Lograr que nuestros empleados estén deseando que llegue el lunes para acudir al trabajo es una hipótesis que no podemos considerar, es una utopía. Que la empresa sea su lugar favorito, el sitio, por encima de cualquier otro, en el que quieran estar es una fantasía no deseada… Sin embargo, conseguir que cualquier profesional en su puesto de trabajo se sienta bien, es una obligación de la propia corporación. Al fin y al cabo, las personas pasamos prácticamente un tercio de nuestra vida trabajando y, además, nuestra actividad profesional es una importante vía de expresión y de realización personal. Así que, ¿por qué sería un disparate pretender conseguir que las personas nos encontremos razonablemente bien, incluso muy bien, en el trabajo? Sería lógico contemplarlo entre los objetivos, estratégicos, de una empresa. También porque esto, de conseguirlo, repercutirá en el mercado, en la relación con nuestros clientes.
Cada vez más empresas están convencidas de que aspirar a que el trabajo sea una fuente de satisfacción y disfrute para sus trabajadores no sólo es legítimo, sino la mejor estrategia que pueden adoptar para ser más competitivas y atractivas como potenciales empleadores, para fidelizar talento y en las políticas de acceso a los mercados. Por esa razón, las corporaciones ponen en práctica la llamada “experiencia de empleado”, tan de moda, que consiste en llevar a cabo una sería de políticas de gestión de personas, apoyada por un muy eficiente y atractivo plan de comunicación, que bebe directamente de las fuentes del marketing, del bienestar, del sentido de pertenencia, de la vida saludable.
En esta nueva era, cuidar bien a los empleados en una organización, es absolutamente necesario si queremos que los consumidores, de una determinada marca, se sientan atraídos por la misma, y esto se transforme en un intangible muy explotable en los procesos de mercadeo.
Las marcas ya no dependen sólo de una serie de atributos materiales, (las funcionalidades o precio del producto), sino de un conjunto de elementos intangibles que nos conectan con esa marca a un nivel más profundo y emocional durante todanuestra relación con ella.
En el universo laboral, una buena experiencia de empleado actúa como una especie de pegamento invisible que incrementa la fidelidad de las personas y las alinea con los objetivos de la organización con más fuerza ayudando mucho al resto de factores alimenticios como son un buen salario o una determinada promoción. No quiere decir, por obvio,que el sueldo o el desarrollo profesional no sean importantes. Lo son. Pero tienen mucha más efectividad cuando se saben envolver en otros aspectos, más subjetivos, que se despliegan discretamente a lo largo de todo el ciclo de vida de este trabajador en nuestra empresa.
¿Cómo lograr que los trabajadores se sientan en el trabajo como en casa? Estas serían algunas de las claves para lograrlo:
- Espacio y tecnología. Todos trabajamos más a gusto en un lugar que nos inspire, nos llene de energía y nos permita comunicarnos y realizar nuestras tareas de una forma ágil y efectiva.
- Relaciones con jefes y compañeros. Somos animales sociales. Unas relaciones sanas, cordiales, respetuosos, en las que todo el mundo se sienta valorado y escuchado y todos tengan la posibilidad de aportar y participar es una de las grandes claves –quizá la que más– de una buena experiencia de empleado.
- Diversión y desafío. Un ambiente “fun” genera trabajadores que son “fans” de la compañía. Sí, trabajar puede, (y debe), ser una actividad reconfortante y hasta divertida. No divertida en el sentido frívolo de carcajada, (aunque unas buenas risas de cuando en cuando en el trabajo nunca están de más), sino entendida como un diario reto profesional estimulante y que nos ayuda a disfrutar de nuestra profesión.
- Cultura. La cultura organizacional no se ve, no se toca. Pero está ahí, impregnado cada acción y cada proceso de la empresa. Es una determinada manera de hacer las cosas, propia de esa compañía y de las personas que trabajan en ella, con la que el empleado puede sentirse identificado.
- Valores y propósito. Toda empresa se rige, (o debería hacerlo), por un determinado código ético y aspira a conseguir un poso o legado con su actividad al margen de la legítima aspiración a ganar dinero. Del mismo modo, a las personas nos mueven unos valores y nos gusta pensar que nuestro trabajo sirve para algo más que para pagar facturas. Cuanto más claros y alineados con los de la sociedad sean los valores y propósito de una compañía, más posibilidades habrá de que sus trabajadores los hagan suyos.
- Salud y bienestar. Una empresa que se preocupa por la salud y el bienestar mental y emocional de sus empleados es una compañía en la que los profesionales se sienten cuidados y a gusto.
- Beneficios y condiciones laborales. Sí, la parte “alimenticia” también cuenta. Salario, flexibilidad, horarios, facilidad para conciliar, tickets de comida, seguro médico, planes de formación y el resto de los beneficios incluidos en el catálogo de políticas de gestión de personas también integran una buena experiencia de empleado.