1 de noviembre de 2024
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Hace poco tiempo, en una galaxia muy muy «cercana»…

Hace poco tiempo, en una galaxia muy muy "cercana"...

RRHH Digital. Se dice que los vientos nunca son favorables para aquellas naves que no saben a dónde se dirigen.

Esta frase, que se puede definir como una realidad, aplicada a aquel mercado laboral, cobraba especial relevancia, sobre todo, después de las largas tormentas que estabamos padeciendo. Los océanos por los que durante más de una década estábamos acostumbrados a navegar, las corrientes conocidas, el comportamiento de las mareas esperadas, poder predecir a través de las brisas  los vientos que se avecinaban, y los temporales a partir de cualquier indicio en el cielo, sus consecuencias y como capearlos, cambiaron radicalmente tras los huracanes Lehman, Madoff,….
Acostumbrados a desayunar todas las mañanas en cubierta, contemplando paralizados como se desenvolvían esas “tormentas perfectas”, en mitad del océano, cuando con más furia se comportaba el oleaje y los vientos del paro azotaban las naves con virulencia, aparecieron algunas “palomas” portando, como en la época de Noé y su arca, ramas de olivo, los famosos “brotes verdes”.

Pero aquí, a diferencia de lo que ocurrió en el “Antiguo Testamento” (léase el  antiguo sistema económico-financiero), la tierra seca y firme, que permitiera cuanto menos arribar nuestros maltrechos  buques,  arreglar las jarcias y recomponer las arboladuras, no apareció.
Con  la velocidad con que se propaga el “escorbuto” en las marinerías, corrieron noticias en los diferentes “diarios de a bordo” (léase prensa económica), que algunos “Navíos de Línea”, de la vieja Europa, capitaneados por la Almirante “Merkel”, navegaban por aguas más tranquilas y que, con las bodegas algo recuperadas, se dirigían al “rescate” de los bajeles que los necesitaran.

En ese momento, en la goleta “Hispania”, se seguía discutiendo de quien era el botín de “la crispación”. Al igual que “bucaneros”, se batían los dos Capitanes “Zarpatero” y “Rajoya de la Corona”, y, mientras sonaban los aceros, otras comandancias (léase CCAA) aprovechaban para sacar fruto de la rivalidad, tratando de engalanar sus buques repartiéndose el ya gastado botín, fruto de épocas pasadas.

Las tropas, ya cansadas, empezaban a reclamar sus derechos, no era momento de hablar de obligaciones, y surgían con mayor o menor éxito los motines entre las diversas naves de las flota.

Los antaño aliados del capitán “Zarpatero” se rebelaron, convocaron huelgas generales, y los colectivos más privilegiados (Controladores) no consentían que a costa de sus propios intereses, se pudieran hacer campaña política y pusieron de nuevo a la flota “Hispania” en el mapa mundial.

Los marineros seguíamos en la “queja”, buscando responsables de nuestro destino, éramos capaces de, como en los grabados de Goya, mantener una riña a garrotazos, enterrados hasta la rodilla, sabiendo que ninguno conseguirá salir bien parado.

Había más de cuatro millones de vías de agua en el casco, y el “almirantazgo”, intentaba que nos refinanciaran nuestra deuda, viajando a otros puertos y gritando que éramos capaces de reflotar nuestras viejos y en algunos casos “buques fantasmas” como el “San Construcción que no se vende”. Nos defendíamos hablando de “reformas estructurales”, ya nadie hablaba del “entre todos podemos”, y una vez más, la marinería sufría en silencio los avatares de los “puentes de mando”.

Continuábamos en la “queja”, en el buscar que alguien, principalmente entre aquellos que “nos habían metido allí”, nos ayudara a salir de la tormenta. Habíamos olvidado las viejas tradiciones marineras, nos habíamos acostumbrado a navegar en remoto, ya nadie era capaz de pilotar un barco de manera manual, y con “destreza y esfuerzo”, ser capaz de capear el temporal.

Surgió entonces un buque, que yacía abandonado en lo más recóndito de los astilleros del puerto, todavía se podía leer su nombre en las amuras, era el “Respons-(h)-abilidad”. Estábamos acostumbrados a verlo, pero nadie sabía cómo pilotarlo. Algunos marineros, hartos de la situación, decidieron desempolvar los cuadernos de bitácora  y encontraron en ellos unas viejas nomenclaturas sobre jarcias y velamen. Si llegaban a comprenderlas, y eran capaces de ponerlas en marcha, les ayudarían para poder salir de puerto y dirigir sus singladuras, siendo además conscientes de hacia dónde se dirigían.

Así se leía en la primera página de  la bitácora:

•NO creas nada de lo que te cuenten los libros de “Management”, atrévete a experimentar y poner en práctica sus contenidos.

•Deja de preocuparte por lo que sucede a tu alrededor y pasa a ocuparte de lo que verdaderamente te afecta.

•Puedes vivir buscando culpables de lo que te ocurre y declararte inocente, o puedes declararte protagonista de tu destino y actuar conscientemente, comprometido con los resultados.

•Todo lo que hagas puede suponer un sacrificio o un esfuerzo, tú decides si actúas desde la exigencia o desde la excelencia.

•Si te equivocas, decide si quieres pasarte la vida lamentándote del error y buscando a quien castigar, si no es a ti mismo, o, quizá te sirva de aprendizaje y de apertura hacia el éxito. Eso sí, no creas que para llegar a puerto es necesario el camino de la “prueba-error”, este es solo uno de los caminos, de ti depende descubrir nuevas rutas hacia el logro.

•Cuando por la noche en cubierta repases el día, recuerda que tienes dos oídos, dos ojos y una sola boca. Ello, si actúas de manera consciente, te ayudará a escuchar y percibir el doble de lo que ocurre a tu alrededor, con respecto a lo que seas capaz de hablar.

•La escucha es el principio del aprendizaje, y si, además lo haces de manera empática, entonces te habrás iniciado en el camino que te hará percibir diferentes realidades y el puerto hacia el respeto de los demás estará cada vez más cerca.

•En el respons-(h)-abilidad lo que verdaderamente es importante y esencial es la capacidad de decidir.

•La habilidad para responder no significa que ello nos conlleve a tener habilidad para obtener siempre el éxito con nuestras respuestas.

•Lo que sí es trascendental con ese tipo de actuaciones, es que, con ellas, expresamos nuestros comportamientos de manera racional, voluntaria y libre.

Al final de la primera página, venía una cita de un viejo libro de un tal Viktor Frankl:
“………Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas – la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias-para decidir su propio camino….”

Algunos marineros, suboficiales y oficiales, decidieron  embarcarse en ese buque,  no conocían bien la cartografía de ese nuevo viaje, pero preferían conducir a ser conducidos.

Otros se quedaron en puerto, y alguno, mientras  veía como se alejaban las velas y se confundía el barco con la línea del horizonte, pensó de manera consciente, yo tengo que estar allí……….

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