A lo largo de las últimas décadas, la forma en la que ha sido entendida la discapacidad ha variado de manera importante. Y ha sido precisamente esta concepción de una realidad la que ha marcado el acceso de las personas con discapacidad a los distintos ámbitos de la vida en sociedad.
Precisamente, en Fundación Randstad cumplimos este año 20 años trabajando en dos de las esferas más importantes para el desarrollo vital de cualquier persona, y que más obstáculos en el acceso para aquellos que tienen discapacidad han presentado: la educación y el empleo.
La evolución en estos ámbitos, no solo en el acceso de este colectivo, sino también de la calidad de su presencia, es decir, en la manera en la que ocupan el espacio que les corresponde, es un claro ejemplo de cómo la discapacidad ha ido logrando cada vez estar más presente y representada en la sociedad en su conjunto.
Aunque, indudablemente, todavía quede mucho trabajo por delante hasta alcanzar la inclusión real, cuando echamos la vista atrás y vemos todo el camino que hemos recorrido, no podemos sino estar orgullosos de todo lo que hemos logrado como sociedad a nivel global.
Y es que, durante años, el mundo laboral no contaba con las personas con discapacidad. Esta barrera no hizo sino menoscabar el derecho que hoy en día tiene cualquier persona a desarrollar su propio proyecto de vida de la manera deseada, con dignidad y autonomía.
Más tarde, llegó la integración. Empezaron a aparecer los indicadores de personas con discapacidad en las estadísticas de una forma tímida. Este modelo acercó la discapacidad a la sociedad, aunque distaba de ser ejemplar. Aunque facilitaba el acceso de las personas con discapacidad al entorno laboral y su pertenencia a la organización, lo hacía sin fomentar los parámetros de equidad y valor del talento con discapacidad. Dicho con otras palabras, permitía el acceso al entorno, pero no la igualdad de oportunidades.
Esta realidad dio entonces un paso más allá hasta llegar al modelo inclusivo actual. Decimos que un modelo es verdaderamente inclusivo cuando las personas con discapacidad están dentro de la organización y se relacionan como iguales con el resto de los integrantes de la misma, con las mismas oportunidades de desarrollo y reconocimiento. Sin distinción por ningún motivo.
Fundación Randstad nació en 2004 con el claro objetivo de conseguir la verdadera igualdad de oportunidades laborales de las personas con discapacidad. Para ello, hemos puesto todo nuestro empeño y esfuerzo en tres ejes centrales: la sensibilización, la capacitación y la transición al empleo. Estas han sido las bases sobre las que hemos construido todo nuestro ecosistema y las que han vertebrado todas nuestras acciones, programas e iniciativas a lo largo de estos 20 años de historia.
Para nosotros, siempre ha sido importante articular nuestras propuestas de manera que puedan contribuir a que cada vez sean más las empresas que, lejos de contratar a personas con discapacidad por el mero hecho de cumplir con lo que marca la legislación, lo hagan por convicción. Porque integren la diversidad como una palanca de innovación y riqueza en la organización, de manera que sea esta la que marque, guíe y justifique cada una de las decisiones estratégicas que tome la alta dirección.
Para ello, ha sido fundamental este cambio hacia un modelo inclusivo, que no pudo llegar hasta que las empresas comenzaron a tomar conciencia de que tener una discapacidad no define a un trabajador ni a la persona y, por supuesto, tampoco tiene porque mermar su potencial, profesionalidad y capacidad de trabajo.
Afortunadamente, en estos 20 años que llevamos trabajando en materia de inclusión laboral de personas con discapacidad hemos ido viendo como quienes creemos en la igualdad somos una mayoría que continúa creciendo y que sabe que los beneficios de contar con una plantilla diversa e integrada por personas diferentes son múltiples y muy variados. Quienes de verdad han tomado conciencia de ello son nuestros mejores aliados para continuar avanzando en esta dirección. Y, qué casualidad, son las empresas que lideran los cambios y transformaciones, las que se atreven a innovar y sacar la mejor versión de su organización para asumir y afrontar retos a los que otros no llegan.
Debemos seguir avanzando en la plena inclusión entre todos los agentes de la sociedad, públicos y privados, aunando esfuerzos y siendo conscientes de que la inclusión laboral de las personas con discapacidad contribuye de una manera importante a desarrollar económica y socialmente una sociedad más equitativa, justa y avanzada, una sociedad con valores y virtudes que nos ayudarán a vivir en libertad y prosperidad.
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