Uno de mis grandes placeres secretos es la lectura de cuentos góticos de mujeres victorianas. Relatos sobre fantasmas que irrumpen en lo cotidiano, escondidos en una esquina de la cocina o detrás del papel pintado amarillo del dormitorio. A la luz de la narrativa de terror actual, son cuentos ingenuos, predecibles y que se leen con una sonrisa condescendiente. Pero una lectura más detallada nos lleva a capas más profundas en las que se habla de la soledad y el enclaustramiento de la mujer en el gineceo; de su rol secundario y opaco en una sociedad donde la vida se decidía fuera, mientras ellas se quedaban dentro. Son por tanto relatos sobre hijas, esposas, madres y viudas, sobre fantasmas de mujeres que, pese a todo y contra todo, escriben, trabajan, pintan o viajan solas. Porque la lectura tiene muchas dimensiones, y cuanto más se lee, más se facilita la penetración en esas capas de comprensión de lo que en realidad se está contando, como sucesivas dimensiones de metaversos en las que el lector se atreve a bucear.
En el ámbito educativo, la comprensión lectora es fundamental para el éxito académico en diferentes materias. A través de la lectura comprensiva, los niños y jóvenes ejercitan su memoria, su capacidad de procesamiento de la información, la retentiva, el pensamiento crítico y, sobre todo, desarrollan el hábito de pensar con imágenes a través de las palabras.
Para ello existen en las escuelas y universidades planes de fomento de la lectura, libros recomendados, bibliotecas, revistas literarias e incluso clubes de lectura. Sin embargo, en el momento de entrar en el mundo laboral, este fomento de la habilidad lectora por parte de algún tipo de institución desaparece. Se presupone que, lógicamente, el adulto va a mantener el hábito de la lectura, tanto en el ámbito laboral como en el personal. Sin embargo, esto no siempre sucede, y algunas personas reconocen abiertamente que quisieran leer más, mientras que otras ni siquiera lo contemplan entre sus preferencias de ocio o entretenimiento. La lectura corre el peligro de ser uno de los hábitos más fácilmente procrastinable, bajando en la escala de prioridades de ocio o entretenimiento en favor del consumo de series o de contenidos de redes sociales.
Comprensión lectora, productividad e innovación
Más allá de que el trabajo sea de oficina, de atención al público, industrial o de cualquier otra naturaleza, la capacidad de comprender y procesar información rápidamente y de manera efectiva sigue siendo crucial en prácticamente todas las profesiones. La lectura comprensiva de informes, albaranes, manuales de instrucciones o estándares, correos electrónicos, propuestas u otros documentos es básica para un buen desempeño de la actividad.
Como capacidad, la comprensión lectora va más allá del simple acto de leer contenidos en una página, un tique o una pantalla. Implica entender, analizar e interpretar el texto, así como conectar la información que se presenta con conocimientos previos. La lectura comprensiva estimula la imaginación, la curiosidad por saber qué está pasando y lo que va a ocurrir después. Estas habilidades son cruciales para el aprendizaje a lo largo de la vida, ya que permiten a las personas adquirir conocimientos, desarrollar nuevas habilidades, comprender la diversidad, imaginar futuros y adaptarse a entornos cambiantes. Por supuesto, una buena comprensión lectora es esencial para el desarrollo del pensamiento crítico. Permite a los individuos no solo entender lo que leen, sino también cuestionar la información, evaluar argumentos, identificar sesgos y llegar a conclusiones fundamentadas. La lectura de forma habitual y consciente también ayuda a los profesionales a mantenerse actualizados con las últimas tendencias y desarrollos en su campo, lo cual es especialmente importante en industrias que evolucionan rápidamente y en las que la agilidad de aprendizaje es una competencia crítica. Del mismo modo, la habilidad lectora es imprescindible en la era de la información, en la que estamos constantemente bombardeados con datos, noticias y opiniones, en muchas ocasiones sesgadas, cuestionables o directamente falsas.
Por el contrario, la falta de práctica en la comprensión lectora durante la edad adulta y, concretamente, en el ámbito profesional, conlleva un deterioro de estas habilidades. Esto puede derivar en dificultades para entender y procesar información compleja, con un impacto negativo tanto en la vida personal como profesional. Además, una baja comprensión lectora puede limitar el acceso a oportunidades de aprendizaje y desarrollo personal, llegando incluso a disminuir la capacidad de memoria a medio plazo. Por lo contrario, el hábito de la lectura comprensiva fomenta la crítica constructiva sobre la “opinática”. Un acto tan sencillo como leer, subrayar, tomar notas y extraer conclusiones o dudas sobre un informe antes de una reunión con varias personas multiplica la eficiencia de esta y, por tanto, la productividad de las personas y las empresas.
Fomentando la habilidad lectora en las empresas
Una vez convencidos de la importancia de desarrollar y mantener la capacidad lectora de nuestros profesionales, son muchas las estrategias y actividades con las que fomentarlas de manera participativa y lúdica. Un ejemplo puede ser establecer un club de lectura dentro de la compañía, proponiendo libros relacionados con la actividad de la empresa, ensayos o incluso ficción, reservando un espacio para comentarlos, reflexionar sobre lo aprendido, los acuerdos o desacuerdos sobre el tema o el estilo del autor seleccionado cada mes. También se puede poner a disposición de los profesionales una pequeña biblioteca con libros físicos o virtuales, e incluso cómics o videojuegos, por su lenguaje narrativo específico, o bien recomendar desde la newsletter o intranet corporativa diferentes títulos seleccionados por los empleados. De cara a mejorar la comprensión lectora en cada caso, así como las técnicas de lectura rápida, desde el área de formación y aprendizaje se podrían organizar sesiones sobre cómo leer y sintetizar información de manera eficiente, ligado a técnicas para anotar ideas y convertirlas en realidad.
Incluso se podría reservar un tiempo específico durante la jornada laboral para la lectura de informes de tendencias, documentos o memorias, poniendo después en común lo aprendido, como una forma de garantizar que los profesionales dediquen tiempo a esta actividad.
A través de iniciativas como estas, estructuradas en forma de itinerario exento o bien incluido en algún programa corporativo relacionado con el pensamiento crítico, se ayuda a los profesionales, adultos que quizás relegaron el hábito de leer, a ponerse en forma de nuevo y recuperar el amor por los libros. Se ayuda, en definitiva, a que en los relatos góticos podamos distinguir el reclamo de mujeres oprimidas en los fantasmas victorianos sentados en un banco solitario.