Según la consultora Gallup, el 67% de los empleados que reciben feedback constructivo regularmente están comprometidos con su empresa, mientras que ese número baja a un 16% entre quienes no reciben retroalimentación de manera periódica. Esta diferencia es alarmante y refleja la importancia de una evaluación de desempeño bien hecha. Sin embargo, ¿por qué tantas empresas siguen fallando en este proceso clave?
Uno de los errores más comunes en las evaluaciones de desempeño es la falta de criterios claros y objetivos. Todos tenemos sesgos y estos nos llevan a tomar decisiones subjetivas, desde el efecto Halo, que generaliza una característica positiva o negativa de un empleado a todas las áreas de su desempeño, hasta la tendencia a evaluar solo los acontecimientos recientes, dejando de lado los logros a largo plazo.
Además, en un contexto donde el feedback constructivo debería ser el pilar de estas evaluaciones, muchas veces se convierte en una herramienta mal utilizada o completamente ausente. Para que una evaluación de desempeño sea efectiva, debe ser parte de una cultura de retroalimentación continua, en lugar de un mero trámite anual. Los colaboradores quieren recibir feedback, pero debe ser constructivo y enfocarse en el crecimiento.
Por otro lado, los colaboradores también tienen un rol activo en este proceso. Enfrentar una evaluación negativa no es fácil, pero es fundamental ver este tipo de retroalimentación como una oportunidad de crecimiento. La clave está en escuchar con calma, buscar entender antes de reaccionar y, sobre todo, salir con un plan de acción claro.