Un estudio de McKinsey estima que la Inteligencia Artificial es capaz de incrementar la productividad de las organizaciones entre un 20% y un 40%. Sin embargo, su integración también plantea debates complejos sobre el impacto que puede tener en el bienestar de los empleados.
Algunas de estas herramientas de IA ya monitorizan la productividad en tiempo real, lo que genera una presión constante sobre los empleados para cumplir con estándares cada vez más altos de productividad. Esta vigilancia excesiva no solo fomenta una competencia constante entre los trabajadores, sino que también puede derivar en agotamiento y estrés.
Los departamentos de Recursos Humanos tienen un rol fundamental en garantizar que la IA sea una aliada para potenciar las capacidades humanas y no una herramienta de control que genere un clima de desconfianza. Para lograr esto, las empresas han de ser transparentes con sus empleados sobre cómo se están utilizando estas herramientas, explicar claramente qué datos se recopilan, para qué se utilizan y asegurarse de que los empleados otorguen su consentimiento de manera informada, sin temor a represalias.
Un ejemplo que ha generado preocupación por el manejo de los datos biométricos es el de Amazon; la compañía instaló sistemas de cámaras equipadas con IA para monitorizar la seguridad de sus conductores, analizando su comportamiento para detectar indicios de fatiga o infracciones como el uso del móvil mientras conducen. Si bien esta medida se planteó como un avance hacia una mayor seguridad, muchos conductores declararon sentir una presión excesiva por cumplir con tiempos de entrega bajo condiciones desfavorables, cuestionando si la tecnología está realmente enfocada en su bienestar o en la maximización de la eficiencia.
Otros ejemplos notables de uso de IA los encontramos en compañías de renombre como Walmart, Starbucks, Chevron, T-Mobile y Delta Airlines, que están implementando herramientas basadas en IA, como puede ser Aware, que analizan las interacciones entre empleados a través de canales de comunicación como Slack, Microsoft Teams y Zoom, revisando miles de millones de mensajes con el fin de detectar posibles infracciones de políticas internas, como acoso o discriminación. Si bien esto puede verse como una forma eficiente de garantizar el cumplimiento de las normas, también plantea importantes preocupaciones en torno a la privacidad de los empleados.
Sin el enfoque adecuado, este tipo de seguimiento impacta negativamente en la capacidad de los empleados para desconectar del trabajo. Según un estudio de Buffer, el 22% de los trabajadores remotos afirma tener dificultades para separar su vida personal de la laboral debido a la constante supervisión digital. Es preciso que los líderes de RRHH establezcan límites claros dentro de la organización, como desactivar las herramientas de monitorización fuera del horario laboral para ayudar a los empleados a conciliar mejor su vida personal y profesional.
Aunque la IA puede aumentar las ganancias a corto plazo, las empresas que priorizan los márgenes sobre el bienestar de sus empleados se arriesgan a minar su moral y reducir su motivación a largo plazo, según un estudio de Deloitte.
Para evitar este desenlace, antes de implementar cualquier medida relacionada con la IA, es fundamental asegurar una formación sólida que permita a los líderes y empleados no solo entender el potencial de esta tecnología, sino también los riesgos éticos que conlleva. Otras medidas clave para un desarrollo responsable de la IA incluyen: crear comités de ética que evalúan el impacto en el bienestar laboral y propongan medidas correctivas, realizar auditorías periódicas de los algoritmos para garantizar que sean justos y respeten la privacidad, y estandarizar protocolos internos, como establecer límites de monitorización y asegurar la transparencia de datos, con la ayuda de expertos en derechos digitales y bienestar laboral.
Además, la realización periódica de encuestas de satisfacción laboral puede servir de ayuda para posibles áreas de mejora y evaluar el impacto de las políticas implementadas. Estas iniciativas permiten a las empresas fomentar una cultura colaborativa y de transparencia sobre el uso de la IA, aumentando así los niveles de confianza entre sus empleados.
No cabe duda de que la IA tiene un inmenso potencial para liberar a los empleados de tareas repetitivas y potenciar su creatividad, pero solo será positivo si las empresas se comprometen a una implementación que respete la dignidad y los derechos de sus empleados, asegurando que las tecnologías que adoptamos estén al servicio de las personas.
La IA no es el enemigo, sino una poderosa herramienta que, bien utilizada, puede ser una aliada para construir un futuro laboral más justo, eficiente y centrado en las personas.