En un mundo laboral en constante transformación, la inteligencia artificial generativa emerge como una fuerza disruptiva redefiniendo la forma en la que las compañías trabajan, innovan y compiten. Una investigación de OpenAI cuantifica el potencial de esta tecnología, afirmando que cualquier sistema impulsado por GPT podría reducir en al menos un 50 % el tiempo que tarda un humano en realizar una tarea laboral específica.
En este contexto de cambio acelerado, el papel de los directores de recursos humanos adquiere una nueva dimensión, trascendiendo de la gestión del talento para liderar estratégicamente la formación y adopción ética y efectiva de la IA. Es preciso garantizar que las aplicaciones sean justas, transparentes y confiables, especialmente en ámbitos tan críticos como pueden ser el reclutamiento y la gestión de talento.
Uno de los primeros retos a los que se enfrentan los responsables de recursos humanos es lidiar con las posibles preocupaciones de los empleados con la llegada y consolidación de esta tecnología. Ante las noticias pesimistas de sustitución de personal por la IA, el equipo de recursos humanos tiene que ayudar a los profesionales a entender que, si se adaptan a los cambios que trae esta tecnología, se volverán imprescindibles para la compañía al ser más productivos y mejorar la calidad de su trabajo. Por ejemplo, en lugar de realizar tareas rutinarias y repetitivas que pueden ser automatizadas, los empleados podrán enfocarse en actividades que requieran habilidades humanas únicas, como las habilidades de liderazgo, la capacidad de tomar decisiones estratégicas y de adaptarse a nuevas situaciones, la capacidad para inspirar y liderar o el mantenimiento de relaciones emocionales.
En este proceso, la formación en inteligencia artificial emerge como un elemento crucial para el éxito tanto de los candidatos como de los empleadores. Con la creciente demanda de habilidades técnicas especializadas en IA, las empresas se enfrentan al desafío de encontrar, formar y retener talento con las competencias necesarias para desarrollar y gestionar soluciones basadas en esta tecnología. Ante la escasa oferta de profesionales con conocimientos en IA, formar internamente a los equipos no solo es útil para suplir esta necesidad, sino también para aumentar su lealtad a la empresa. Según un informe de LinkedIn, el 94% de los empleados se quedarían en una empresa más tiempo si invirtiera en su desarrollo profesional.
Esta formación va más allá de la adquisición de habilidades técnicas; también desempeña un papel crucial en la promoción de la adopción responsable de la tecnología. Al educar a los empleados sobre los principios éticos en el desarrollo y uso de la IA, las empresas pueden mitigar los riesgos asociados con el sesgo de datos, la privacidad y la seguridad. Esto no solo les protege de posibles repercusiones legales y financieras, sino que también fomenta un ambiente de trabajo justo, inclusivo y transparente donde el sexo, raza, religión u orientación sexual de un empleado no determine la valoración de su trabajo.
Un ejemplo que ayuda a ilustrar estos riesgos es lo que le ocurrió a Amazon en 2017. El sistema aprendió a juzgar si alguien era adecuado para un rol estudiando los currículums de candidatos anteriores que habían destacado. La IA entendió que, al haber históricamente pocas mujeres en esos puestos, eran menos válidas que los hombres para ocupar determinadas posiciones en la empresa.
Siguiendo con el ejemplo, si la herramienta se entrena con datos históricos que reflejan prácticas de contratación sesgadas, es probable que perpetúe estos estereotipos. Es necesario auditar estos modelos para evitar que estos sesgos se trasladen a las herramientas de IA. Que esta auditoría sea hecha por expertos independientes junto al equipo de recursos humanos de la compañía puede ayudar a identificar estos problemas, proporcionando una base para su corrección y mejora.
Esta promoción de un uso ético responsable de la IA implica establecer políticas y procedimientos que protejan los derechos y la privacidad de los empleados, así como los intereses de la empresa y sus clientes. Al hacerlo, no solo cultivan un ambiente de confianza y transparencia, sino que también ayudan a mitigar los riesgos potenciales asociados con el uso de tecnologías avanzadas en el lugar de trabajo.
El liderazgo visionario y un enfoque centrado en las personas es fundamental para navegar por los desafíos y las oportunidades que surgen en este nuevo paradigma laboral, asegurando un crecimiento sostenible y continuado para todos los involucrados. Establecer un entorno laboral saludable, adaptado a las exigencias cambiantes del mercado y regido por principios éticos, es el camino indicado para fortalecer la posición de la empresa y cultivar un equipo más comprometido y leal.