En un artículo en prensa que vimos recientemente nos comentaban que un equipo de científicos había demostrado que los orangutanes son capaces “de realizar lo que los etólogos denominan cálculos de reciprocidad (es decir, que pueden evaluar los costes y beneficios de dar y recibir favores)”.
En las conclusiones de este estudio, realizado por la Universidad de St.Andrews en Escocia y el Instituto Max Planck en Alemania, demuestran que en el caso de los orangutanes “si tu no me das suficiente, entonces yo a ti tampoco; pero si me das lo que me corresponde, entonces yo te lo devolveré para garantizar tu cooperación futura”.
Siguiendo este paradigma, el de la reciprocidad, parece que nuestros modelos de compensación/retribución han de ir más allá de la perspectiva del contrato social que es el trabajo y aludir directamente a principios básicos profundamente enraizados en cuanto a nuestra condición de persona.
Durante el final del siglo XX los sistemas de compensación han sufrido un incremento notable en cuanto a su estructura, arquitecturas y sistemas de gestión. Y puede estar ocurriendo que estos árboles, no nos estén dejando ver nuestro bosque: la persona.
En este sentido y agradecidos a las diferentes teorías de las necesidades, creo que nos aproximaríamos a la persona en cuanto a la recompensa si entendemos en primer lugar sus múltiples perspectivas: personal, profesional y colectiva.
La efectividad de nuestra recompensa como organización, dependerá de cómo estemos abordando cada una de estas perspectivas. La diversidad y heterogeneidad de nuestros profesionales, y que va en aumento, no está siendo correctamente interpretada por nuestros sistemas de recompensa. Existe un territorio, que como la Atlántida, ha de emerger dentro de nuestros Sistemas de Recompensa. Sólo si incrementamos el impulso de nuestra recompensa conseguiremos optimizar el recurso.
Por cierto, los orangutanes se llaman Bim y Dok, aunque bien podrían llamarse Patricia y José, manager y colaborador.
2 comentarios en «Reciprocidad»
Es la primera vez que me dicen que tengo nombre de orangután. O más bien de orangutana. Eso sí, orangutana manager, que no es cualquier cosa.
hola
Los comentarios están cerrados.