La intervención psicológica en situaciones críticas tiene como objetivo prevenir los posibles efectos negativos reactivos a los eventos adversos que puedan afectar a una persona o a un colectivo. Conviene que la empresa se implique y ofrezca medidas de apoyo a los trabajadores que puedan sufrir dichas situaciones.
Existen distintas situaciones potencialmente críticas o traumáticas que pueden afectar a los trabajadores de una empresa, como son:
- Enfermedad repentina de un empleado, un familiar de un empleado o un cliente con relación estrecha.
- Muerte repentina de un empleado (ocurra o no en el lugar de trabajo), un familiar de un empleado o un cliente con relación estrecha.
- Accidentes laborales.
- Accidentes fuera del entorno laboral que provocan graves lesiones en los trabajadores.
- Acciones violentas: atracos o agresiones en el puesto de trabajo, la proliferación de atentados terroristas en el entorno próximo, etc.
- Desastres naturales (inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas, etc.).
- Cambios no deseados en la empresa, como reestructuraciones de personal, despidos, etc.
Estas situaciones inesperadas e indeseadas hacen recomendable la activación de la gestión de crisis por parte de la empresa, ya que es frecuente que provoquen ciertas reacciones de estrés agudo (recuerdos repetitivos e intrusivos sobre el hecho, confusión emocional y aumento de la tensión o el estado de alerta) en las personas afectadas que, si no se abordan adecuadamente, podrían desencadenar estrés postraumático (si estos síntomas persisten más allá de un mes). De ahí la importancia de ser proactivos a la hora de intentar prevenir, paliar, minimizar o disminuir la severidad y cronificación de las consecuencias negativas en la salud mental de las personas afectadas, de manera lo más inmediata posible a que el evento adverso ha tenido lugar (en las primeras 72 horas). Existe evidencia empírica de que activar correctamente una gestión de crisis por parte de la organización reduce el malestar en las personas trabajadoras.
Lo que se hace en aquellos casos en los que la empresa pone en nuestro conocimiento la situación crítica, es coordinar rápidamente con ellos el desplazamiento, generalmente a sus instalaciones, de un Psicólogo Experto en Crisis y Emergencias. La empresa informa a los afectados de la recomendación a participar voluntariamente en esta acción, y el profesional suele realizar una o varias intervenciones grupales (de en torno a 2 horas de duración cada una) en función del grado de exposición al evento de las personas participantes y del número total de trabajadores. En estas intervenciones, se ofrece a las personas trabajadoras un espacio seguro y profesional, en el que comentar lo sucedido y recibir información sobre sus reacciones esperables, se les invita a exponer sus pensamientos y emociones asociadas, y se reestructuran posibles creencias erróneas, además de reconducir hacia los servicios pertinentes en los casos en los que se identifica la necesidad. Esto es lo que se conoce como “debriefing”, que tiene por objetivo normalizar el proceso por el que las personas trabajadoras estén pasando, entender sus fases y favorecer que, aquellas personas que lo deseen, puedan compartir como están viviendo y afrontando la situación. A continuación, se suele poner a disposición de aquellas personas que de nuevo voluntariamente lo decidan, la posibilidad de recibir orientación y asesoramiento de manera individualizada por el mismo profesional. El objetivo de esto es dar la posibilidad a aquellas personas que lo deseen de profundizar algunos temas abordados en el debriefing grupal o, incluso, de trabajar los mismos temas pero de manera más personal. El profesional indica el horario así como la ubicación dentro de la empresa en la que estará disponible, de tal modo que aquellas personas que deseen tener una sesión individual podáis acercaros sin ningún tipo de cita previa a la ubicación donde está el psicólogo y tener dicha sesión.
En definitiva, se trata de reducir el impacto negativo que estas situaciones críticas puedan acarrear en la salud mental de los trabajadores. Pero es que, además del coste personal que pueden acarrear para los afectados (en términos de malestar psicológico), no hay que menospreciar el coste económico que suponen para las empresas las posibles bajas, la pérdida de productividad o el absentismo asociados. Y más allá, nuestra experiencia nos muestra el feedback positivo de los empleados que se sienten cuidados por sus empresas con acciones de este tipo, siendo un servicio muy positivamente valorado.