Los avances tecnológicos y los cambios sociales continúan cambiando el mercado laboral. Ello hace que cada vez sea más importante enfocarse en la formación continua -pues el reciclaje ha de ser constante- e incorporar a los equipos perfiles con diversos puntos de vista. Ese abanico de enfoques es el que puede marcar la diferencia en la evolución tecnológica. Por tanto, las mujeres tienen mucho que decir y que aportar a la innovación en el sentido más amplio y a áreas como la industria moderna, la robótica o la ciencia de los datos.
Sin embargo, los datos indican que nos enfrentamos a desafíos importantes en este ámbito, pues la capilaridad de los perfiles femeninos en las diversas vertientes del sector tecnológico no es la que desearíamos. Las estadísticas no son halagüeñas: sólo el 20% de los profesionales en tecnología son mujeres. El porcentaje se rebaja todavía más si ponemos el foco en áreas como el desarrollo de software.
Este déficit compromete la calidad y el alcance de la innovación tecnológica. Puede haber quién lo cuestione, obviamente, pero la realidad es que la diversidad de género enriquece los equipos de trabajo y proporciona unos mejores resultados en los proyectos. ¿Por qué? Por el simple hecho de representar en mayor medida la realidad social. Si las mujeres somos consumidoras de esos avances de los que hablamos, tiene lógica que también estemos detrás de ellos o que contribuyamos en su gestación. Al fin y al cabo, somos las especialistas las que podemos impulsar iniciativas que beneficien a las mujeres. Ni siquiera hay que ir tan lejos, las mujeres serán las que tengan en cuenta la experiencia de usuario de otras mujeres. Ahora mismo, en la gran mayoría de ideas revolucionarias, no se incluye nuestra visión.
Datos con sesgo sociocultural
El sesgo de género en los modelos de aprendizaje automático es un claro ejemplo de cómo la falta de diversidad puede influir negativamente en la evolución. Estos modelos, que influyen en decisiones y percepciones cotidianas, aprenden de datos históricamente cargados de sesgos socioculturales. Incluso la UNESCO ha señalado la gravedad de este problema en los modelos de lenguaje, resaltando la urgencia de abordar esta cuestión.
La raíz del problema está en la escasa representación femenina en formaciones de carácter tecnológico. Aunque en otros campos académicos las mujeres son mayoría, en tecnología la situación es diferente. En el curso 2022-2023 el 75% del alumnado de las carreras vinculadas a la Educación estaba confirmado por mujeres, mientras que en el campo de la Informática el porcentaje se reducía a un 16%. En las ingenierías y la industria, habría 69% de alumnos frente a un 31% de estudiantes. Hay factores como las percepciones tradicionales de los roles de género que pueden desincentivar a las jóvenes a seguir carreras tecnológicas desde una edad temprana. Es ahí, en esas etapas, dónde es posible marcar la diferencia.
Facilitar información a las jóvenes
Desde luego, la solución tampoco está en trasladar toda la presión a las niñas, indicándoles un camino profesional inevitablemente tecnológico. No hay que intentar convencer a todas las estudiantes de que elijan este ámbito para compensar las cifras actuales en un futuro a medio y largo plazo. Sí podría cambiar el paradigma el hecho de apoyar e incentivar a aquellas niñas que muestran un interés genuino por la tecnología, la digitalización, la robótica o la programación, por ejemplo.
En mi caso personal, tuve la oportunidad de explorar por mí misma programas que comenzamos a ver en el instituto y que me interesaron. Recuerdo que le planteaba muchas dudas a mi profesora, que ponía pasión en enseñarnos. Pero antes de enfocar mis inquietudes en esas herramientas, tuve que saber que existían. ¿Por qué hago mención a esta experiencia particular? Muy sencillo: para lograr una mayor equidad y derribar estereotipos muy marcados en este sector profesional, tenemos que dar a conocer las posibilidades que tienen a su alcance esas alumnas.
Dirigir no es la respuesta, pero quizá si ayude a hallarla el plantear las posibilidades de carrera que les ofrece la tecnología. Es seguro que de esa forma muchas más jóvenes se interesarían por estas oportunidades laborales. Un mayor acceso de los perfiles femeninos a este mercado proporcionaría una innovación más inclusiva y, en definitiva, más integral.
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