Seguro que tiene razón en su planteamiento de que la crisis no es tan sólo el coste de despedir gente. El problema es que los que son despedidos no opinan de la misma manera que el señor ministro.
Y si es «simplista y reduccionista» hablar del coste del despido, ¿por qué no se enfrente a la verdad, se reune con la patronal y, de una vez por todas, se llega a un acuerdo que ayude a trabajadores y empresarios?
Eso sí, con el permiso de los sindicatos.
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