RRHH Digital. Es significativo observar el cambio de actitud que reina en los entornos laborales. Hace apenas dos años era frecuente encontrar a las puertas de las oficinas a administrativos, recepcionistas, ejecutivos “expertos” en gestión y recursos humanos hablando de qué es lo que sus empresas hacían mal, de cómo podrían motivar más a los empleados, de todos los aspectos en los que la Dirección estaba fallando… Ahora la actitud generalizada es la del silencio. Hay menos corrillos y muchos acuden diariamente a sus lugares de trabajo pensando: “que no me toque a mí”.
Si antes las opiniones de los trabajadores podían ser síntoma de la necesidad de mejoras y avances en las políticas empresariales o laborales, el silencio de ahora es síntoma del miedo, que es peor. Porque el miedo nunca es bueno para crecer, para luchar, para salir adelante. En definitiva, para afrontar esta crisis.
Aportar soluciones eficaces a los 4,3 millones de desempleados registrados por la Encuesta de Población Activa (EPA) en el último trimestre de 2009 es uno de los principales objetivos de la reforma laboral que en estos momentos se está planteando. Paralelamente se persigue potenciar la productividad y mejorar las condiciones de los asalariados.
En el contexto de diálogo social que vivimos en virtud de la tan esperada reforma, las empresas de trabajo temporal (ETT) demandamos un reconocimiento real de la labor que venimos desempeñando para aportar nuestro granito de arena y ofrecer soluciones eficaces en política laboral, codo con codo con la Administración. La suma de recursos públicos y privados supondría, sin duda, aumentar considerablemente las oportunidades para los desempleados y mejorar la economía.
Nuestro objetivo es equipararnos a otros países de Europa donde las ETT ya operan como agencias globales de empleo. La inminente reforma laboral debería recoger una transposición de la directiva europea sobre empresas de trabajo temporal. Esto nos permitiría operar en algunos sectores como la construcción, la sanidad o la administración pública, ámbitos a los que actualmente no podemos acceder. Además, se haría efectiva nuestra intervención en los procesos de contratación, no sólo temporal, también indefinida, y en otras áreas ligadas a nuestra actividad en las que estamos plenamente capacitados y legitimizados, tales como la formación o la selección de personal. Las penalizaciones y limitaciones que se nos han aplicado hasta ahora desaparecerían a favor de los más de cuatro millones de desempleados. Sumaríamos así nuestra experiencia y toda nuestra red de oficinas a la labor que desempeñan los servicios públicos de empleo.
Tenemos una dilatada experiencia en la búsqueda de perfiles profesionales especializados -sabemos cómo y dónde encontrarlos- y en la colocación de colectivos de difícil inserción. Son otras de las ventajas que aportaríamos a los servicios públicos de empleo para combatir el paro.
Debemos unir esfuerzos para reactivar la economía con políticas laborales que incentiven a empresas y trabajadores, que promuevan la flexiseguridad, una estrategia que protege a los trabajadores para evitar su salida del mercado laboral, facilita su tránsito a otros empleos y sectores, y fomenta políticas activas. Nos consta que los países del norte de Europa se sirven de manera exitosa de los servicios que ofrecen las ETT para responder a las necesidades de flexibilidad de los trabajadores y empresarios, creando empleos y aumentando la productividad y el nivel de vida de los ciudadanos.
Las ETT ya son en Europa agencias globales de empleo en todos los países donde desarrollan su actividad, excepto en Grecia, Luxemburgo, Noruega y España. La transposición de la directiva europea que insta a los estados a revisar y eliminar las restricciones o limitaciones injustificadas que afecten a nuestro sector, es uno de los primeros pasos que debemos seguir para equipararnos con el resto de Europa y activar nuestras políticas de empleo.
Es necesario un esfuerzo por parte de todos, está claro. Pero hay que ser realistas, asimilar la realidad cambiante de la economía y de las relaciones laborales. Hoy es poco creíble pensar que un puesto de trabajo lo será para toda la vida. En Europa lo tienen claro. Nosotros no tanto. Nos toca aprender que los cambios no son malos, siempre que se realicen con seguridad y protección. Todo lo contrario, oxigenan las empresas y enriquecen a los trabajadores.
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