Según un informe de McKinsey & Company, las empresas con una mayor diversidad de género en sus equipos directivos tienen un 21% más de probabilidades de experimentar una rentabilidad por encima de la media. Este hallazgo subraya la importancia estratégica de la inclusión de mujeres en la toma de decisiones y el impacto directo que tiene en los resultados financieros de una empresa.
La presencia femenina en las empresas, principalmente en cargos directivos o de liderazgo, genera una ventaja en términos de atracción y retención de talento. Los colaboradores, sobre todo las nuevas generaciones, buscan entornos de trabajo donde se valoren y respeten sus diferencias, y las organizaciones inclusivas tienden a atraer a personas diversas y altamente calificadas. Mujeres senior, especialistas en tecnología, autodidactas, e incluso las que ya tienen experiencia en rubros históricamente ocupados por hombres, como minería, construcción y transporte, por mencionar algunos.
Asimismo, no se puede ignorar la compresión de las necesidades del mercado. Las mujeres representan una parte significativa del poder adquisitivo global y tener una representación diversa en la fuerza laboral puede ayudar a las empresas a comprender mejor a sus clientes y a adaptar sus productos y servicios de manera más efectiva.
La integración de mujeres en empresas no solo es una cuestión de justicia social, debe ser el resultado de su experiencia y desarrollo profesional independiente de su género. El desafío de las organizaciones es distinguir y valorar la diversidad de género para prosperar en un mundo empresarial en constante evolución. Es hora de reconocer el papel fundamental que desempeñan las mujeres en la creación de empresas más innovadoras, resilientes y exitosas.