RRHH Digital. La flexiseguridad es un concepto presente en todos los debates. Parece estar de moda y en ocasiones suena a imposición europea. La idea de flexibilizar y además asegurar el mercado surge como respuesta a una necesidad del mercado laboral, no sólo española sino europea. Debe dar lugar a nuevas formas de relacionarnos profesionalmente, sobre todo, teniendo en cuenta que en la actualidad están evolucionando el reparto de roles y la conciliación es una demanda cada vez más presente.
Desde 2004, en Europa, se lleva años promoviendo este concepto, pero es en 2007, en el acuerdo de Lisboa, cuando cobra una mayor relevancia. Las pautas que proporciona buscan lograr un mercado laboral que cuente con la flexiseguridad como uno de sus ejes de desarrollo social, laboral y económico. A través de la promoción de esta nueva manera de hacer se pretende alcanzar una mejor adecuación laboral, más empleo y mayor cohesión social.
La flexiseguridad implica generar un círculo virtuoso entre la flexibilidad y la seguridad. Con la combinación de ambos elementos se pretende conseguir una mayor flexibilidad en lo laboral, tanto en la contratación como en el despido, y en lo social, facilitando una cobertura adecuada para el desempleo. Ambos desafíos se combinan para lograr una mayor flexibilidad en la gestión de la fuerza de trabajo para el empresario y una mayor empleabilidad para los empleados.
Al hablar de flexiseguridad podemos destacar varios tipos. Una manera de estructurar el concepto la proporciona Whilthagen que inspirándose en Atkinson identifica hasta 16 tipos de fexiseguridad al combinar un concepto y otro.
Tipos de flexibilidad:
– Salarial: la capacidad de adaptar el salario a la realidad económica
– Funcional: adaptar los perfiles de la organización a las necesidades de negocio
– Jornada laboral: posibilidad de adaptar la jornada a la realidad productiva de la organización
– Numérica: capacidad de adaptar el número de trabajadores a las necesidades de mano de obra en una empresa
Tipos de seguridad:
– En el puesto de trabajo: protección directa del puesto de trabajo en la empresa
– En el empleo: consiste en garantizar el empleo, aunque no necesariamente en el mismo puesto de trabajo
– En los ingresos: garantizar unos ingresos en casos de desempleo
– Seguridad combinada: posibilidades para equilibrar la vida personal con la profesional
Implantar políticas de flexibilidad y seguridad de manera combinada en un país requiere un profundo análisis donde se manejen el tipo de cultura, las relaciones de los agentes del cambio (empresa, gobiernos, sindicatos), ideologías, formas de hacer, etc. Una vez realizado este análisis, cada país debe elegir la combinación de flexibilidad y seguridad que mejor se adapte a su realidad.
El ejemplo más extendido es el caso danés. Dinamarca se caracteriza por el conocido triángulo de oro, en el que se combina una baja protección del puesto de trabajo (flexibilidad) con fuertes medidas de ayuda por desempleo (seguridad). El tercer elemento que lo refuerza; las políticas activas de empleo, se basan fundamentalmente en facilitar formación que genere empleabilidad en la población y permitan un fácil reenganche al mercado laboral. Este modelo puede mantenerse gracias a los altos niveles impositivos que gravan el trabajo y al número de habitantes en dicho país.
Otro país es Holanda y se observan diferencias en el modelo elegido. En 1999 Holanda aprueba la ley de Flexibilidad y Seguridad por medio de la cual se garantiza la seguridad del puesto de trabajo frente a la seguridad de los ingresos del modelo danés, y se flexibiliza el modo de contratación, frente a la flexibilidad del puesto de trabajo defendido por Dinamarca.
Señalado que el desarrollo de la política de flexiseguridad depende de las características de cada país, la pregunta inevitable es si España puede adoptar algún modo de flexiseguridad. Si analizamos la situación actual, la legislación española, cuenta con cierta rigidez en la seguridad del puesto de trabajo, bajas prestaciones sociales por desempleo, un bajo gasto en políticas activas de empleo, elevadas tasas de desempleo y baja presión fiscal. A pesar de la reforma laboral que viene a introducir algún cambio en estas características. Desde otro punto de vista, el “Indicador de Flexiseguridad AGETT-CEPREDE” situaba a España en 2008 en un 58 sobre 100; considerando un nivel óptimo de 70 puntos. Dicho indicador, relaciona la empleabilidad, adaptabilidad al mercado, formación profesional y formación continua a través de 12 indicadores.
España tiene mucho camino por recorrer y la aplicación de esta política supone un reto para todos los agentes implicados que requiere diálogo y comprensión. La decisión es lenta y la implantación debe ser paulatina de manera que se garantice una nueva forma de relación tanto social como laboral que sea consistente y con carácter de permanencia de largo plazo. Ahora bien, teniendo en cuenta que competimos en un mercado globalizado esta es una excelente oportunidad para disponer de un mercado de trabajo más eficiente. La flexiseguridad tiene todas las características para ser un cauce válido.
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