Nadal es igual a mito. Su nombre es leyenda. Desde hace pocas horas, Rafa ha entrado entre los elegidos del tenis tras ganar el Abierto de Estados Unidos, el único título de Grand Slam que le quedaba por conseguir.
Rafa nos ha enseñado que los sueños se hacen realidad, que si nos lo proponemos, podemos llegar donde queramos, con trabajo y esfuerzo. Y es que nuestro Rafa rompe barreras y acaba con los límites.
Desde que Orantes ganara el Abierto de Estados Unidos en 1975, ningún otro español lo había logrado. En 2008 acabó con la maldición de Wimbledon, torneo que ganó Manolo Santana en 1966 y que parecía vetado a los españoles.
Los números de Rafa son inapelables: cinco Roland Garros, un Abierto de Australia, dos Wimbledon, un Abierto de Estados Unidos, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín, número 1 del mundo y 18 másters 1000 en su haber, con tan sólo 24 años y mucho margen de maniobra por delante.
Rafa Nadal es el mejor deportista español de todos los tiempos por su humildad, su espíritu de sacrificio y su talento, que ha sabido aderezar con combatividad, fuerza y energía.
Rafa es un ejemplo que demuestra que la constancia y la concentración son los elementos que nos conducen a levantar y a morder trofeos.
Rafa es la máxima expresión de la adopción de una actitud positiva ante los acontecimientos de la vida, lo que le ha permitido superar los obstáculos que se han interpuesto en su carrera y vencer la adversidad, saliendo más reforzado de las lesiones que han truncado su participación en torneos importantes.
Ayer, sin perder la compostura, sin un mal gesto, Rafa miraba al cielo esperando que la lluvia cesase. Hoy volvemos a mirar hacia arriba porque allí es donde está Rafa, en la cúspide, aunque con sus pies asentados firmemente en el suelo.
Nadal es el tenis escrito con mayúsculas, es la pasión y el coraje, es un campeón que lo es aún más cuando suelta la raqueta.
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