En el mundo de la literatura del management contemporáneo, existe una joya literaria que debería ser de lectura obligatoria en todas las escuelas de negocio y para todos los líderes: «El traje nuevo del emperador». Este cuento clásico nos ofrece una valiosa lección sobre la visión estratégica y la percepción del liderazgo en las organizaciones modernas. ¿Pero, hoy en día, quién necesita consultores de management cuando tenemos a Hans Christian Andersen?
La historia, en resumen, trata de un emperador tan obsesionado con su apariencia que contrata a unos estafadores que le prometen un traje que sólo es visible para los inteligentes y dignos de su puesto. La realidad, como bien sabemos, es que el traje no existe. Sin embargo, el miedo a parecer un ignorante lleva a todos a fingir que lo ven. ¿No os parece que es un refrescante paralelo con el mundo corporativo actual? ¿Cuántas veces le hemos dicho que sí a nuestro manager, por miedo o para evitar un conflicto a sabiendas de que nos puede perjudicar?
En cualquiera de nuestras empresas, seguramente hemos conocido a un jefe que, cual emperador moderno, se rodea de consultores y colaboradores aduladores que le venden ideas grandiosas y estrategias innovadoras. Estos visionarios, como los sastres del cuento, aseguran que sus propuestas revolucionarias sólo pueden ser comprendidas por aquellos con verdadera visión de futuro. Y ahí comienza el espectáculo, que tan bien describe el cuento de Andersen.
Los colaboradores, como los súbditos del emperador, asienten fervorosamente. “¡Qué magnífica estrategia, señor!”, “¡Nunca hemos visto algo tan innovador!” exclamamos todos, mientras internamente intentamos descifrar qué es lo que estamos aplaudiendo. La ironía aquí es que la mayoría no tiene idea de qué está hablando el jefe, pero claro, nadie quiere ser el ignorante que no entiende el traje invisible.
Pero, ¿quién se atrevería a contradecir al emperador? La cultura del miedo, disfrazada de respeto corporativo, prevalece en muchas organizaciones y no hay valientes que opinen lo contrario. Por esta razón, es normal ver en algunas reuniones cómo los empleados elogian las decisiones estratégicas con la misma pasión con la que aplaudirían al emperador desnudo desfilando por las calles. Después de todo, ¿quién quiere perder su trabajo por falta de visión?
Sin embargo, cada cierto tiempo surge una voz inocente, un empleado nuevo o un becario despistado que, sin conocer las reglas del juego, se atreve a preguntar: “Pero, ¿no está desnudo el jefe?” Y es ahí donde la historia se vuelve verdaderamente instructiva: en lugar de ser celebrado por su honestidad, el pobre ingenuo es rápidamente silenciado y educado sobre la importancia de la «diplomacia corporativa».
La moraleja del cuento y del mundo del management es clara: la verdad, aunque evidente, es frecuentemente suprimida por el miedo y la adulación. Los líderes, cegados por su propia grandeza, desfilan orgullosamente en trajes inexistentes mientras sus colaboradores aplauden con fervor su astucia. Así, se perpetúa el ciclo de la incompetencia adornada y del liderazgo a ciegas.
Entonces, ¿qué podemos aprender de esta sátira corporativa? Quizás sea hora de valorar más la honestidad y menos la adulación. Quizás necesitamos más “niños” en nuestras empresas, dispuestos a señalar lo obvio sin miedo a las repercusiones. Y, sobre todo, quizás nuestros jefes deberían mirar un poco más allá de sus trajes invisibles y empezar a vestir, no sólo sus cuerpos, sino también sus ideas, con algo de realidad.
Estoy seguro que conoces organizaciones así, también es cierto que muchas otras son totalmente lo opuesto y en las que existe la libertad de opinión y de poder discrepar frente a ciertas decisiones del manager (siempre que sea por el bien común de la empresa), pero sin lugar a dudas, para las unas y para las otras, la lectura del cuento de Hans Christian Andersen debería ser de lectura obligada, no hay mejor libro de management en la actualidad.