hacer que los trabajos sean más eficientes, liberando a las personas de las tareas rutinarias y permitiéndoles centrarse en un trabajo más estratégico y creativo. La razón es que las máquinas no sustituyen a las personas, las complementan, y aquí es donde entra en juego el talento.
Para seguir siendo competitivos, tenemos que crear un entorno en el que el talento destaque junto con la tecnología. Esto significa algo más que ofrecer salarios atractivos y beneficios y ventajas. La clave está en crear oportunidades reales de crecimiento, fomentar la innovación y, lo que es más importante, hacer que las personas sientan que contribuyen a algo significativo. Las empresas deben dar a sus equipos el espacio necesario para desarrollar ideas y liderar el cambio, al tiempo que trabajan con tecnologías que mejoran sus capacidades.
Esto me lleva a un punto crucial que Marisa Poncela destacó durante su charla Quo Vadis Europe en nuestra reciente reunión. Nos recordó que, para que Europa siga siendo líder mundial, debe invertir más que nunca en educación continua. Las industrias del mañana requerirán competencias nuevas y avanzadas, y sólo a través de la educación continua y el desarrollo de competencias podremos estar preparados para lo que está por venir.
Pero no se trata sólo de retener el talento local; Europa necesita atraer el talento mundial. No podemos limitarnos a esperar a que los mejores profesionales vengan a nosotros, tenemos que ir nosotros a por ellos. Las empresas europeas deben ser mucho más abiertas y activas en la promoción de lo que hace único al continente, es decir, (calidad de vida inigualable, ecosistema innovador, diversidad e inclusión, entre otros). Si Europa quiere seguir a la vanguardia, tiene que ser un imán para los mejores talentos del mundo.
Lo que más me ha impactado últimamente, sobre todo después de escuchar a Marisa, es la urgencia de pasar a la acción. Además de atraer talento, se debe garantizar que la mano de obra actual y futura disponga de las herramientas clave para adaptarse y evolucionar con las nuevas tecnologías. Esto no ocurrirá de la noche a la mañana. Es un proceso que requiere tiempo, inversión y un cambio de mentalidad tanto por parte de las empresas como de los gobiernos.