RRHH Digital. Siempre he mantenido que la carrera de un profesional debe ser gestionada por uno mismo, nunca debe ser delegada a terceros. Como director de recursos humanos, siempre me ha llamado la atención las personas que con independencia de los programas internos de capacitación y desarrollo de sus empresas, han buscado vías alternativas o, al menos, complementarias, para su formación continua, abriendo nuevos caminos, mejorando sus habilidades, adquiriendo en muchas ocasiones unos conocimientos para puestos de trabajo que han detectado dentro de su radar personal y que cambian el plano de carrera que le ofrece su compañía.
Con estas decisiones, no solo mejoran sus oportunidades profesionales, si no que adquieren una mayor seguridad, independencia y prestigio personal. La relación laboral, por cuenta de terceros, es difícil que no sea asimétrica, ya que se basa en la entrega de tiempo, experiencia y talento a cambio de una contraprestación determinada, normalmente una remuneración económica pactada. En el mejor de los casos, las compañías más avanzadas, tratamos de ofrecer al empleado otra remuneración más orientada a satisfacer necesidades intrínsecas de la persona, ligadas a aspectos emocionales y afectivos, buscando una vinculación más intensa y, por extensión, un mayor compromiso personal. Sin embargo, en la búsqueda de un mayor equilibrio, de una mayor simetría en su relación, el profesional debe indagar periódicamente en sus opciones y revisar su progreso y su proyecto profesional. Cuanto mayor sea su independencia intelectual y emocional, mayor será su solvencia y capacidad personal y, por tanto, mayor valor aportará en los proyectos en los que se involucre.
La formación no solo permite actualizar conocimientos si no que facilita el intercambio de experiencias y es un excelente vehículo para reflexionar sobre la propia trayectoria. Un buen profesional debe asumir que una trayectoria de progreso implica una sana y legítima ambición que acompañada de esfuerzo y dirección proporcionará un seguro retorno a medio plazo. Podemos ver con normalidad que una dedicación exhaustiva al trabajo actual no nos permita un gran margen de actuación en cuanto a la asistencia regular a un programa de formación ya sea presencial u “on-line”, o bien dedicar el tiempo que necesitaríamos para avanzar sostenidamente en la adquisición de nuevos conocimientos, pero debemos ser conscientes del riesgo que esto entraña. La desactualización en conocimientos, la “oxidación” de habilidades o, simplemente, detenerse en el crecimiento / desarrollo profesional implica a medio plazo unas consecuencias que deben ser valoradas. A menudo, en las entrevistas de desarrollo profesional que mantengo con los participantes en programas de formación, surgen múltiples disculpas ante la pasividad en estos aspectos, ante la falta de actuación. Una, la más socorrida, es achacar a la empresa la responsabilidad de no ofrecer las oportunidades de formación adecuadas. Fíjense en el riesgo del argumento utilizado. Estamos dejando nuestras posibilidades de crecimiento, de actualización profesional, en manos de terceros. Esta pasividad puede llegar a cercenar posibilidades de futuro. Puede que la empresa no esté interesada o, simplemente, no tenga capacidad para formar a sus empleados, pero, entonces, el argumento tendría que ser otro: qué tengo que hacer yo para continuar con mi propio compromiso de mejora continua. No podemos optar por la vía sencilla de dejarnos ir, debemos tomar las riendas ya que lo que nos jugamos es nuestro propio futuro.
El mercado español cuenta con una de las mejores ofertas formativas del mundo. Las escuelas de negocios, ofrecen una nutrida variedad de contenidos, en los que con total seguridad se puede encontrar aquel que mejor sintoniza con nuestras expectativas y necesidades. Programas donde el participante encontrará no sólo un excelente contenido académico, la posibilidad de compartir nuevas experiencias, ampliar la perspectiva profesional e incrementar de forma considerable su red profesional de contactos, si no que ganará también la oportunidad de plantearse las preguntas que a menudo nos sirven para despejar las incógnitas sobre nuestra carrera profesional, teniendo la certeza que es uno quien controla y dirige su propia carrera.
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