RRHH Digital. Probablemente conozcan la historia de los tres profesionales que trabajaban cierto día en una cantera. Pasó un hombre por allí y le preguntó a uno de ellos: -¿Qué hace? –Picando piedra, ¿no lo ve? (contestó algo enfadado el picapedrero por la obviedad de la pregunta). Dirigiéndose al segundo le espetó: -¿Y usted, qué hace? -Yo…(pensó algo extrañado)…ganándome la vida para dar de comer a mi familia. Avanzó unos pasos y se dirigió al tercer picapedrero que, con gesto de satisfacción, le explicó: “Yo, construyo una inmensa y preciosa catedral que durará siglos”.
A muchos profesionales, en la empresa, les gustaría parecerse al tercer profesional de esta historia, pero lo cierto es que en la mayoría de las ocasiones acaban por parecerse al primero y, si están algo motivados, igual incluso llegan a ver el futuro como el segundo.
Comprometer a los profesionales con la empresa y hacer que participen del proyecto que la organización tiene entre manos no es difícil, pero parece que algunos no encuentran el camino para acometerlo. A muchas compañías le sobran políticas y proyectos exuberantes para ilusionar a la plantilla y les falta comunicación, algo tan simple como explicar claramente dónde vamos, cuáles son los objetivos y cómo queremos conseguirlos, por supuesto, contando con la inestimable ayuda de cada persona.
A diario, habrá que explicar cómo queremos la piedra o el material necesario para nuestro fin. Pero al menos una vez al año, tendremos que elevar la mirada y pedir al jefe de obra que reúna a todos los picapedreros para mostrarles cómo va nuestra futura catedral (aunque tenga síntomas de un ligero retraso), qué estamos haciendo bien y dónde deberíamos mejorar.
En el informe publicado por el diario Negocio en octubre de 2009 “La comunicación interna vista por los empleados”, llamaba la atención la respuesta a la pregunta ¿Qué prefieren conocer de su empresa los trabajadores?. Casi un 60% se inclinaba por saber cómo va la empresa y un 20% si la compañía valora sus opiniones. Esto, nos da una idea de que probablemente deberíamos empeñarnos en enseñar más a menudo la catedral, con la que muchos se sentirían comprometidos, y menos las distintas piedras de la cantera, que dan una imagen distorsionada de lo que somos y en lo que estamos.
Si creen que exagero, hagan una prueba. Avancen por los pasillos de su empresa, paren al primer profesional que se encuentren y pregúntenle: ¿Sabes cuál es la estrategia y los objetivos de esta compañía? Les aseguro que en un 90% de las ocasiones no sabrán qué contestar. Y si no lo saben, es quizá porque el jefe de obra nunca lo ha comunicado expresamente, no se ha parado a explicar con claridad y concreción, utilizando dos frases simples y no un discurso grandilocuente, si estamos construyendo una catedral, una nave espacial o un rascacielos.
Quizá algunos pensarán que el problema no es del jefe de obra, sino de los empleados, que son duros de oído. Puede que nos les falte razón, pero si los trabajadores siguen sin entender, habrá que comunicar mejor, no se puede tirar la toalla hasta que el último picapedrero entienda a fondo el mensaje que la organización quiere transmitirle.
5 comentarios en ««No me diga qué tengo que hacer, sino cómo va la catedral»»
Puede ocurrir que los trabajadores sean «duros de oído» y también que ya no se fíen de lo que se les diga, a fuerza de haber sido engañados varias veces. Podría ocurrir que el empresario dijera que está haciendo una «catedral» para recibir la subvención correspondiente, y que estuviera haciendo, qué sé yo, un decorado para películas de la Edad Media… Temo, sin ánimo de generalizar, que la mentira se ha convertido en una herramienta de gestión, y creo que no todas las empresas desean que sus trabajadores conozcan su estrategia y objetivos auténticos. En el país de las maravillas vivía Alicia, pero el mundo empresarial no es perfecto sino muy perfectible. Es mi punto de vista, tras varias décadas en gran empresa en decadencia, y algunas otras experiencias reveladoras.
El problema es que esta cuestión se repite en los estudios de clima laboral desde hace mas de veinte años y parece que se ha avanzado poco
El problema radica, creo yo, en la obsesión que hemos asumido de «dar buena imagen»… Es decir, que del viejo aforismo «la mujer del César además de ser buena, tiene que parecerlo» nos hemos quedado con lo segundo (parecerlo) y hemos obviado la primera parte (serlo).
Con lo que se ha instalado la mediocridad en lo centros de decisión.
Y los mediocres, ya se sabe, son alérgicos a dar información (¿información? ¡poca y al revés!) porque si dan información, a lo peor su ‘picapedrero’ ‘se entera’ de qué va la feria y puede darse cuenta de la mediocridad y carencias de su jefe.
Completamente de acuerdo. Yo diría que a veces ni el jefe de obra sabe muy bien lo que tiene que hacer , como para luego explicarlo a los demás.
Es verdad que la información no fluye y me parece que no fluye porque los responsables no les interesa que fluya y no les hagan preguntas de que se hace con el dinero que se gana, que previsiones hacen anualmente, qué inversiones hacen y muchas más preguntas que serían de fifícil contestación.
La unica información que circula sin ningún problema es cuando hay perdidas. No es justo.
Saludos
Sí, creo que los empleados son duros de oído cuando ya no se creen nada; y es que la Dirección ha comunicado tradicionalmente sólo lo que le interesaba comunicar, fuera cierto o no. No se debe generalizar, y seguramente habrá empresas excelentes, hayan o no conseguido el Premio a la Excelencia; pero temo que en verdad se hable con suficiente fundamento de cinismo corporativo, de mentiras de la Dirección, de falsedades contables, de aparentar más que ser…
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