Habitualmente, cuando hablamos de nómadas, nos referirnos a aquellas personas que se hallan en constante desplazamiento, sin un lugar de residencia fija. Y es que, los nómadas digitales guardan una estrecha relación con la auténtica etimología de la palabra. Sin embargo, el nomadismo digital actual tan solo precisa de un dispositivo móvil y conexión a internet; dos requisitos fundamentales para quienes deciden abandonar el sedentarismo de la oficina en busca de nuevos lugares con mejor calidad de vida, manteniendo su empleo y sus condiciones laborales.
En la pandemia, las personas físicas y jurídicas tuvieron que adaptarse a nuevas y repentinas realidades. Una de ellas, el trabajo a distancia. Y en este escenario de distanciamiento físico entre personas y empresas, la comunicación y el establecimiento de objetivos profesionales desempeñaron -y, a día de hoy, siguen haciéndolo- un rol fundamental en aras de fortalecer la cohesión de la plantilla y mantener el rendimiento, independientemente de cuántos kilómetros separen a las partes implicadas en el proceso productivo. Por tanto, establecer procesos claros, atender a las necesidades individuales y colectivas o contar con las herramientas tecnológicas adecuadas, se postulan como el sustento de una comunicación eficiente entre los miembros de la compañía.
Con el telón de fondo de la distancia entre empresarios y empleados, si bien es cierto que supone un paso al frente a la hora de realizar trabajos y tareas simultáneas en puntos geográficos distintos a la sede del negocio, no debe desviarse la mirada de la fijación de objetivos de cara al funcionamiento y la prosperidad de la empresa. Establecer una serie de metas e incentivos para el empleado, así como la evaluación posterior de las mismas, tampoco sería eficaz sin la existencia de una correcta comunicación. Dichos objetivos, por su parte, deben cumplir con estándares alcanzables y realistas que, al mismo tiempo, permitan que cada individuo conozca el camino hacia su consecución. Todo ello, en armonía, se traduce en un beneficio mutuo que desemboca, a fin de cuentas, en el éxito de la organización.
Construir un compromiso de tal magnitud en los nómadas digitales, sin perder de vista el crecimiento y desarrollo profesional, personal y empresarial, es todo un reto. Estamos, sin duda, ante un concepto que se edifica sobre una base de confianza, comunicación y apoyo mutuo. Al implementar las estrategias mencionadas, se crea un impulso que ayuda al empleado a sentirse parte de la organización, más motivado y satisfecho con su labor, tanto en la oficina, como desde casa. En esta línea, definir metas personalizadas para cada trabajador o fomentar su autonomía, permitiendo que ellos mismos se encarguen de gestionar su tiempo de manera flexible, asegurando en todo caso, que comprendan sus plazos y responsabilidades, puede ser un buen punto de partida. Por otro lado, celebrar sus logros y esfuerzos, u ofrecer incentivos y premios, son opciones orientadas a fomentar su entusiasmo. Así mismo, pese a la distancia, asegurarse del bienestar de los empleados, así como de su equilibrio entre vida laboral y personal, o la oferta de programas de apoyo para la salud física y mental, o herramientas y tecnologías para un mejor desempeño de sus funciones, también ayudan a un mayor rendimiento del trabajador.
Si tenemos en cuenta la perspectiva empresarial, el éxito en la gestión y en la evaluación de los nómadas digitales y, en general, de los empleados a distancia, se basa en la confianza, en la comunicación y en la capacidad de medir y valorar el rendimiento, en función de unos resultados calculables. De esta manera, es probable mantener un control efectivo que garantice un desempeño óptimo de los equipos remotos. Es por este cambio estructural en la manera de trabajar, por lo que empresas dedicadas a los recursos humanos ya han desarrollado herramientas que permiten la gestión de objetivos a distancia y en tiempo real, como es el caso de PayFit. De esta manera, las empresas pueden apostar por fortalecer las relaciones laborales a través de una comunicación directa y transparente.
¿Una forma de llevarlo a cabo? Las reuniones one to one. En ellas, el supervisor encargado y el trabajador en cuestión, se reúnen periódicamente en encuentros individuales. Durante estas charlas tiene lugar una comunicación personalizada, en la que se discuten aspectos como el desempeño, los objetivos y el desarrollo, así como cualquier tema de interés para la compañía. Éstas generan, además, un mayor grado de confianza, pudiendo abrir puertas a tratar otros puntos de vista, incluso ajenos a la empresa y centrados en el individuo, gracias a un carácter más informal y orientado a la conversación. En definitiva, unas rutinas laborales que son bien recibidas por las partes implicadas; ambas, retroalimentadas en la construcción de relaciones y en el conocimiento de la satisfacción mutua y logrando una mayor productividad en el empleado, algo que obviamente beneficia a la empresa.