He dedicado gran parte de mi vida al análisis y reflexión de qué hace a un gran comunicador. En este camino he identificado que elementos atrofian la comunicación. Elementos que hacen que la comunicación no sea fluida, que el mensaje no llegue y no se creen vínculos entre emisor y receptor.
Estas reflexiones me han llevado a desarrollar una lista de los seis enemigos de la comunicación que te pueden hacer que pierdas el hilo, la atención o el mensaje.
Multitasking
Algún idiota dijo alguna vez que las mujeres desarrollan a la perfección el multitasking. No es cierto. No puedes concentrarte en una tarea si estás al tiempo preocupado o desarrollando otra distinta. Yo lo resumo en: “Hacer muchas cosas a la vez mal”. No se puede mandar un mail correctamente mientras hablas de otra cosa, o te haces un café. Nuestro cerebro necesita hacer una cosa y después otra cosa. La invasión de la tecnología y la sobrecarga de la multimedia. Yo me pregunto cuándo surgió la idea de que poder hacer varias cosas a la vez era una virtud o una habilidad.
El teléfono en las manos
Es imposible comunicar con alguien cuando el receptor está mirando su teléfono. Tampoco comunicar una idea mientras tú miras tu teléfono. Y lo digo con esta vehemencia porque siempre ganará el teléfono. Porque tú nunca vas a tener el mismo poder de influencia que tiene este teléfono. Este aparato siempre te va a abducir, te va a alienar y vas a perder el hilo de tu comunicación o distanciarte de quién está comunicándose contigo.
Las muletillas
“Eeeh”, “aaaah”, “bueno”, “vale”, “sabes”, “¿Entiendes lo que te quiero decir?”, “Me explico”. Estas muletillas me ponen de los nervios. Reducen y minimizan el mensaje.
Mis alumnos justifican estas muletillas diciendo:
— “Es que estoy pensando”.
A lo cual siempre contesto:
–“¿Y no puedes pensar en silencio?
Soy enemiga de las muletillas por dos razones muy claras. La primera que parece que no sabes lo que quieres decir. La segunda razón es que debilita la siguiente frase que quieres decir. Hay un remedio para esta manía de repetir tu muletilla. Una respiración, una pausa, un paréntesis, un kit-kat mental siempre va a ser bien recibido y va a clarificar el discurso.
El monotono
No hay excusa para un tono monótono. Refleja falta de energía y ganas. Poner énfasis y subrayar tu mensaje debe ser básico en tu comunicación. Refleja interés, pasión y convencimiento. Hay que dar color y pasión a las palabras. Si todos pensamos en el peor profesor que hemos tenido jamás. Escogemos al que nos ha provocado un sopor, aburrimiento y desidia un viernes por la tarde. Seguramente la mayoría escogeríamos a un profesor monocorde, monótono. MORTAL.
La maldición del conocimiento
Por último, pero no menos importante está la maldición del conocimiento. Esta frase la robo del libro Made to stick (Ideas que pegan) de los autores Chip y Dan Heath. Resumiendo, mucho: cuando sabes tanto de tu tema, eres tan experto en la materia, pero eres incapaz de comunicarlo a una persona normal y corriente sin ese conocimiento. A mí me pasa cuando llevo mi coche al taller. Los mecánicos deseosos de hacerme entender lo que le pasa a mi coche me provocan un estado de ansiedad que viene de mi desconocimiento de mecánica. Yo solo quiero saber de manera sencilla qué es lo que pasa: un dibujo, una metáfora… Quiero saber cuánto me va a costar y cuánto tiempo van a tardar. Mientras me explican la mecánica, yo entro en duda, intento fingir que entiendo lo que me explican mientras me siento tonta y, en mi caso, muy extranjera. Llego a plantearme mi conocimiento de la lengua castellana.
Hay algunos mini enemigos de la comunicación que no he incluido: hacer listas difíciles de recordar para nuestros discursos, hablar a una velocidad espectacular, la falta de contacto visual, los tics corporales. Pero estos conformarían otro artículo para otra ocasión. En este texto quería incluir de manera sencilla los cinco grandes enemigos que pueden hacer que tu comunicación no sea fluida ni efectiva.