– ¿Tú qué harías si fueses yo? -Grettel ladea la cabeza y me mira como siempre de soslayo, como sólo sabe hacer ella, tratando de evitar que sepa que lo que necesita decirme es “dime qué hago por favor!”.
– Gretty, a estas alturas de mi vida creo que lo único que sugeriría a alguien es que se hiciese la depilación láser. Es lo único que confío 100% recomendable para todos. Cualquier otra firme opinión (llamado consejo), me parece complejo, limitante, atrevido…te diría que hasta castrador.
– ¿Recuerdas cuando estábamos en la universidad? ¡Lo echo de menos!, caray, y eso que allí no veíamos el momento de terminar. Qué ingenuidad, allí, en aquel momento, todo nos parecía posible.
– Es que todo era posible.
– ¿Tú crees?, ¿Y en qué momento dejó de serlo?
– En el momento que elegimos la persona que queríamos ser.
– ¿La persona que queríamos ser?, no te entiendo, por favor explícate. -siempre me ha hecho mucha gracia cómo Gretty entreabre la boca con cara de sorpresa cuando consigues captar toda su atención. Me recuerda a un pececillo que, de pronto, repara en alguna sorprendente presencia al otro lado del cristal.
– Hay algo que he reflexionado mucho con el tiempo. Quizás esté equivocada, pero creo que cada uno de nosotros es infinitas posibilidades. Pero, en un punto, cada uno sabe el suyo, elegimos la persona que queremos ser. ¡Como si no fuésemos “persona” todavía!
– Tienes toda mi atención, continúa por favor.
– Ocurre algo, especialmente doloroso o incómodo para ti. En tu caso, ¿te acuerdas cuándo Lolo te dejó?. Recuerdo aquel momento cuando, dos años después de que Nando me dijera que no me quería, lo vimos en el parking de la facultad con una chica completamente diferente a mí. Salí corriendo despavorida a esconderme en la biblioteca. Jaja, corría con el ímpetu de quien huye de sí, como si gritase silenciosamente en cada zancada “todavía no, no me veas así, que todavía no soy la persona que me hubiese gustado que vieses en mí”.
Y así empieza todo Gretty, movidos por un dolor, elegimos en ese estado de confusión y ego herido quién queremos ser, y quién no. Seleccionamos cuidadosamente la persona que consideramos otros hubiesen elegido y renunciamos a lo que exceda de ahí. Construimos un avatar perfecto y limitado del que pagaremos, seguro, las consecuencias.
Nuestra vida se convierte en la consecuencia de quien pensamos debíamos ser. (Pienso que me gustaría decirle a Gretty que a veces siento de fondo el grito de quien no quise ser, pidiéndome la oportunidad de salir, lo cual me tortura en cierta manera desde hace unos meses)
Me pregunto, insistentemente a veces si te soy sincera, qué hubiese ocurrido si en vez de elegir ser una persona determinada, hubiésemos elegido las consecuencias que queríamos experimentar. Tal vez así, todas nuestras posibilidades hubiesen encontrado su momento y lugar, y entonces todo hubiese seguido sido posible. No seríamos tan “perfectos” a ojos de los demás, pero nos sentiríamos completos, tanto como siempre lo fuimos, y no nos buscaríamos en nadie más.
Te contesto con una pregunta: esta vez, qué elegirías, ¿persona o consecuencia?
Cargando ...
