RRHH Digital. El año que se inauguró Lhardy todavía toreaba Cúchares, había aguadores por las calles, y acababa de nacer la música de la Zarzuela. Aquel año se fundó también la Caja de Ahorros de Madrid, se repitió en el balcón de la Villa el abrazo de Vergara, que puso fin definitivamente a la Guerra Carlista y comenzaron a publicarse las primeras revistas ilustradas de España.
No existía el Banco de España ni el reloj de la Puerta del Sol, ni el Canal de Isabel II, ni el Teatro de la Ópera, ni el Teatro Real. Y mucho menos la Gran Vía, el metro o «la catedral de Nuestra Señora de las Comunicaciones», como llamaron al edificio de Correos los castizos.
Quiere y no quiere decir esto que las cosas importantes de Madrid han ocurrido desde que existe Lhardy. Sí quiere decir seguro que, después de su primera vocación, que es la de haber sido testigo de tantos acontecimientos y de haber conectado en todo tiempo con la sensibilidad madrileña, sea cual fuera el signo que la identificará, como debe ser en este oficio de cordialidad y buen gusto.
Lhardy ha sabido conservar celosamente su atmósfera romanticista a lo largo de más de 160 años. Y lo han hecho después de Emilio Lhardy, su hijo Agustín Lhardy y su nieto político Adolfo Temes, los colaboradores pasaron a ser propietarios de la casa: Ambrosio Aguado Omaña, jefe de cocina, así como sus descendientes y herederos. La dedicación y cortesía de Gabriel Novo, José Mª García Salomón y Ambrosio Aguado Feito, así como Frutos Feito Peláez, jefe de cocina y también copropieratorio, han ido actualizando y elevando la gastronomía a las cotas más altas.
En la actualidad, bajo la gerencia de Milagros Novo Feito, Javier Pagola Aguado y con la siempre impagable dirección de Antonio Quintana, jefe de cocina; Antonio Fraga, segundo chef; José María Monje, jefe de obrador; Valetín Monje, jefes de sala; y el jefe de tienda, Agustín Rodríguez, hace posible que esta casa continúe haciendo historia.
En Lhardy se cuida el detalle, desde la presentación de las mesas hasta el acabado del plato, y se ejerce esa virtud diplomática de adivinar el gusto del cliente.
Además, el visitante no puede dejar de visitar su tienda de productos y la oportunidad de llevarse a casa, a través de su servicio a domicilio, el sabor tradicional de la cocina madrileña.
1 comentario en «Recursos Humanos Concilia»
Pues sí, Recursos Humanos concilia…
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