En una breve introducción, Rafael Cabarcos expuso como en España, según datos de la Organización Mundial de la Salud, una de cada cinco personas tiene riesgo de mala salud mental y que la depresión es la cuarta causa de discapacidad mental, pero llegará a ser la segunda.
Es por ello que, en la actualidad, el Gobierno Británico está desarrollando un programa de ayuda para desempleados encaminado a poder afrontar esta situación ya que según sus datos “un desempleado deprimido es difícil de recolocar”
Tras el preámbulo, Rafael Cabarcos cedió la palabra a Ángel Puerta, Socio del GRUPO LURIA, quien expuso su planteamiento desde la perspectiva de las repercusiones personales de la crisis económica, presentando de manera sucinta tanto los aspectos sintomáticos cómo algunas alternativas para afrontar estos problemas.
De todos es conocida las dimensiones que tiene la crisis económica, presentada por los expertos como la mayor y más profunda desde la segunda guerra mundial, y que no hay unanimidad sobre qué mecanismos técnicos (económicos, financieros…) son necesarios para combatirla. Esta circunstancia agrava la confusión a la hora de generar expectativas positivas de salida a la situación.
La crisis económica nos coloca ante tres conjuntos de problemas principales desde la perspectiva de la persona: preocupación por el futuro, indefensión ante los problemas y ansiedad/estrés cómo reacción de nuestro cuerpo ante las amenazas.
Ante las situaciones de crisis podemos dibujar el siguiente patrón de respuesta:
- Un primer momento de NEGACIÓN, las personas se niegan a reconocer la gravedad de la situación y actúan como si nada pasara.
- Un segundo momento de RECHAZO, en el que ya se toma conciencia de la situación, pero no se asumen los comportamientos necesarios, pues la responsabilidad es de otros.
- Si no hay interrupción en el proceso se llega al tercer momento que es de AFRONTAMIENTO, en el que se adoptan los comportamientos que ayudan a resolver o aliviar, según los casos, los retos que nos plantea la crisis.
Las demandas que recibimos vienen de tres frentes, las del medio social, costumbres sociales, medios de información,…, medio organizacional, estado de la empresa, sector al que pertenece, cultura corporativa… y factores personales, salud, familia, red social… Los recursos con los que contamos para hacer frente a las demandas, son las competencias técnicas (conocimientos del sector, de la empresa, conocimiento técnico…), el apoyo social del que dispongamos y las competencias personales (comunicación, gestión de emociones…).
La situación de crisis se enfrenta según cómo se resuelva el balance personal entre las demandas que nos hace la situación y los recursos con los que contemos, en la medida que estos nos permitan afrontar la situación desarrollaremos comportamientos eficaces, si no contamos con los recursos necesarios el desequilibrio emocional nos mantendrá en el desequilibrio y en el malestar.
Consecuentemente el balance negativo nos llevará a desarrollar estrategias ineficaces.
Una de las reacciones iníciales ante la crisis va a ser la preocupación por el futuro, tanto personal (despido, remuneración…) como de la empresa (supervivencia, E.R.E…).
En estados de preocupación el pensamiento se torna rumiante, cambiante, negativo, pierde perspectiva, tendencia al ensimismamiento, etc.
Teniendo en cuenta que ante los problemas que nos presenta la vida siempre hay dos círculos sobre los que nos podemos enfocar, el círculo de preocupación y el círculo de influencia. Si nos centramos en el círculo de preocupación nuestra conducta resultará ineficaz, dado que los problemas son para ocuparse de ellos y no para pre-ocuparse por ellos. Se debe afrontar la situación analizando cual es el reto y si tenemos elementos de resolución, ponernos manos a la obra, y si no los tenemos deberemos “aparcar” la cuestión para que no perturbe nuestro horizonte inmediato de acción.
Es necesario distinguir entre DECISIÓN y ELECCIÓN, ambos procesos están entremezclados en la vida cotidiana, pero en situaciones delicadas debemos distinguirlos para no liarnos más de la cuenta. DECISIÓN hace referencia a una evaluación racional, según coste beneficios, buscando la rentabilidad y gestionando las consecuencias negativas, por otra parte la elección nos remite a los valores, gustos, necesidades.., supone aceptar las consecuencias negativas ( lo negativo va en el lote), y se mantiene uno en la elección por compromiso.
Otra reacción es la INDEFENSIÓN consecuencia de que se pierden cosas (seguridad, recursos de manejo de la situación, etc.) recursos que valían para afrontar situaciones ya no valen y hay que encontrar otros nuevos.
Cuando se producen pérdidas aparecen emociones de pena, tristeza, envidia, vergüenza, o nos podemos sentir bloqueados y paralizados. Ante estas circunstancias lo principal es organizar la tarea, programar actividades que nos permitan “derribar” el muro que se ha puesto delante de nuestros ojos y que nos impide avanzar, orientarse a metas concretas y cercanas y en la medida de lo posible utilizar el humor.
De todos son conocidos, no necesariamente de manera personal, los síntomas corporales de la ansiedad/estrés, insomnio, jaqueca, palpitaciones, opresión torácica, etc., a través de estos problemas podemos detectar en los servicios médicos de las empresas como se está viviendo la crisis, estos datos pueden ser un indicador. Al tener un correlato físico no existe tanto problema para solicitar ayuda, no es lo mismo decir que “estoy durmiendo mal últimamente”, que “lo que quiero es dejarlo todo porque no me siento con fuerzas”
Las maneras de afrontar esta situación giran en torno a cuidarse personalmente (hábitos saludables…), buscar apoyo familiar y social, establecer límites, buscar contextos de desahogo emocional…
Una vez que se han planteado las reacciones personales ante la situación de crisis y se han apuntado alguna estrategias de afrontamiento, es el momento de retomar el patrón de repuesta ante las situaciones crisis, la negación es una clara conducta de evitación en la que nos refugiamos ante situaciones nuevas, poco conocidas…, por esto alentar, promover, incitar, reforzar comportamientos que supongan romper las inercias y rutinas, conductas proactivas, etc., pueden ser instrumentos que ayuden a salir pronto de esta fase.
En la siguiente fase nos encontramos con otro tipo de conductas de evitación, como son la queja, la elusión de responsabilidades, “la culpa es de otros”, pero al fin y al cabo supone que se está tomando conciencia de la situación. La asignación de responsabilidades específicas, la extinción de los comportamientos de queja, son estrategias idóneas para este momento.
Hay que procurar llegar a esta fase de afrontamiento lo más pronto posible, pues podremos poner en funcionamiento las estrategias para solucionar o paliar los problemas que tengamos. Un elemento crucial para este proceso es la formación, tanto en las competencias técnicas como en las personales, a veces el retorno de la inversión de la formación solo se puede apreciar en situaciones críticas, como sucedió en el accidente aéreo del río Hudson, donde toda la tripulación actuó según demandaban las circunstancias, tanto en las cuestiones técnicas, como personales, el avión se vació en noventa segundos.
En definitiva todas las estrategias comentadas pueden ser utilizadas por cualquier persona en una empresa, pero además de estos “cuidados personales” el directivo siempre es ejemplo de comportamiento aunque no siempre ejemplar, así de acuerdo con su responsabilidad debe estar atento a las necesidades de sus empleados, sabiendo que el conocimiento de su gente, la claridad en la comunicación, el liderazgo ante las adversidades, la motivación- más allá de las buenas palabras- , la empatía, la ayuda necesitada…. todos estos comportamientos ayudarán a sobrellevar la crisis.
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