La vida nos sacude de vez en cuando. A unos/as más, y a otros/as menos. Pero siempre hay algún momento en el que nos saca de nuestra zona de confort y nos recuerda que, en realidad, no tenemos nada bajo control, y que no hay nada permanente.
Por desgracia, la reciente DANA en Valencia (y otros lugares de España) nos ha recordado el impacto que los fenómenos naturales pueden tener en la vida cotidiana, alterando la rutina de muchas personas, afectadas a nivel personal, material y económico a niveles que, quienes lo vemos desde la lejanía, no creo que seamos capaces de comprender.
Tras varios días donde la empatía no me permite continuar una normalidad que ya no existe para muchas familias, arranco con un artículo donde pretendo aportar mi humilde opinión sobre cómo el liderazgo, la cultura organizacional, la toma rápida de decisiones, y la empatía adquieren un papel protagonista en las empresas afectadas, y cómo deben tomar acciones que prioricen la humanidad, fomenten la solidaridad y refuercen el bienestar de sus equipos.
El objetivo de este artículo no es entrar en debates políticos, ni en ayudas más o menos coherentes y/o justas, ni en nada de lo que ya se lee (en exceso) en las redes. Simplemente, es aportar mi visión de lo que considero una gestión humanista de las crisis en entornos empresariales.
Por favor, cuidad de vuestra gente. Y cuidaos, porque, sin empresas, tampoco hay trabajadores/as.
Empresas resilientes: Liderazgo, Cultura y Empatía durante las catástrofes
Cuando la normalidad se sacude, sea por el motivo que sea, es imprescindible ser flexibles y modificar nuestro liderazgo para poder estar a la altura de las circunstancias.
Las situaciones de emergencia (que no tienen por qué ser tan extremas como las vividas, pero que se salen de la normalidad) exigen un liderazgo ágil y eficaz, capaz de tomar decisiones rápidas sin perder la calma ni el enfoque en las personas.
En este contexto, los/as líderes deben evaluar rápidamente la situación y responder de manera organizada para mitigar el impacto en las personas y garantizar la continuidad operativa (que de esto no se habla tanto, pero cuántas empresas lo están pasando realmente mal y siguen sin ver la luz para arrancar de nuevo…), eso sí, sin comprometer la seguridad y bienestar de sus equipos y la suya propia.
Es fundamental que los/as responsables de personas y cultura / rrhh / responsables de talento participen activamente en la toma de decisiones estratégicas durante estos momentos, y que se centralice todo en estas figuras, que disponen de las habilidades para ello.
En situaciones de crisis, como la reciente DANA, el liderazgo debe tomar decisiones prácticas que prioricen el bienestar del equipo: permitir el trabajo remoto en la medida de lo posible, reorganizar los horarios de trabajo, o incluso ofrecer días libres para quienes se han visto especialmente afectados. Sin embargo, estas decisiones deben ser acompañadas de una comunicación transparente, que permita a todos los colaboradores entender las acciones que la empresa está tomando para apoyarlos y cómo pueden beneficiarse de ellas.
Pese a que ya existen normas y leyes que lo fomentan y que ayudan en casos concretos, como lo es el de la DANA, muchas empresas y empleadores/as siguen sin ser conocedores/as o sin aplicarlas como es debido. Y ahí es donde debemos poner el foco.
Además, y volviendo a la rapidez en la toma de decisiones, el resultado dependerá en gran parte de la preparación previa y de la claridad en los protocolos de emergencia.
Los/as líderes que hayan cultivado una cultura de anticipación y prevención podrán responder con mayor agilidad y reducir la carga de incertidumbre sobre sus equipos. Y los que no lo hayan hecho, deberán aprender y dejarse asesorar para hacerlo de la mejor forma posible.
El “siempre se ha hecho así”, ya no nos sirve. Porque ya no existe el mismo contexto.
¿Y si hablamos de cultura?
Sin duda, la cultura organizacional influye de forma significativa en la forma en que una empresa y las personas que la lideran responde a las crisis.
En organizaciones donde la flexibilidad, la empatía y la solidaridad ya son de por sí valores fundamentales, las respuestas ante situaciones adversas tienden a ser más humanas y efectivas. Una cultura organizacional basada en la humanidad no solo facilita la implementación de medidas flexibles y empáticas, sino que también genera un entorno en el que los/as empleados/as se sienten valorados/as y respaldados/as.
