RRHH Digital. “Barco varado”
Lista de proyectos pendientes.
Hace un año tuvo lugar la reunión con nuestros clientes para identificar sus necesidades, y recoger con precisión los objetivos y requerimientos de dichos encargos. Realizamos las tareas habituales para gestionar los proyectos, utilizando además algunas herramientas informáticas que nos facilitaran la visión y el avance del trabajo a medio y largo plazo.
Pero llegada la reunión de entrega de los mismos, los resultados, en algunos casos, no fueron del todo satisfactorios y en otros, los proyectos no finalizaron en los plazos acordados.
No obstante, debido a que algunos clientes ya habían trabajado con nosotros, y este aspecto generaba por tanto su confianza, o bien porque tenían buenas referencias nuestras, nos ofrecieron una segunda oportunidad.
El acuerdo consistió en reorientar el proyecto debiendo entregar una redefinición del mismo en el plazo de una semana, en función del cual se tomaría una decisión para trabajar o no definitivamente con nosotros o con la competencia.
“Soltar amarras”
¡No hemos perdido! Sino que ¡hemos ganado! ¡Disponemos de una segunda oportunidad!
Puesto que aunque debemos esforzarnos (y mucho), porque el tiempo es escaso, nuestros clientes, unos porque nos conocen ya y confían en nosotros, y otros porque tienen buenas referencias nuestras, nos ofrecen la oportunidad de analizar y revisar (y además APRENDER), de nuestros propios procedimientos, procesos y relaciones de trabajo.
El primer paso que debemos dar es reflexionar sobre las fases realizadas en el proceso que hemos llevado a cabo.
La fase más importante es la identificación de necesidades del cliente, y es en la que debemos emplear más tiempo. Y tiempo significa, ponernos en su lugar, con su lenguaje, comprender su problemática, saber escuchar, contrastar y hacer que nos confirme si la información recogida es la correcta.
Además, deberemos contrastar todo ello con varios interlocutores o departamentos que corroboren esta información.
Fundamental es pensar en nuestro propio equipo de colaboradores con los que vamos a trabajar de forma muy estrecha en el día a día. Comunicarles dicho proyecto, compartirlo, conocer qué piensan ellos y cómo lo harían, qué dificultades ven, y cómo las resolverían…
Hay que planificar nuestras propias necesidades para llevarlo a cabo en cuanto a recursos materiales, personas necesarias (internas, externas), y tiempo estimado.
Para todo ello, habrá que contemplar además otras variables igualmente importantes, como son, tiempos que puedan solaparse o no entre departamentos o personas; bajas de personal o paradas de producción; adecuación de perfiles o nuevas incorporaciones… Y todo ello debería ir reajustando el calendario del proyecto.
Igualmente hay que tener en cuenta posibles dificultades que puedan surgir y modos de resolverlas, y diseñar procesos de control tanto para la puesta en marcha como para las diferentes fases del desarrollo del plan, todo ello con el fin de reorientar las posibles desviaciones.
Fue una semana de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, con momentos a veces algo “intensos”, pero entre todos conseguimos elaborar la nueva propuesta para presentarla de nuevo al cliente, y con ella todo el equipo esperó por fin…
“Llegar a buen puerto”
Reunión con el cliente.
Se modificaron algunos aspectos en cuanto a recursos materiales y plazos, y se acordó incorporar por nuestra parte un equipo de seguimiento que garantizara el éxito del proyecto en los momentos críticos de implantación y control.
Antes de terminar la reunión, íbamos percibiendo que quizá pudiéramos conseguirlo; porque nuestro cliente lo iba reflejando en su cara, en sus gestos, en su cuerpo, en… su sonrisa.
Nos gustaría sonreír juntos mucho tiempo. Aunque tengamos que “redefinir” una y otra vez los proyectos. Porque en esto consiste APRENDER y MEJORAR.
Y también DIVERTIRSE trabajando.
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