RRHH Digital. «El mundo es de los optimistas». El optimismo es «la clave del éxito» y —ya puestos— «el eje de la felicidad».
Argumentos así ensalzan el buen ánimo como remedio para todos los males. Son frases que pueden soltarse con verdadera contundencia, pero a veces sin convencimiento: lucen mucho y comprometen poco.
Para poner en su sitio los tópicos joviales, conviene compararlos con los que usan los pesimistas en su contraataque: «tras un optimista hay un tonto disfrazado» o «solo un optimista es capaz de semejante banalidad» o «líbreme de optimistas y deme a un Profesional» (si se pronuncia con mayúsculas, mejor incluso).
Hoy atravesamos una crisis de pesimismo, construido alrededor de máximas catastrofistas. En estos tiempos, los mustios y acongojados ganan puntos de audiencia. La razón: es más fácil apuntarse al carro pesimista, y al menos no se darán codazos a tu alrededor tachándote de iluso (en apariencia, queda muy cerca el iluso del ilusionado).
Por ejemplo, hace solo unos meses la gripe A nos aseguraba una hecatombe mundial… que finalmente se quedó en catarros resueltos con heroísmo, líquidos desinfectantes ya caducados, y quizá algún bolsillo inflado que alimenta nuevas teorías conspiranoicas (a las que son tan dados los pesimistas, por cierto).
Años atrás, un pájaro muerto en la calle anunciaba la gripe aviar que nos contagiaría a todos. Todos los que habíamos sobrevivido de morir con el cerebro esponjado por las vacas locas.
El germen de estas situaciones, sin duda, tendría su base científica. Pero la propagación de ese germen fue obra y gracia de pesimistas profesionales (con minúsculas).
UNA TAXONOMÍA
Para entender mejor los resortes y vectores del pesimismo, cabe dividir subespecies de acuerdo con el comportamiento de los apenados:
1.Pesimista crónico («¡Está mal!, sea lo que sea»): como tiene suciedad en las gafas, ve suciedad por todos lados. Además, su corta visión le hace tropezar cada poco, lo cual le da nuevos argumentos para explicar la ruina circundante. Provoca que se cumplan sus propias profecías, trazando un círculo que se retroalimenta y extiende. Es el sujeto que durante las vacaciones se queja por el calor tórrido de las playas caribeñas, mientras anuncia que su piña colada está demasiado fría. A diferencia de lo que ocurre con ciertas inflamaciones de vénulas en parte íntima (esas que se sufren en silencio), este pesimista, además de crónico es cronista: proclama en alta voz las desgracias presentes y venideras.
2.Pesimista agorero («¡Ya veréis!»): categoría estacional, que brota periódicamente, acogiendo a políticos (normalmente en la oposición), apocalípticos (que regresan vivos tras la catástrofe) y tabacaleras. Son los que prometen la ruina y tienen seguidores en las otras dos subespecies (seguidores que luego no se entretienen verificando si las predicciones se cumplieron, pues andan ya [pre]ocupados con la siguiente calamidad). Los agoreros clásicos explican el fin de los tiempos por la confluencia de un puñado de constelaciones más un par de cifras significativas sacadas de contexto. Por su parte, los agoreros modernos extrapolan efectos desmedidos a partir de causas inconexas (el mal entendido efecto mariposa). Así funcionan quienes auguran epidemia de bares cerrados por la Ley antitabaco; o los padres asustadizos que agobian a sus retoños con un «¡te vas a caer!», en vez de «agárrate fuerte».
3.Pesimista informado («La cosa está fea. Lo sé de buena tinta»): ante los argumentos emitidos por el pesimista crónico o agorero, un informado no tiene nada que añadir. Cree, asimila y asiente sin juicio. Si le han dicho que no saldremos de la crisis hasta 2030, él lo acata y propala.
