Desde hace ya varios años, venimos contemplando el adocenamiento progresivo de una buena parte de la sociedad española y su autocomplacencia ante muchos de los acontecimientos de índole social, político y económico. Sin embargo, desde siempre ha habido un elemento que ha conseguido movilizarnos a todos y que nos ha convertido en ciudadanos participativos y responsables. Ese elemento no es otro que el fútbol, entendido no como deporte en sí mismo, sino como el negocio creado a su alrededor.
Ya en tiempos de Franco, el fútbol, además de otros medios, se utilizaba como tranquilizante ante cualquier brote de pensamiento subversivo contra el régimen. Muchos años después, ya en la España democrática, se produce un cambio significativo, el fútbol ya no es utilizado por ningún dictador para adormilarnos, sino que somos nosotros mismos los que nos aplicamos esta medicina para dar ejemplo de nuestra responsabilidad ciudadana.
Casi todos recordaremos aquel espectáculo de movilización social y de compromiso por una sociedad mejor, provocado por el descenso a segunda división en 1995 de los equipos de fútbol Celta y Sevilla, debido a causas administrativas. Seguro que a todos nos sigue emocionando ver a aquellos ciudadanos comprometidos luchando por una causa tan noble, a gritos de «Cuervas, cabrón te vamos a matar», o afirmando cargados de razón, que ante una crisis industrial y económica como la que padecía Vigo en aquellos años, la permanencia del Celta en primera era una cuestión de honor.
Han tenido que pasar catorce años desde aquellos hechos para vivir un nuevo ejemplo de participación ciudadana y de compromiso social. Desde hace unos días, nuestro país vive escandalizado y atormentado por los nuevos fichajes de Florentino Pérez en el Real Madrid. El debate ha traspasado las barras de los bares y se ha instalado en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Los analistas financieros no paran de darle a la calculadora para ver la rentabilidad de estas operaciones. Los expertos en marketing estudian sesudamente cuál será el valor de la marca después de contratar a estos astros. Los periodistas nos explican cuántos museos podrían gestionarse con ese dinero. Y por si éramos pocos, algún parlamentario ocioso propone ahora limitar los presupuestos de los clubes de fútbol.
Sin entrar a valorar estas operaciones mercantiles, lo que me llama la atención es cómo nuestra sociedad se preocupa tanto porque un individuo se gaste, malgaste o invierta su dinero en contratar jugadores de fútbol, y que sin embargo nos dé igual contemplar desde nuestro sillón el despilfarro habitual de nuestra administración del estado, de las comunidades autónomas, de los partidos políticos y de los sindicatos, por no hablar de los casos de corrupción que nos encontramos cada día.
Parece ser que el vaivén de los vaticinios económicos de nuestro gobierno, las decisiones de índole social que están hipotecando nuestro futuro, o las intenciones de algunos de instaurar la cultura del subsidio, no provocan ninguna reacción en nosotros. Ahora bien, si nos tocan el fútbol, ahí sí nos van a encontrar dispuestos a defender la decencia, la dignidad, la justicia y la solidaridad.
Supongo que cada país tiene su samba particular, la nuestra parece ser el fútbol. Y lo de trabajar, eso es para otros.
3 comentarios en «Menos samba e mais trabalhar»
Es verdad pero si no fuera por el fútbol aumentaría el número de suicidios. Hay cosas más dañinas.
Bueno, quizá todos deberíamos tener más cuidado en nuestras deducciones y conclusiones. Con los mismos hechos como referencia, cada uno de nosotros puede llegar a conclusiones particulares, y yo no coincidiría siempre con Alberto. Pero sí me sorprende, como a él, que determinadas conductas delictivas o poco éticas, por ejemplo de los políticos, sean defendidas por sus colegas e ignoradas por los votantes; no obstante, me interesa el deporte y me gusta que ganen los míos…, sin desatender los compromisos profesionales.
Nadie habla de las conductas y comportamientos negativos de los sindicatos.
Nadie critica que se llenen los bolsillos a costa de la formación continua
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