En tiempos de crisis como el actual, vemos como algunas empresas reducen sus presupuestos de formación y muchos gestores se plantean si el e-learning les permitirá reducir el presupuesto sin disminuir el número de acciones formativas o el número de horas de formación por trabajador, en definitiva si es el e-learning una opción para reducir costes.
Precisamente la reducción de costes ha sido el argumento más esgrimido por los defensores de esta modalidad formativa desde los inicios a mediados de los años 90, pero también hemos visto como en muchos casos las expectativas generadas no se cumplían, las empresas disponían de plataformas pero no tenían contenidos o los cursos no funcionaban como se esperaba.
Actualmente el e-learning goza de buena salud, lo hemos comprobado recientemente en los datos del informe “El estado del arte de la formación en España” de élogos donde se indica que el
e-learning/blended crece un 11% alcanzando un 24,4% de la formación realizada en 2008, y las expectativas para el 2009 son positivas, el e-learning sigue sumando puntos. No obstante volvemos a hacernos la pregunta ¿es el e-elearning una opción para reducir costes?
Si analizamos la estructura de costes de una acción formativa, podemos ver rápidamente la disminución en los costes de infraestructura (aulas) y de los participantes (desplazamientos, costes derivados de sacar al alumno de su puesto de trabajo…). Sin embargo hay otros costes donde nos surgirán dudas, por ejemplo en los costes de los formadores ¿Cuanto me puedo ahorrar en los costes de los formadores? Existen cursos soportados por redes telemáticas, dvd o cd-rom, donde la función del formador ha sido substituida por un contenido multimedia autoformativo, y con una mayor inversión inicial conseguimos mayor rentabilidad a medio-largo plazo. Sin embrago hay otros cursos donde la figura del formador es clave y lo que se busca es la participación a través del diálogo didáctico. Nos pasará lo mismo con los contenidos… ¿Cómo serán los contenidos? ¿Qué formato tendrán? ¿Qué extensión? O con la metodología.
Por tanto, vemos que para responder a la cuestión de si el e-learning permite el ahorro de costes, no tenemos más remedio que especificar a qué tipo de e-learning nos estamos refiriendo, en definitiva tendremos que diseñar previamente nuestro modelo de e-learning, otorgando diferente peso a cada apartado de la estructura de costes. Sin embargo, no podemos responder a estas preguntas desde criterios exclusivamente económicos porque existen otras cuestiones previas: el e-learning que estamos diseñando ¿nos permitirá alcanzar los objetivos previstos? ¿Es viable pedagógicamente? ¿Permitirá la transferencia al puesto de trabajo?
Echemos la vista atrás de nuevo. En muchas empresas, los primeros proyectos de e-learning fueron a parar a los departamentos de TIC, se afrontaron como proyectos tecnológicos, no se entendió que el e-learning es un problema pedagógico, y que por tanto requiere soluciones pedagógicas. Jesús Salinas1 identifica este fenómeno como la primera etapa del desarrollo del
e-learning, la etapa tecnocentrista, basada en la idea de que una mayor sofisticación del entorno mejoraría el resultado. Siguiendo al mismo autor, a esta etapa le sucede otra donde el contenido es el centro, se considera que el problema del e-learning es la falta de contenidos de calidad y se basa en la idea de que el aprendizaje mejorará si los contenidos son de mayor calidad. Desde este modelo de e-learning se apuesta por una mayor sofisticación de los contenidos y un incremento de los costes iniciales en producción de contenidos.
En cada momento las empresas deciden en qué variables de su sistema de e-learning quieren realizar un mayor esfuerzo económico: ¿plataforma, contenidos, formadores, metodología, etc.? dando origen de este modo a distintos modelos de e-learning y distintas maneras de entender la formación. Entonces ¿cómo diseñar nuestro modelo de e-learning en un momento de crisis como el actual? ¿Qué criterios debemos seguir? La respuesta la tenemos en las cuestiones previas que mencionábamos más arriba. Nuestro modelo de e-learning antes de nada debe ser eficaz, debe permitir alcanzar los objetivos previstos para cada acción formativa y debe favorecer la transferencia del aprendizaje al puesto de trabajo. Solo partiendo de estas cuestiones, tiene sentido plantearnos el ahorro de costes.
Nuestro modelo de e-learning será más eficaz en la medida en que sea capaz de generar contextos de práctica lo más similares posibles a los contextos reales donde se aplicará el conocimiento. Lo que debemos plantearnos es qué hacen los alumnos en nuestros cursos y qué serán capaces de hacer cuando terminen. Estamos hablando de un modelo centrado en la actividad del alumno, donde el resto de elementos se consideran desde una perspectiva sistémica, abandonando planteamientos dogmáticos o ideas preconcebidas como pensar que un curso de e-learning tendrá más calidad cuanto más dinero gastemos en la producción multimedia.
Por último, no podemos concluir esta reflexión sobre los costes del e-learning sin hablar del modelo de implantación. Para saber si el e-learning es una solución al alcance de nuestra organización tenemos que calcular el desembolso inicial que supone el proyecto y estimar cuánto tiempo tardaremos en recuperar la inversión. La implantación interna del e-learning (con recursos propios) lleva asociados unos costes iniciales elevados (licencias de plataformas, servidores, contratación de diseñadores instruccionales, técnicos multimedia, coordinadores-dinamizadores, etc.). Actualmente algunas consultoras ofrecen servicios totalmente adaptados a las necesidades y al bolsillo del cliente, asesoran sobre cuál es el modelo de implantación (interno, externo o mixto) que mejor se adapta a su presupuesto, ofrecen los servicios que necesita (alquiler de aulas virtuales, servicio de coordinación-dinamización, diseño de contenidos, etc.) y le asesoran sobre cuál es el modelo de e-learning que mejor se adapta a su organización.
Como conclusión, lo que recomendamos a aquellas empresas que estén pensando en introducir el e-learning es que confíen en el e-learning no solo por el ahorro de coste que supone sino por su eficacia real, que comiencen con pruebas piloto y poco a poco, y que vayan de la mano de expertos.
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1 Salinas, J. (2005): La gestión de los entornos virtuales de formación. En: Seminario Internacional sobre la Calidad de la Formación en Red en el Espacio Europeo de Educación Superior. NETLAB. Tarragona.
1 comentario en «E-Learning en tiempo de crisis: Hacia la búsqueda de modelos más eficaces y eficientes»
Bueno, es verdad que hacen falta oportunas y acertadas reflexiones, e ir reconociendo algunos fallos, quizá graves, en el planteamiento inicial del negocio por parte de los proveedores; pero, referido a las empresas y a los aprendedores permanantes (lifelong e-learners), habría tal vez que poner más cuidado en el qué aprender que en el cómo… Todo esto es muy complejo, pero me apetecía contribuir a la reflexión.
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