Cada día, en nuestra cotidianidad laboral, confiamos en herramientas de inteligencia artificial tales como DeepL o Google Translator para tareas cotidianas, como la redacción de correos en inglés. ChatGPT nos permite ir un paso más allá: por ejemplo, uno de sus usos más comunes en este ámbito es la redacción de correos completos con solo indicar el tema, el tono y el contexto. Estos correos resultan impecables, formalmente correctos y bien redactados, superando a menudo incluso nuestra capacidad en nuestra propia lengua materna. Estas herramientas se han así convertido en aliados indispensables en nuestro trabajo diario.
No obstante, el dominio del inglés sigue siendo esencial para el desarrollo personal y profesional. En la mayor parte de los casos, aprender inglés en el contexto laboral tiene como objetivo principal la comunicación efectiva con clientes, proveedores o colegas.
Esta comunicación implica más que el simple intercambio de palabras; se trata de establecer conexiones humanas, donde la empatía y la construcción de relaciones positivas juegan un papel crucial. Éstos son aspectos que la IA, por su naturaleza y al carecer de inteligencia emocional, no puede facilitar.
El potencial que posee la IA para democratizar el aprendizaje de idiomas es innegable.
Sin embargo, surgen preguntas importantes: ¿cómo puede la IA mejorar efectivamente el aprendizaje del inglés? ¿Cuál es el papel del profesor en la era de la IA? ¿Es todavía necesaria la intervención humana en el proceso de aprendizaje?
La aparición de chatbots avanzados como ChatGPT tienen el potencial de revolucionar el aprendizaje de idiomas.
Estos sistemas pueden interactuar con los estudiantes de una manera similar a una conversación humana, ofreciendo una experiencia de aprendizaje atractiva y efectiva.
No obstante, el aprendizaje guiado por humanos sigue siendo fundamental, ya que aspectos como la empatía y la comprensión de los matices culturales juegan un rol determinante en el proceso.
Asimismo, el aprendizaje de un idioma va más allá de la mera adquisición de habilidades lingüísticas; involucra también un profundo conocimiento cultural. Por ejemplo, el inglés, siendo la lengua utilizada por defecto en la comunicación internacional, requiere entender no sólo la gramática y el vocabulario, sino también la cultura del interlocutor.
Por otro lado, la forma más fiable de asegurar que un estudiante pueda desenvolverse en inglés en aquello que en educación llamamos un contexto “de alto riesgo” (en el caso del aprendizaje de idiomas, el contexto de la vida real) es a través de evaluaciones que reproduzcan estas situaciones. Por esto, algunas academias optan por confiar en productos en los que la evaluación es llevada a cabo por humanos.
El mercado actual busca una combinación de factor humano, soporte tecnológico y calidad de la enseñanza. En este sentido, la Educación Basada en Competencias (EBC) ilustra esta tendencia, proponiendo un enfoque en el cual los estudiantes avanzan al demostrar habilidades específicas en contraste con un enfoque en el cual avanzan simplemente por haber completado una serie de contenidos en una determinada cantidad de tiempo
En resumen, la gran apuesta de hoy es la colaboración entre el humano y la tecnología, uniendo ambas fuerzas para obtener el mejor resultado en el aprendizaje del inglés.