BASTA DE PESIMISMOS
Conviene ya dejar de lado a los amigos de la fatalidad. Nos hemos prometido no contratar a un solo pesimista más. El año 2011 será en nuestra empresa el primero en que cada candidato deberá pasar una escala de actitudes que demuestre su optimismo. Porque un optimista aporta el doble.
«Pero ¿a qué viene eso ahora?», se oye quejarse al pesimista ofendido.
El optimista es valiente. Lejos de apuntarse a lo fácil, persigue con ahínco el lado positivo. Su cerebro está entrenado para evitar ver en todo el desastre, y siempre intenta encontrar la oportunidad. Todo esto es vital para cualquier situación de crisis.
El optimista es creativo. La experiencia le enseñó que solo con soluciones imaginativas se sale de donde los fracasados ven fracaso.
El optimista es fuente de optimismo contagioso. Genera «buen rollo» y saca del fatalismo al indeciso. Quizá no convenza a los pesimistas, pero se lleva de calle a la inmensa mayoría que nada entre las dos orillas.
Queremos un optimista para atender a nuestros clientes: seguro que será capaz de transmitirles, desde el primer minuto, que de verdad quiere resolver su problema.
Queremos un optimista para comercial: será el único capaz de salir a vender convencido del éxito, llueva, nieve o haga crisis. Y porque sale dispuesto a ganar, logrará cerrar la venta.
Queremos un optimista para definir la estrategia de la compañía: él o ella será capaz de encontrar la vía, de ver el nicho de mercado, de saber que no hay que parar, que ya queda menos, que la crisis es una anécdota y siempre trae una oportunidad.
Queremos un optimista para enseñar: que hable de lo bello, de lo humano, del amor, de lo verdadero. Que comprenda el error humano y transgreda lo establecido.
El optimista sueña con cambiar un poco el mundo. El pesimista visiona su destrucción. ¿A cuál debemos seleccionar? ¿Alguien lo duda?
6 comentarios en «Hay vacantes, pero solo se admiten CV de optimistas»
No puedo estar más de acuerdo. Es la actitud de ver el vaso medio lleno o medio vacio, de sentirse capaz de mejorar las cosas de manera proactiva o la inactividad de creer que no se puede actuar sobre lo inevitable. Es detectar aquellas personas que se sobreponen ante situaciones difíciles frente a las personas que se derrumban ante las situaciones más nimias. Enhorabuena por el artículo.
Enhorabuena por este artículo!! Es genial, brillante, con chispa… es OPTIMISTA.
Uno de los problemas más graves que arrastra el pesimismo es el efecto Pigmalión, totalmente de acuerdo.
Y desde luego, de las crisis no nos saca el pesimismo, sino el optimismo inteligente.
El pesimista mira al suelo, no levanta cabeza. El optimista mira hacia delante, ve posibilidades y las aprovecha.
Saludos
si es cierto que reina un ambiente negativo , pesimismo,..yo sin formación,bajo perfil laboral,parado desde tres años, divorciado,sin poder pagar parte de manutención me embargan el sudsidio y sin nada de dinero ni para pasar el mes,..pero no soy pesimista,..tomo la opción de seguir adelante,intentar mejorar mi situación como pueda.un saludo.
Solo son palabras generalmente de gente mas o menos estable en la vida. De frases hechas esta lleno el mundo. Todo es muy bonito desde la lejania. Hoy hay muchas almas que vagan por sus mentes pensamientos de pesimismo porque ya no quedan recursos. Cada mañana nos levantamos llenos de esperanzas hasta que leemos el primer periodico o llamamos a la primera puerta solicitando »poder dejar un curriculum», esa mirada administrativa nos dice ¿otro? a las 10 de la mañana se nos cae el cielo encima y nos llenamos de pesimismo…. mañana sera otro dia… un dia mas, esperemos que sea un dia malo como el de hoy y no peor porque peor ya es la nada.
‘realismo’: nombre que los pesimistas dan al pesimismo.
‘pesimismo’: nombre que los optimistas dan al realismo.
‘optimismo’: cualidad que debería tener cualquier persona realista.
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