Estando próximas las ansiadas vacaciones, es un buen momento para reflexionar sobre cómo influyen nuestros horarios de trabajo en nuestro rendimiento y en el estrés que en mayor o menor medida todos experimentamos.
Parece que todo el mundo está de acuerdo en que hay que trabajar, pero también hay que descansar (durmiendo y disfrutando del tiempo de ocio), y hay que atender a la familia.
En grandes líneas, los horarios de trabajo pueden ser clasificados en diurnos y nocturnos.
La mayor parte de la población trabaja en horario diurno y este suele ser entre las 7h y las 21h en España.
En general las empresas industriales suelen trabajar a turnos o con jornada continua.
En el Sector Servicios y concretamente en el trabajo de oficina muchas empresas tienen horario partido, aunque cada vez más se reduce el tiempo de descanso a mediodía.
En cambio en el comercio hay horarios radicalmente distintos: en las “grandes superficies” se trabaja a turnos, pero en el comercio minorista sigue predominando el horario partido pero con tendencia a disminuir.
En la Administración Pública ya prevalece la jornada continuada pero sigue existiendo el horario partido a través de la “prolongación de la jornada”.
En sanidad, transporte, comunicaciones, también se trabaja a turnos.
En la Agricultura, Ganadería y Pesca los horarios dependen de las estaciones del año.
En resumen, la mayor parte de los ciudadanos adultos que trabajan, lo hacen entre las 9 y las 19h, y quieren recibir servicios, hacer sus compras, cuidar su salud y realizar actividades de ocio fuera de esas horas.
Para atenderles, otras personas en comercios, establecimientos de hostelería (bares y cafeterías), centros médicos, servicios municipales y a la comunidad en general (policía, limpieza, bomberos) y en el transporte urbano e interurbano, tienen que trabajar hasta altas horas de la noche e incluso toda la noche.
La complejidad de la vida moderna impone por tanto una gran variedad de horarios ¿Cómo se compaginan los horarios con la vida familiar?
En especial las familias con niños en edad preescolar o escolarizados, cuyos padres trabajan, ven que sus horarios no coinciden con los de sus hijos. Muchas veces no pueden comer o cenar juntos, atenderles cuando salen del colegio, supervisar sus deberes o tareas, escucharles y acompañarles en momentos clave para su educación. Es fácil constatar la importancia que esto tiene para formar mejores personas para la sociedad.
Parece que por el hecho de la masiva incorporación de la mujer al trabajo, la preocupación por la conciliación de la vida familiar y laboral se ha hecho más patente. También lo es con toda probabilidad por la razón de que la mujer tiene una mayor sensibilidad hacia estas cuestiones.
Además de todo lo anterior hay que considerar el tiempo invertido en ir y volver del trabajo, sobre todo en las grandes ciudades. Un tiempo que no es precisamente de descanso, ni de ocio, ni generalmente productivo.
En España tenemos costumbres y usos muy característicos motivados por la climatología o la inercia de épocas pasadas que influyen en la actividad laboral.
En España:
– Nos levantamos pronto y nos retiramos tarde. Se calcula que el español duerme casi una hora menos que la media de los ciudadanos europeos.
- La distribución de nuestras comidas no es la mejor ya que desayunamos poco (en general), comemos más de lo debido a mediodía y generalmente cenamos bastante y además tarde.
- Muchas jornadas son excesivamente largas y producen pocos resultados. Se premia la presencia y no la productividad.
- Se toman vacaciones largas y concentradas en los meses de verano, cuando una distribución más lógica no pararía las empresas ni la administración, y contribuiría a reducir el estrés de los trabajadores.
- La distribución de las fiestas locales y nacionales parece completamente aleatoria.
- La liberalización de los horarios comerciales, buena para la competencia y la comodidad de muchos, impone también sacrificios a otros.
- Los horarios de las emisoras de televisión, públicas y privadas, llegan hasta altas horas de la noche con sus programas de más audiencia, reduciendo el tiempo de descanso.
- A veces, directivos geniales pero caóticos estresan sin necesidad a sus organizaciones con sus intempestivas horas de trabajo.
- Va siendo importante considerar las peculiaridades de las minorías de inmigrantes, sobre todo las de aquellos que mantienen las celebraciones y costumbres de su cultura de origen.
Por todo ello y por muchas más circunstancias y razones sociológicas, es verdaderamente importante actuar con sensatez y sentido común para racionalizar desde el punto de vista individual y colectivo las jornadas laborales.
Creemos que se debe actuar concienciándonos de que los cambios que debemos realizar los tenemos que propugnar nosotros mismos, bien seamos empresarios o trabajadores.
De todas formas, tenemos que dirigirnos hacia unos objetivos prioritarios:
- Dedicar al trabajo las mejores horas de los días laborables y trabajar con regularidad.
- No perder el tiempo en el trabajo.
- No olvidar la atención a las personas dependientes.
- Vivir a una distancia razonable del lugar de trabajo.
- Adaptar con flexibilidad los horarios a las diferentes fases de la vida del trabajador.
Este último punto es importante. No puede ser la misma la exigencia en horas de trabajo de todos los trabajadores. Trabajadores próximos a la jubilación (sobre todo si se prolonga la vida laboral), y trabajadores con personas dependientes necesitan probablemente una reducción de jornada. Esto está muy claro también durante los periodos de maternidad y paternidad, y durante la educación primaria y secundaría de los hijos. Se impone una reducción de la jornada para uno de los cónyuges.
El trabajo a tiempo parcial, la flexibilidad de horarios y las guarderías, entre otras, son soluciones muy válidas.
Formamos parte de la Unión Europea y del mundo occidental, cada estado de nuestra órbita tiene sus peculiaridades, pero nos atrevemos a señalar que los países con una mayor productividad tienen unos mejores hábitos de trabajo. Estudiemos sus prácticas, comparémoslas con las nuestras y adaptémoslas a nuestro ambiente si son mejores.
Una mejor organización de los horarios redundará en una mayor satisfacción personal y laboral y mejorará el rendimiento y la productividad.
No podemos quedarnos estáticos sino ser dinámicos y experimentar.
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