Mantener el equilibrio en períodos de crecimiento vertiginosamente acelerados ha sido uno de los principales retos para las sociedades modernas. La habilidad de resolver asimetrías tan comunes como la relación entre la oferta y la demanda o conjugar innovación y regulación, se han convertido en factores decisivos para asegurar el crecimiento sostenible de industrias punteras o empresas que han explotado su potencial repentinamente.
El sector de las energías renovables se halla inmerso en un período de crecimiento acelerado donde la gran necesidad de profesionales en toda la cadena de valor se ha puesto de manifiesto de forma explícita. Europa se ha embarcado en los últimos años en un despliegue masivo de nuevas plantas de renovables para avanzar hacia una transición energética renovable con la aceleración necesaria que permita alcanzar los objetivos marcados a 2030, incluyendo nuevas tecnologías que requerirán tanto el reciclaje de los actuales profesionales experimentados que llevan dedicándose años a esta industria, como nuevos profesionales debidamente formados. En este momento, hay en España entre 60GW y 80GW autorizados, pendientes de construir en los próximos años, lo que supondría conectar un 120% de la potencia que hemos instalado en los últimos 20 años.
Lo cierto es que esta transición ha ido acompañada de la generación de grandes oportunidades de crecimiento en términos de empleo. Tanto es así, que la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su informe Energy Technology Perspectives 2023, ha puesto de relieve que los empleos relacionados con la fabricación de energías limpias se duplicarán, pasando de 6 millones, actualmente, a casi 14 millones en 2030. Más concretamente, España generará, con los cálculos de planes actuales, 350.000 empleos directos y alrededor de 118.000 empleos indirectos hasta 2030.
A pesar de estas previsiones y cifras que reflejan cierto optimismo, lo cierto es que la escasez de perfiles especializados para el sector de las energías renovables es otro de los cuellos de botella que afronta el sector en este ‘boom’ renovable y que deberemos resolver durante los próximos años para culminar así la transición energética. No cabe duda de que el contexto actual nos exige reimaginar nuestra relación con el talento para poder asumir con éxito el despliegue de todos los proyectos renovables.
En este momento, en el que la demanda de perfiles profesionales se encuentra en pleno auge, también se suma a la ecuación la profunda transformación del sector sin precedentes, impulsada por la implementación de nuevas tecnologías o la creciente relevancia de los criterios de sostenibilidad o los estándares de seguridad. Los retos que se dibujan en el horizonte para la industria de la energía renovable son mayúsculos y demandan perfiles cada vez más especializados, transversales e interdisciplinares, capaces de navegar la complejidad de un sector en auge y con un potencial todavía por explorar.
En este escenario, las empresas del sector energético, entre otras muchas industrias, también estamos adoptando nuevas fórmulas, como el trabajo en remoto, para que la geografía no sea un obstáculo más en este complejo contexto y así poder contar con una mayor diversidad de perfiles de talento con una perspectiva más internacional. Sin embargo, todas estas medidas todavía resultan insuficientes para atender la creciente demanda de estos perfiles cualificados para el sector y los retos que se plantean en el futuro.
Por ello y, ante este escenario, será clave formular una apuesta del talento que nos permita dar una respuesta sólida y solvente a los objetivos de descarbonización mundiales fijados para 2030. Y en esta nueva relación con el talento, hay tres pilares que deben marcar la hoja de ruta: concienciar sobre las energías renovables y su impacto social; promover una formación especializada orientada a la profesionalización, y garantizar el reciclaje de habilidades y competencias laborales.
El contexto actual nos exige aumentar la concienciación en las generaciones venideras sobre las energías renovables, no solo para promover futuro más sostenible sino también para atraer el interés de nuevos perfiles profesionales hacia este sector emergente, que puede inspirar desde profesionales eléctricos, mecánicos, civiles, electrónicos, administrativos, etc, e ingenieros o arquitectos, pasando por abogados o científicos hasta profesionales del ámbito financiero.
La cadena de valor del sector es tan amplia que alberga cualquier profesional de cualquier formación, así como las nuevas específicas que se están creando para cubrir las necesidades de las tecnologías innovadoras que se están adhiriendo al sector. Porque esta aceleración de los proyectos renovables también implica promover una formación nítidamente orientada a la profesionalización y a la especialización, que permita satisfacer la creciente demanda de habilidades en multitud de ámbitos como la sostenibilidad, la tecnología, las finanzas o la gestión de proyectos. La formación especializada no solo debe preparar a los estudiantes para desempeñarse eficazmente en roles específicos dentro de la industria de las energías limpias, sino que también debe brindar las habilidades técnicas y soft skills, así conocimientos necesarios para abordar los desafíos complejos asociados con la transición hacia un despliegue más eficiente en términos económicos, energéticos y sostenibles.
Por ello, también será clave fortalecer el vínculo entre los diferentes niveles de estudios, como los centros de formación profesional, grados universitarios, y las necesidades del mercado laboral, incluyendo la actualización constante de temáticas y competencias relevantes. Para lograr esto, es necesario establecer una colaboración estrecha entre los centros de formación profesional de grado medio y superior, las universidades y las empresas del sector.
Cada vez son más centros los que se suman a reestructurar los planes de formación que permitan a los jóvenes acceder a aquellos que más se ajustan a sus necesidades futuras. Dichos centros ofrecen planes de formación dual de grado medio y superior específicos de energías renovables, donde se puede compartir la formación teórica y práctica con potenciales salidas al mercado laboral, lo que aporta valor al sector y acelera la transición del talento hacia la industria renovable. Adicionalmente se pueden potenciar los proyectos de investigación conjuntos, la participación de profesionales de la industria como docentes invitados, así como el desarrollo de planes de estudios flexibles y de profesionalización especifica que se ajusten al dinamismo y la particularidad de la industria de las energías renovables.
Por último, el reciclaje de competencias también será crucial para mantener a los profesionales al día con las últimas innovaciones y las demandas cambiantes del mercado. Esto puede implicar la actualización de conocimientos técnicos específicos relacionados con tecnologías más punteras, como la hibridación.
Como industria, si queremos calibrar bien el equilibrio entre talento y la futura potencia instalada, debemos implicar a todas las generaciones desde las organizaciones educativas, desde las más jóvenes hasta las más senior para que esta transición sea del talento y para el talento; transversal. El reto es mayúsculo, pero estoy convencido de que el sector renovable cuenta con la capacidad suficiente para convertir todos estos desafíos en oportunidades para construir un futuro mejor para todos.
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