Añadir que las empresas que promueven una cultura de solidaridad y colaboración son más resilientes, ya que su equipo, alineado con esa cultura, está más dispuesto a apoyarse mutuamente y a asumir responsabilidades adicionales si es necesario, y de forma proactiva.
Una cultura organizacional sólida y empática puede facilitar la gestión de personas, y no solo a nivel de riesgo laboral físico, sino también psicológico, permitiendo que los/as empleados/as encuentren en la empresa un soporte emocional y práctico.
Por lo tanto, es imprescindible fomentar una cultura de cercanía y humanidad en tiempos de estabilidad y bonanza para que, en tiempos de crisis, estas bases puedan sostener a la organización. Desde RRHH es clave impulsar programas y prácticas que fortalezcan esta cultura.
De no haber sido así, es muy probable que la gestión de las crisis sea muy deficiente y carente de humanidad.
La clave: la empatía, la generosidad y la solidaridad. Sí, también en las empresas
La empatía es, sin duda, el eje de una gestión de personas humana y efectiva.
Durante las crisis, escuchar y conectar con las preocupaciones individuales de cada persona del equipo es fundamental para responder de forma adecuada.
Algunas (muchas) personas necesitarán apoyo emocional y psicológico, otras un techo donde cobijarse, otras ayudas concretas para cubrir necesidades inmediatas, como un anticipo salarial o recursos temporales (no olvidemos que se paraliza todo durante un tiempo indeterminado… Hay mucha incertidumbre).
Al mostrar empatía, no solo se alivia el estrés, sino que también se fortalecen los lazos internos y promueven un entorno de confianza y lealtad. Se fomenta un espacio de seguridad psicológica, que, tras el espacio físico, es uno de los más necesarios.
De la misma forma, las personas trabajadoras deben mostrar también empatía por las empresas y autónomos/as, ya que también son perjudicados/as directos/as de toda crisis y catástrofe. Hay que fomentar un entorno de colaboración y ayuda mutua que beneficie a ambas partes, y no caer en las etiquetas, sesgos y prejuicios fáciles.
La solidaridad, por otro lado, es una acción concreta que convierte la empatía en soporte tangible (y, por suerte, estamos viendo mucha. Tanta, que emociona).
Para apoyar a sus colaboradores/as durante una catástrofe, muchas empresas ponen en marcha campañas de ayuda, y muchos/as trabajadores/as colaboran en tareas de desescombros y de recuperación de sus espacios laborales. Una comunicación empática y personal refuerza este mensaje de solidaridad, haciéndoles sentir que no están solos/as ante la adversidad. Ni a unos/as, ni a otros/as.
Desde el departamento de RRHH, es esencial que la solidaridad sea el motor de todas las acciones emprendidas en estos momentos, a ser posible, dentro de la propia cultura de la compañía. La creación de redes de apoyo dentro de la empresa hace que los miembros de los equipos se sientan cuidados y respaldados.
El liderazgo responsable
Cuando se enfrentan a una crisis, los/as líderes de personas deben recordar que cada decisión tiene un impacto directo en la vida de sus colaboradores/as.
Más allá de la lógica empresarial, la gestión debe centrarse en decisiones basadas en la humanidad y en la integridad física y psicológica. Esto significa, por ejemplo, dar prioridad al bienestar emocional de un/a empleado/a antes que a la productividad inmediata, o proporcionar soluciones flexibles que permitan conciliar las responsabilidades personales y profesionales.
La legislación específica da cobertura a todas estas casuísticas, por lo que debería ser factible (seguro que hay casos concretos y situaciones que desconocemos, pero por norma general, es posible).
Pensemos que tomar decisiones basadas en la humanidad no solo es crucial durante la crisis, sino también una inversión en el futuro. Además de garantizar la seguridad, se fomenta el compromiso. No olvidemos el sentimiento de pertenencia, que es mucho más acusado en situaciones como la acontecida.
La DANA y otros eventos catastróficos o crisis como la que vivimos en la pandemia del Covid-19 nos demuestran que las empresas no son algo independiente, y que están estrechamente vinculadas a las vidas y a las inquietudes de las personas que las componen.
La habilidad para responder con liderazgo, empatía y solidaridad no solo ayuda a gestionar la crisis, sino que también fortalece la cultura organizacional y el compromiso de los equipos.
Una empresa que demuestra su humanidad en tiempos de crisis construye relaciones laborales más fuertes y un entorno de confianza que perdurará en el tiempo.
De verdad, merece la pena cuidar a las personas. Dentro y fuera de las empresas. El retorno no es medible, pero estoy segura de que es infinito.
Cuidad. Cuidaos.