DIS–CAPACIDAD, IN-CAPACIDAD, Altas capacidades, capacidades diversas, y ¿para cuándo capacidades únicas?
El 3 de diciembre se celebraba el Día Internacional de la Discapacidad. Cuando yo empecé a interesarme por esos mundos, allá por el siglo pasado, el manual donde te explicaban este tema hablaba de los disminuidos, los minusválidos, los del Cotolengo, los anormales, o subnormales. Tremendos adjetivos que ahora nos ponen los pelos de punta.
Afortunadamente parece que el lenguaje ha cambiado, pero no así nuestros prejuicios o sesgos al respecto.
Los datos son claros, no todas las empresas cumplen con el mínimo exigido en la Ley de la Discapacidad, antes la conocida como LISMI (Ley de Inclusión social de los minusválidos… tela…), ¿cuántas personas vemos en el trabajo con discapacidad sensorial, o motora? Pocas, muy pocas, no siempre es fácil pero la tecnología puede ayudar mucho a esa inclusión, a adaptar puestos de forma que antes era impensable.
Bien es cierto, que seguimos esperando que las personas con discapacidad “se las note algo”, perdonad el tono, pero hay que hablar claro de una vez. En ningún momento quiero que nadie se sienta ofendido, ¿cómo hacerlo si yo estoy ahí?
Parece que a las personas con discapacidad se les va a colgar un cartelito al llegar al trabajo donde quede claro y manifiesto que eres la nueva persona con “carnet de discapacidad”. Ese es uno de los prejuicios que tenemos como empleados para no salir del botiquín, (del armario nos costó unos años, del botiquín no hemos empezado).
Sentimos que nos van a señalar, que seremos los primeros en salir si vienen mal dadas, sentimos que no van a contar con nosotros para proyectos chulos, internacionales o retadores… solo por nuestra condición. Sentimos esto porque nos hacen sentir así, YA NO SOMOS IGUALES, y eso, seamos honestos, sigue sucediendo. Afortunadamente no en todas las empresas ni sectores, hay grandes ejemplos a imitar que nos recuerdan que se hace más cuando se quiere que cuando se puede.
La ley es igual para todos, ¿por qué algunas compañías son capaces de hacerlo y otras no? Es sencillo, porque para que sea sostenible, ha de existir una coherencia interna, con los valores, con la dirección, con la comunicación, con el día a día. Ha de haber un trabajo previo al interno de la organización, donde se hable abiertamente de la vulnerabilidad, de la enfermedad, porque ambas nos pueden llevar a una incapacidad sobrevenida que termine en una discapacidad. Por eso cuesta tanto conseguir un resultado de impacto en las campañas de afloramiento, porque el prejuicio sigue muy presente, porque nuestros colaboradores piensan que van a ser señalados y por tanto apartados de los temas chulos, porque tienen una discapacidad… seamos honestos, sabemos que es así.
Los datos del INE son demoledores, en España casi 20 millones de personas tienen una enfermedad crónica. Si, has leído bien, el tema es que no somos conscientes de que ciertas “molestias” como una psoriaris, o enfermedades muy “controladas” como una diabetes son crónicas y pueden derivar en una discapacidad. Los datos son claros, los tienes sentados en tu misma planta, en el edificio, en la fábrica, en el comedor, en la sala de reuniones y tomando café… como también los tienes en casa, a tus mayores, a tus hij@s, a tu pareja…
Todos somos potenciales discapacitados, mira ahora a tu alrededor con otros ojos… Para empezar si ves, ya eres afortunad@, si lees también, y así podríamos seguir… Por tanto, señores y señoras de RRHH, seamos inclusivos de verdad, la enfermedad puede llevar a una discapacidad, sí a nosotr@s también. No esperemos a que nos llegue, hagamos campañas de afloramiento de la discapacidad, permite a tus equipos que se liberen del peso de llevarlo en oculto. No es una vergüenza, ya no, es una condición de la que ningun@ estamos libres.