Quizás no exista otro deporte que como la equitación, contribuya tanto al desarrollo de las cualidades y habilidades personales necesarias para dirigir equipos. La dureza y la fuerza física, más que innecesarias, resultan incluso contraproducentes. Seguramente es por esto por lo que la equitación, en cualquiera de sus disciplinas, es el único deporte olímpico en el que compiten hombres y mujeres en igualdad de condiciones.
Así, un jinete o amazona se encuentra ante un animal que, cuando menos le quintuplica en fuerza y peso. Solo con empatía, paciencia, firmeza, arrojo, habilidad y técnica, jinete y caballo consiguen la “conexión” necesaria, que les permite hacer lo que tienen que hacer dentro de la pista de competición.
Quizás tampoco exista otro deporte, salvo el ajedrez, que como la equitación reúna tanta técnica y requiera tanta experiencia para poder afrontar el reto que supone interactuar con seres vivos, que hacen de cada caballo, en cada momento, una situación única. Aunque a veces pueda llegar a parecerlo, ni el jinete, ni el agile coach son un mero añadido que se limita a marcar el recorrido, todo lo contrario, uno y otro son los artífices de que caballos y personas puedan dar lo mejor de sí mismo. Ambos interpretan un papel muy exigente que requiere conocimiento, constancia y conexión para formar un binomio con el animal y favorecer el trabajo de todo el equipo que hay detrás.
Si el asiento, el equilibrio, el tacto y las ayudas de piernas, espalda, peso y riendas, constituyen la base de la técnica para transmitir las órdenes al animal y acompañarlo en sus movimientos, el asiento y la empatía nos permiten sentirlo (escucharlo). Para que un equipo logre rendir casi al límite de sus posibilidades, es imprescindible una compenetración y confianza ciega de los unos en los otros y esta solo se alcanza a través del conocimiento mutuo que proporciona la escucha activa.
La confianza es algo que se construye todos los días, no pidiendo nunca al animal más de lo que este puede dar, ya sea por sus limitaciones físicas o psicológicas. El trabajo diario permite a jinete y coach experimentar en un entorno propicio, para lograr romper esas barreras psicológicas que limitan el binomio jinete/caballo, al tiempo que se ejercitan y desarrollan las capacidades.
Otra característica que hace único este deporte y lo asemeja a determinadas técnicas de dirección y desarrollo empresarial, es que, tanto el jinete como el ágile coach, es entrenador y director, a la vez que parte del equipo y, por tanto, el único responsable de los resultados. Por supuesto en permanente contacto y atento a las indicaciones del resto de actores claves de la propia organización, se trata de un trabajo en equipo en el que interviene el entrenador, la persona responsable del cuidado del caballo que convive con él, la familia con su apoyo…, pero sin olvidar que el que recibe la información de forma más directa y el único capaz de transmitir las indicaciones al equipo que lidera, es el propio jinete o amazona.
Lo mas importante es entender a tu caballo y establecer con él una conexión profunda. Los caballos son animales vivos, no es una máquina, formar binomio es lo mas importante y lo que te puede llevar al éxito, y eso lleva tiempo, trabajo y esfuerzo. Conocer a tu caballo, pasar tiempo con él, eso son claves del éxito en la pista de competición.